lunes, 9 de mayo de 2011

Vitálica-poética

Tras unas horas de descanso en las que he aprovechado para, entre otros menesteres, ordenar mis útiles de labores de ganchillo y costura y disfrutar y gozar con la visita al Antiquarium de Sevilla (qué maravilla, dios mío, emocionada hasta los tuétanos, la historia es muy larga, algún día expondré un reportaje completo con fotos y texto sobre el Mercado de la Encarnación, desde que lo recuerdo sobre los 10 años hasta ayer mismo, o sea, serán 38 años de palabras y fotografías) más asistir a un concierto de violín y contrabajo durante el que, como desde pequeña me sucede cada vez que escucho música clásica, terminé con las lágrimas saltadas y el corazón botándome en plena calle Tetúan de Sevilla, retomo correcciones.
Está claro que las voy intercalando.
Esta vez  dos del poemario que hace poco cerré: "El muriente". No tengo transcritos aquí estos poemas.

Vitálica 

me desdibujé florida tumbada a boca abierta
inscrita en las clausuras simétricamente opuestas
a lo que me sostiene
di lo que sin saber ofrecía

mi ser de Hombre por amor
a las bellas artes de lo humano

invalidando

las migajas de los fueros,

mas yo inconclusa me centro
en privanzas,
y ya perdida me encuentro
en andanzas
de lo que fui y sigo siendo
concretada en estos límites:
mi silueta y mis perfiles

remedan en búsqueda inversa

una ronda de noche.

la memoria hace de las suyas
levantando acta de recuerdo
desdeñado ha,
¡ah!, el mar,
hoy te cruzo de puntillas,
me sincronizo y me devuelvo
a un lugar que es sólo mío.
Mi rastro endecasílabo
enhebra verso abierto,
soy yo que una misma veo
en este proceso de perpendicular pesquisa.

Poética

Andaba a tientas con la bonanza y el barranco
racimando avena y comiendo girasoles
cuando desde la suerte me agazapó la idea
de tu desdicha. Saltó al mineral de mi pecho
como gotas que salpicaran desde tu aleta.

Fue cuando el mar ya lo cubrió todo.
Y entonces, me convertí en sirena.

(Sofía Serra. Diciembre, 2010)

sábado, 7 de mayo de 2011

El dis-curso

(Corrigiendo "Nueva Biología")


El dis-curso

Duelen las patrias: Suelen.
Padecen las matrices: Hacen.
Penan los enseres sobre los que vacilamos,
si discurrir sí…
si pensar no…
Ajustamos el estómago a las curvas
ciñendo nuestro patri-monio, o matri-monio,
a meras huellas de partidas. O llegadas.
De nacimientos o defunciones,
(de cualquier tipo, hechura o estilo, todo hay que decirlo)
están los archivos repletos, colesterol saturando
ácidos que nos ayudan a digerir
que no somos ya,
ni tan siquiera,
un disimulo divino.
Ni siquiera amor,
ni siquiera pabilo.
Si acaso sombras, mía sombra y tuya sombra más
la del edificio o la de la señal al ocaso,
sombras juntas,
sombras hechas
sombra una sobre
el suelo.

Él nos redime de los límites.
¿Qué nos impide entonces?

(Sofía Serra, 2010)

jueves, 5 de mayo de 2011

El precipicio

El precipicio

Allí estaba ella, él entregado a la libertad
donando sus capicúas flores,
flores como orgasmos quietos,
arrítmicos, suspensos de lámparas
implícitas sobre el escenario.
La jornada partió el camino,
el camino se sostuvo colgado
de los dos salientes sobre el río,
el río fue un hilillo de baba
resbalando por la comisura
izquierda de tu boca.

¿Hasta cuándo dormirás
ahora que han encendido las luces
los vecinos y puedo contemplarlos
eliminando las huellas de su crimen?
Qué bello el río recorre
la calle al fondo
cristalina llego
me rompo y estarzo sobre los adoquines.

Adolezca de todos los gozos
con tu nombre mientras
no te averigües mientras
no te sane la solícita
costumbre de dormir al viento
del voyvén.

Tú y mi despedida de ti.
Tan lejanos vados.

