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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Desde Foucault hasta la praxis de una poeta: explicación a partir de una fotografía


Título de la fotografía: A dos luces (episteme)


Como el fin último que me mueve a hacer lo que hago es intentar convencer a cualquier otro ser humano para que cambie su forma de mirar las cosas con el fin de que, haciéndolo así, entre todos el mundo podrá ser otro, y como siento que nunca o casi nunca logro hacer entender esta cuestión, realizo esta explicación sobre mis propios resortes creadores, circunstancialmente limitada a una fotografía en concreto, por mor de que existan más posibilidades para la realización de esa mal llamada utopía que todos los seres humanos deseamos. No existe nadie que no anhele poder vivir feliz y en paz con su vecino, y, como todos lo deseamos, debemos ser conscientes de que el otro tiene exactamente los mismos derechos a ello que nosotros. Esto es saber ponerse en el lugar del otro, es decir, esto es saber amar. Ése es el motivo fundamental por el que mis versos están mil y una vez marchamados con el vocablo “amor”.

Michel Foucault. “Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas”

Los códigos fundamentales de una cultura […] fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas o las interpretaciones filosóficas explican por qué existe un orden en general […]Pero entre estas dos regiones tan distantes reina un dominio que, debido a su papel de intermediario, no es menos fundamental: es más confuso, más oscuro, y sin duda, menos fácil de analizar. […] Es ahí donde una cultura[…] se libera lo suficiente para darse cuenta de que estos órdenes no son los únicos posibles ni los mejores; de tal suerte que se encuentra ante el hecho en bruto de que hay […] cosas que en sí mismas son ordenables, que pertenecen a cierto orden mudo, que hay un orden. Es como si la cultura, librándose por una parte de sus rejas lingüísticas, perceptivas, prácticas, les aplicara una segunda reja que las neutraliza, que, al duplicarlas, las hace aparecer a la vez que las excluye, encontrándose ante sí el ser bruto del orden […] Así, entre la mirada ya codificada y el conocimiento reflexivo, existe una región media que entrega el orden en su ser mismo. […] tanto que esta región media, en la medida en que manifiesta los modos de ser del orden, puede considerarse como la más fundamental: anterior a las palabras, a las percepciones y a los gestos que, según se dice, la traducen con mayor o menor exactitud o felicidad (por ello esta experiencia del orden, en su ser macizo y primero, desempeña siempre un papel crítico); más sólida, más arcaica, menos dudosa, siempre más “verdadera” que las teorías que intentan darle una forma explícita, una aplicación exhaustiva o un fundamento filosófico. Así, existe en toda cultura, […] una experiencia desnuda del orden y sin modos de ser.

Este es mi “problema” y mi explicación, aquí me encuentro y desde aquí vivo, escribo, pienso, siento, elijo o hablo. Comprendo entonces las dificultades experimentadas tanto por mí por como los demás en el vano intento de hacerme entender o ellos intentar entenderme, porque una de dos, o Foucault está equivocado, o yo estoy loca (que es lo más probable). Él analiza efectivamente un estrato del “funcionamiento” humano, pero yo soy un ser humano concreto. Son características, las que él desglosa, atribuibles a algo sin materia ni conocimiento ni nada, algo que es un ente abstracto, mientras que esas características las encuentro en mí, en mi posición y en todo lo que hago y desde donde todo lo hago, y hacia donde todo lo hago sin querer ( y aquí fundamental mi forma de componer poesía o fotografías) pero resulta que esa “zona” no es lugar para seres humanos concretos, creo, sólo para resortes humanos globales, colectivos, sociales y culturales.
Éste es mi desencuentro con todo lo que hallo en esta vida, ¿cómo hablar desde donde no se puede estar? ¿Cómo puedo estar ahí? ¿Qué hago ahí como ser social que se llama Sofía?

La fotografía:

