Yegua de faetón
Perpetua
yegua.
Suena esta venta a bandazo de sol y viento.
Consagro tareas.
Los dedos se desplazaron de las manos,
quebré quebrando la puerta del solsticio.
No hay más.
Es que me quedé muda.
No es instinto.
En este silencio también llego.
Dejé de galopar el día que asolaron tu huerto.
Ya y un tú y un más,
como un vacío sin secuencia en el momento separado de las espinas.
¿Dónde naciste, rosa de levante?
¿a qué sonaran las estrellas cuando se posan sobre el horizonte?
Me señaló,
me tatuó con su tinta de caracol,
de la ingenua púrpura de lo que se bebe y digiere.
Que te fuiste,
que te tengo,
que te llevo dentro,
que me tiene.
Que existe.
Son dos notas las que afina el cielo de este ecuador marino.
Quisiera yo deslindar lo que amarga
de lo que alegra al muriente.
¿Hacia dónde volaste, rosa de levante?
¿A qué suenan las estrellas que se posan sobre el horizonte?
Sofía Serra, Noviembre 2010
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