jueves, 21 de abril de 2016

La corriola del pozo

(Escaneo de dibujo de Dolores Giráldez, mi madre, 1947.)


La corriola del pozo

¿qué papel el del amor?
el del amor es el de la fuerza,
solo tan sólo
por sí mismo
creado y creador
de todas las cosas
en verdad, en verdad
nos dice que hay que usarlo
para que nuestra vida se haga
indecible es decir,
inefable
o infabulada.
No dicha.
No matada
por tanto
sino viva.

El mal de los sargazos,
el mar de los abrazos,
la santa onomatopeya
que libera blancas
y medias arenas del revés
dispuestas con un sol,
el dado para el suelo,
con un dicho, el dado
para el muerto
de hambre de amor de
no somos nada más
que ese cuerpo de cal
tornasolada con todos
los colores del universo.

y yo sin ti qué seré
si ni dios llega
a la doble entente
del aire y el fuego
que son la luz, la luz,
la tierra, nosotros
y el agua, el barro.

Con él y la luz
fabrico los candiles
de carburo hidrogenado,
esos que espantan a los alacranes,
esos que todas las noches
enciendo con una gota de agua.

siempre el agua,
siempre el amor
el que logra sacarla.


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viernes, 15 de abril de 2016

Huerto



Huerto

Tierra soy y no me tumbo,
sombra canto y no te entierro,
senda clavo, luces sudo,
soy huerto claro
y clamo al cielo
agua, sol y vino
el viento que me inflama
de norte duermo al sur
predico mi sueño,
de pie me inclino
a tus pies, me hundo
en el barro de tu sino,
tierra o suelo. Manos.


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miércoles, 13 de abril de 2016

Y los lilas volvieron



Que vuelvan los lilas

Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba
cercana a tu estanque,
convertí cañas en siringas
hasta inundarte
de ti. Canto y taño.
En honor de las letras me hago sangre,
despedazo cada labio por ver
si al nombrarlas consigo oír
el descanso. Anhelo el otoño
sin que haya nacido el verano.

¿Y si me dejas en reposo?
No morirás aunque duerma,
la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar
coexiste la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar deicidio
contra estas cansadas manos,
estos pesados brazos más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene
viva, ventana y lumbre,
al parecer, el sonido no ondea
sobre el agua, puerta y límites.
Al parecer, los lilos florecen
sólo una vez al año.

¿Qué tal si me permites apoyar la cabeza
aunque sea en la nube de espinas?
Ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.
Auto-ventilarme en un sol,
en una punta,
en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco:
¡Puff!, y permitir...
No ser.
Auto-inhibirme en el altar
de las lilas abiertas a lo que sea.
Al blanco.

(Los parasoles de Afrodita. Ed. Baile del sol.)




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martes, 5 de abril de 2016

Cuatro descartes lluviosos



1. Llueve obedeciendo el cielo
mi deseo de humedad.

2. dormir junto a la ventana,
desear transformarme
en una planta o una piedra
a quienes —son personas,
ambas son personas—
el agua alimenta o limpia.

3. dormía al llover tan solo el suelo:
Que el amor recorra las calles
y caliente la tierra con su agua
celeste —cae del cielo, ella cae del cielo—.

4. todo cambio de estado
implica un cataclismo. la lluvia,
aunque caiga suavemente,
destroza el cuerpo del aire,
agujerea la atmósfera.
¿No le dolerá a ella toda
esa metralla atravesándola?

(De "Los cabezos amarillos")

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lunes, 28 de marzo de 2016

Los cabezos amarillos


AQUÍ se pueden ver más fotografías referentes al poemario y al mismo paisaje

Los cabezos amarillos

De los rizomas aguados
al venerable panorama
de los iris sumergidos
como aflora el manantial
desde la tierra hunde
la llama vertical
del suelo de los cabezos,
las peinetas de la pleamar
azul, el blanco y el amarillo
solicitan un acebuche de sal
como las cañas verdes y dulces,
la arena de mi tierra y mi muralla.

Así fue aquel paisaje
donde me extendí ante tu vida,
o para ti.
Aún brotan
los siete colores terrenos,
la luz y el agua se encendieron a tu paso
para que yo recordase ahora.

Llega el mar a la playa
como llegaban desde el pueblo blanco
el cuaderno, los lápices, la bombona
de gas butano, los cuentos y sus regalos,
como si de las Indias vinieran,
y como india tan morena
como la torre que me guardaba.
No tan roca.
No tan alta.
Sí tan rota.
Sí tan permanente-
mente en la orilla.



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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.