domingo, 7 de agosto de 2011

Pinta de india

(Correcciones Nueva Biología. Trabajando en este poema he recordado la fotografía que comento allí en mi otro blog, ésta)


Pinta de india
Tú sabías, lo dijo valiente
la india pariendo en la pradera.




De pronto le han nacido plumas
desde el pelo conserva triste
la mirada de un niño
escondido entre los gladiolos
tan altos como sus padres.
cabizbajo el niño ha reído
y de pronto me he visto
en sus dientes de calvario de leche.
Mi pecho amamanta piedras
que se encalan.


¿qué pinta el metapoema
entre dolores de parto
en cuclillas sobre la yerba?
Qué pinta lo entendido
sobre lo que de estas manos
huye sin advertir
qué color pintan
las auras que pintan el cielo
con los colores del arco iris
que no nos pinta,
que no nos pinta.
Construyo lo único que huelo
y oteo palmo a palmo un mar
de hombros y pechos soldados
con ojos sin cal viva que les pinte
que se devuelven la sonrisa
al ombligo,
que no tiene dientes,
que no
pinta al margen del camino,
piedra blanca sobre la tierra.


Sofía Serra, 2010

sábado, 6 de agosto de 2011

Provistos por escrito II (Empédocles)

Esta cita de versos se la debo a un buen amigo que me la envió hace pocas semanas. Me pregunté al leerla, cuánto tiempo más seguiremos diciendo-viendo lo mismo. O mejor cómo es posible que olvidemos lo que tantos han dicho antes que nosotros. Parece que nuestro sino es llegar al mismo lugar por nuestros propios medios.
Los estudiosos han interpretado siempre estos versos del agrigentino desde su teoría de la metempsicosis. A mí no me sonaron a nada de eso, me conmocionaron, primero por su "modernidad" y después porque me recordaron mi propia poética, la vertical memoria, o teoría de lo que somos y el olvido que consentimos sobre nuestro paraíso imperdible.


Pues yo fui alguna vez un muchacho y una niña y una planta, y un ave y un mudo pez marino[Al nacer] lloré y gemí al ver una región insólita...
(Empédocles, fragms. 117-118)

jueves, 4 de agosto de 2011

Níobe o la mujer poeta

(Correcciones Nueva biología)


Níobe o la mujer poeta


Da igual lo que pienses sobre el florecer y los lirios.
Los cambios permanecen empapados
bajo el barro seco de una memoria
que sólo algunos ojos humedecen,
ablandan
esta costra y duelen… duele tanto asimilar
cómo se levantan los lirios.


Rompieron paredes
cuando ya el abisal canto del cuco
dirimió
entre el sol y la tarde
que sólo existe un dios inacabado
que crece y crece hasta
que las arterias revientan
de sangre, pura sangre
de lodo y dolo
por estas muertes propias de lo ajeno.


Da lo mismo a todos.


Los lirios a toda vela cabalgan
aunque aprisione sus raíces
la tierra dura,
tan dura como tanta
fuerza llora
la prensa hipotálamica de tu vestigio.


¿Qué hay de lo que fuiste cuando dejaste de ser?


Me balanceé al son del columpio
que me soñó sin yo serlo,
breve paisaje deslizado
bajo las volátiles piernas
de la niña siempre riente
al estreno
del estómago desbocado al aire
del vaivén
del cielo al alcance.


¿Para qué sirven los dones más que para enlutar?
Todos eran mis hijos.
Uno a uno los fue matando
hasta hacer nacer cada uno de sus versos.


(Sofía Serra, 2010)

lunes, 1 de agosto de 2011

Canción de una anciana que ya murió

Canción de una anciana que ya murió


Bestialidad y vida afloran
indisolublemente unidas.
Soy yo más tú
sin andamiaje,
sin convulsos vetos
sin abejorros ni respectivos aspavientos,
cómplices, en perfecta armonía
y equidistancia exacta del pellejo a la piel
de la una al otro jamás,
sola y justa, perpetua.
No yo.


Argumentos insostenibles
por estas manos que se descuelgan
sobre la noche que muere
al final del mar de azoteas
que imagino.
El calor se posa grandilocuente
y cálido
como un buda que otea
buscando la boca que más hambre tiene.
Tú eres fresco,
pero nada transparente,
en el mar de tus ¿cojones?
—te ahogaste en ellos—,
así que te hace el hielo.


Yo sé que contigo vive sola
con ella, sola criatura,
lobo suyo,
niño bueno, niño
cuerdo y fino niño
y ahora los colmillos
que te afilaron
se ceban en la más tierna carne.
Y ella es la nada,
nada más que poder
doler.


Cameraman, y mi estulticia
solapándote, atendiendo a tus razones
de milicia como si hubieras
extendido a mis pies los parterres
de flores del parque de marialuisa,
dicen, ventilando argucia,


como si yo fuera a tocarte
como si mi ventisquera,
porque ya es agosto
y cantan las hojas
llamando al otoño,
corriera rauda por el barranco gravero
de un hoy tan seco
tan duro y fósil, hermético
en el sentido de las agujas
del reloj de arena.


Veo mi vida como un saco de muelas
recién extraídas que hubieran abandonado
el dolor en la boca de algún amante,
algún lobo serio tuyo de raíces
y venas al viento, de pelo teñido
con la henna de la luna que templa
mamparas de acero, blancas,
sobre los raíles de cuerpos que duermen
con la garganta abierta al cielo
de una noche de verano
que yo ya he olvidado.


Sofía Serra. Ayer, 2011

Provistos por escrito I (Italo Calvino)

Inauguro sección en este blog que me prometo etiquetar como es debido (habilitaré gadget correspondiente en la barra lateral). Estará dedicada a recoger palabras de otros, conocidos o no,  que por cualquier circunstancia las siento como mías, o me gustan, o me impresionan o han impresionado, en fin, dignas según mi criterio, de recordar y extender. El título de la sección: Provistos por escrito,  hace referencia a una especie de poemario que un día comencé hace mil años, un poemario en prosa con formato de obra de teatro y que literalmente hice añicos, :))), y después pasé por la candela con leña de encina, para no variar en mí habitual percepción sobre las cosas que voy haciendo. Como se me queda todo "antiguo" o "viejo", hago "limpieza". Siguiendo el hilo de las que hoy transcribo escritas por Italo Calvino, yo "no me resulto nada clásica para mí", pero sí han resultado demasiadas ya los autores o los versos, o las palabras de otros como para intentar seguir conservándolas en la memoria nada más. 
La intención no es promover debate; ese, se da por supuesto, está abierto siempre. Su fundamento es alojarlas en este blog, guardarlas aquí, no habilito archivo de ningún tipo para guardarlas en mi ordenador.
La de hoy es más extensa, tal vez por corresponder a su inauguración, pero supongo que la mayoría de las transcripciones serán mucho más breves.
Ah, se me olvidaba, a partir de hoy intentaré que las entradas de este blog vayan escritas en color verde.
* * *

1. Los clásicos son esos libros de los cuales se suele decir: "Estoy releyendo..." y nunca "Estoy leyendo".[...]2.  Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.[...]3. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.[...]4. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera5. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.[...]6. Un clásico es un libro que no termina de decir lo que tiene que decir.[...]7.  Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).[...]8. Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.[...]9. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.[...]10. Llámase clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.[...]11. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.[...]12. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce enseguida su lugar en la genealogía[...]13. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.14. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.

ITALO CALVINO ("Por qué leer a los clásicos". Ed. Tusquets, 1992)
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.