Este sábado, día 29 de octubre, estaremos "La exploradora" y yo
en la Feria del Libro de Sevilla.
AQUÍ, para adquirirlo online
Este sábado, día 29 de octubre, estaremos "La exploradora" y yo
en la Feria del Libro de Sevilla.
AQUÍ, para adquirirlo online
Discriminación positiva
Jamás, hombre, aprehendiste
que para cantar debiste
antes aprender
a entonar
el suelo con el verbo,
y a entolar el rasgado velo
que deja pasar la luz y el aire.
Dulce boca errante,
quijada herida por aquellos
claros de amor y sexo,
ganas me poseen
de dividir meandros.
Se engullen a sí solitarios abajo
del quejumbroso y quijotesco-esquelético
sueño, ni con páramos recuerdas
que esta vida, que esta vida, que esta vida
sólo se hace
entre ambas manos,
ambas manos,
ambas manos a uno y otro
extremo retoñan montañas
en la sola umbría, la umbría sola
adopta la exacta daga que rebana de tajo
el meandro y dulce meandro
que me curva, pues,
aguas arriba de mi falda:
Parí.
Al final dolor
de entuerto alerta
la única discrepancia positiva.
Por más que hablen
o dicten leyes.
Por más que hables,
por más que hables,
por más que hables.
(De "La dosis y la desmedida")
La entrañabilidad de la poesía de Vallejo
Desde esta ventana de mi tiempo
abierta al otoño de mis luces,
me deslumbra el paisaje limpio
de un cuerpo ya muerto
cobijando mis sentidos
en la cueva de la osa
que nunca deseó deshibernar.
Válgame el amor resucitado,
la placa conmemorativa de la endecha
descubierta entre las ruinas pétreas,
Petra alzada, en los cálidos acantilados
de la arena eterna, la entraña
intangible del verso secreto,
la cantina audible de la interna presencia,
alma incontable de almas
unidas por el hilo de plata invisible,
letras de ser a ser insistente
sosteniendo los cielos amarillos
del río sin sombra ni cauce
que ablanda los riscos afilados
del devenir humano
y su gobernanza de duelo y terror.
Porque más allá, mucho más lejos
del pasado, aún más distante
que el origen de la nada,
late la inquietud primigenia
de lo innombrable
o tan solo tan cercano
que desmiente al big bang,
o cualquier otra lejanía,
y el Universo adquiere
sentido de ser
bebé en mi regazo.
Y yo lo mezo.
Ante el misterio, cantar o callar.
Y me robaron el silencio
hace mucho tiempo.
Cansadas ya, las rémoras se duermen
al amanecer. Justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita, no instiga, no
duele más, no pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se
oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna:
Madres y padres todos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya, aquí, pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta sosteniendo
con su acústica subacuática
todo aquello que, desde los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda
simiente
que ya otea el horizonte buscando la otra
baya
que ya la introduce en su boca con la
mano
que más allá del árbol
fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña
para candela
de la caverna.