Sofía Serra, Abril 2011

martes, 3 de mayo de 2011

"A un artista de las dos dimensiones" (en audio también)

Cuando lo he visto subido, me han entrado ganas de grabarlo en audio, así que repito entrada y la otra la borro. Hace ya mucho tiempo que no lo hago, creo que demasiado.



A un artista de las dos dimensiones

No son rosas, ni falta que hace.
Deberían inventar un nombre para este estado:
el estómago ancho, no cebado, la percepción
de otro que se asimila en tu sangre,
en cada célula, en cada vestigio del paso
del pensamiento
que es el que siente.
Conciencia.


...Que para la rosa
baste nazca la flor,
el vuelo de tus pestañas embarcando el cielo
en el dibujo preciso de la mirada.
Ni un traspiés, ni un sinvivir, ni un convenir.
Un tú y yo y la espera del sol
resbalando por la fuga del suelo.
Evidencia.


Y me sobreseo,
y me sobrevuelo por tu rondó del aire
rozando la curva de la hechura plana
que aproxima fiebre al acceso de tus dedos.


Así que el alba nació.
Blanco que no sé de dónde viene
ni hacia dónde me mueve.


Sí y no, que ya me confundo.
Sí y sí, que ya planea el mundo.


Fluir con una especie de condena,
llegar con cierto destense de las bridas,
quebrar, penetrar, desvestir…
Desprender este espacio que a mí sola entorpece.
Lograr aplastarme hasta habitar tus dos dimensiones.

Sofía Serra

domingo, 1 de mayo de 2011

Cae el cielo

(Sigo corrigiendo "Los parasoles de Afrodita")


Cae el cielo
Sus garras, fasces de hierro.
Mis dedos, suicidas pétalos.
¿Habrase visto tamaña torpeza?
¿Qué me reventará por dentro
cuando Ella se exhibe
engañando al hombre con el tiempo?


De la nada al silencio,
del blanco al trecho que nos aísla
disolviéndonos como sendas trazadas en el agua,
nos bebemos.
Calmamos así la agonía en la batalla por ser amados.

Cálmame, cálmame. Bébeme, bébeme.
Ábre-te-me-abre
este insufrible sordo batir de ensenada
contra su propio aliento
de lame y lamina arena
de color y piel de tu gemelo,
tu curva,
tu lado costero que me embate
al son del pulso caliente
de mar y combate,
de mar y su arrastre,
de mar y su agua, su lecho blanco, la cama
del mar con sed de hambre a mis venas,
a mi gusto, a mi carne, a mi alma,
a tu sal.

Cegada la paloma
se desoja por hallar el consuelo
que la encarne
en verbo puro de un cuerpo
vivo vagando por el suelo.

Yo hoy calle mi voz.
Yo hoy sume mi boca y tú
inspires y venzas y goces y sufras y llores y te entierres en la fecunda,
germines como el verde y florezcas como el pico del mirlo bebiendo del sol.
Yo hoy soy ya muerte de mí
y de las aguas y de los aires
y de la rama.
Ya hoy callo.

Callaré mientras vivas,
callaré mientras voy muriendo,
callaré ante ti, callaré, callaré, callaré... Cae el cielo.

...Y la palomas sangran... Ay, cómo sangran las palomas.

Mudad, mirlos blancos,
a otros lugares u otros colores,
que yo con mis plumas vuelvo a tierra,
que yo a mi cielo caigo.

De mis pupilas nacerán las flores, armas vestales
que empuñaré con mi miedo.
Vosotros, posados en el suelo emplomado
con sus pétalos, seréis mi armadura.
Ella sólo polvo seco
que moldearé con mis manos y tu lluvia.

Y beberé, beberé y beberé de ti.
Y hallaré tu llanto en mis párpados cerrados.
Y arrullaré esta ensenada abierta con la templanza de tu ansiado adviento.
Y revelaré esta fotografía sobre tu boca,
y tomaré de tus dedos,
y ensancharé mis caderas
como tú consumes de las curvas de este mundo
lloviendo en norte con las cosas serias.

...Somos tan ricos, ¡somos tan ricos!
En la tierra renazco.
Cae el cielo.

Sofía Serra, Mayo 2010
 
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