Esta fotografía habla de...lo que desee cada espectador; sin embargo, su mensaje fundamental subrayo lo de fundamental, intuyo que nunca podrá ser captado ¿porque está pensado desde “esa zona” imposible para un ser humano? Es posible. Pero es que esa zona, la explicación de la fotografía, el fundamento desde donde está hecha, fue vivida por la autora tras haberla disparado. Se dio la circunstancia de que entablamos conversación con el guarda de la Iglesia, mi hijo, el que aparece leyendo bajo las dos luces (por duplicado, los focos y la luz de la puerta que aprovecha para poder leer) y yo. Y se dio la circunstancia de que el guarda me “derramó” una explicación completamente errónea sobre la iglesia, edificio emblemático por la restauración a la que había sido sometida, y su historia. Entonces, en vez de despedirme educadamente, me dispuse a hablar con él, poco a poco, interesándome por su trabajo y su modo de vivirlo, porque, como sospechaba, no se había preocupado lo más mínimo por informarse del lugar, del edificio tan importante (por su tradición cultural) que custodiaba. De tal forma que cuando ya lo tuve en mis manos, es un decir, simpáticamente, humanamente en mis manos, le sugerí que podía aprovechar su precioso entorno de trabajo para adquirir mayor conocimiento sobre al menos ese lugar al que dedicaba tantas horas de su vida. Por supuesto topé con el normal ser humano que tras su jornada laboral no hace el más mínimo esfuerzo por entender y conocer qué es aquello para lo cual sus habilidades y tiempo son empleados, con lo de enriquecimiento humano que ese conocimiento le podía ofrecer. Yo lo animé muy divertidamente, aligerándole la cuestión, indicándole que con un simple vistazo a la guía (folleto de tres carillas que mi hijo estaba leyendo) ya podía adquirir cierto conocimiento (esa lectura le hubiera impedido cometer los errores garrafales a la hora de intentar informarme creyendo que era una turista más, no una sevillana que había estudiado Hª del Arte). Y tras mucho hablar, él sobre todo y los tres reírnos amistosamente y graciosamente, me dijo que sí, que era verdad, que no se le había ocurrido.
Bien, en la fotografía, el guarda, la persona no informada, está de espaldas a la luz, mientras que mi hijo(circunstancialmente resulta que se trata de él, pero podría haber estado fotografiada cualquier otra persona), es decir el ser humano que se esfuerza por informarse (actividad precisa para adquirir conocimiento) esta de lado a y bajo la luz, aprovechándolas para su beneficio.
¿Por qué este título que le doy? Dos luces, los dos focos, la luz que entra por la puerta y la artificial del interior, la luz interna del ser humano y la externa, dos por todos lados, dos personas, dos edades, dos posiciones respecto a las luces y ante el hecho del conocimiento en sí. Yo soy la que dispara y por tanto desde esa posición “veo” las dos situaciones, es decir estoy en esa zona intermedia, veo la codificada (guarda), que siempre puede ser equivocada y la reflexiva (la científica y la filosófica, mi hijo leyendo)
Pero como digo, la fotografía la disparé antes, minutos antes de que el guarda se acercara a explicarme equivocadamente la historia del lugar y que como consecuencia de ello, mi vena pseudo pedagógica , ese afán por convencer para esforzarse por conocer, se desarrollara.
Pero ¿qué culpa tengo yo de estar simplemente “aquí”, en ese lugar del disparo o ese lugar del ser social y cultural y hasta vital, ese lugar que mi fotografía (en este caso la fotografía, en la vida, cualquier cosa) salga de ahí, que el guarda quisiera lucir su “conocimiento” conmigo creyéndome tonta o que encima, en vez de haberlo mandado a freír espárragos soportara estoicamente toda su charla graciosa hasta que al fin pude medio meterle en la cabeza que es mejor intentar conocer?
Me despedí tras casi 20 minutos con un, risas por en medio, “¿Qué no se le olvide, ¿eh?, yo por su trabajo, daría dinero”.
¿Qué relación tiene todo esto con lo que dice Foucault? Creo que es evidente. Lo mismo la fotografía que el fundamento de ella está comprometido con ese orden natural de las cosas, esa zona en la que la experiencia desnuda del orden se da. Esa zona en la que la cultura se libera de sí misma, o al menos de sus rejas, aplica una segunda que a la vez la libera, la neutraliza: esa zona, más confusa, más arcaica, más primitiva exactamente, más “verdadera” como él dice que cualquier interpretación filosófica o científica y ajena al orden empírico establecido. Como yo, sin quererlo aunque tal vez pretendiéndolo inconscientemente, me sitúo ajena a ese orden establecido, en esa zona “imposible”, creo, para un ser humano concreto, llego a través de lo que sea que haga a ese orden sustancial o primario, ése que siempre es el verdadero, el que nunca se equivoca porque de él partirán luego las explicaciones filosóficas o científicas, vayan a donde vayan, y los órdenes establecidos, que bien pueden equivocarse siempre, que siempre podrán ser criticados por mí, simplemente por la posición desde donde “veo”.
Y así la fotografía “no prevista” habla de lo que después sucede empíricamente (la conversación con el guarda). Por eso lo de episteme en su título (fundamento del conocimiento))
¿Cómo puedo hablar de todo esto a través de una fotografía o una poesía…o peor, ¿cómo siquiera voy explicar esto que estoy diciendo delante de cualquiera sin que me tome por loca “iluminada” o engreída? el ser de poeta exige la superación de muchísimos prejuicios sociales, y uno de ellos, éste fundamental, cuesta más trabajo que ningún otro, pues todos necesitamos ser valorados en justa medida por el otro. Sin embargo, el ser de poeta debe ser valiente, es algo que debe conformar consustancialmente a su propio hecho. Quien lo logra es el que merece ser llamado auténtico poeta, poeta integral, aunque por muchos pueda ser vilipendiado. Pero esto es lo que entra en contradicción con el propio fin por el que lo hago todo. En el momento en que no sea bien entendida la intención, el mensaje dejará de tener eco, y así, resulta imposible la misma pretensión original del acto poético. ¿Cómo superar esta contradicción? No hay forma posible. Sólo debe hallar lugar el riesgo.
No hay “milagro” creativo, no existe la magia en la praxis creativa del ser de Poeta. Su, podríamos decir, atractivo imperioso, por casi mistérico, que en los demás seres humanos provoca, se debe tan sólo al resultado de una congruencia casi impelida por la misma forma de ser del consciente humano, común, como todos sabemos, a todos los seres humanos del planeta. Si nos diferenciamos genéticamente de una mosca en tan sólo un diez por ciento, ¿cómo renunciar a la posibilidad de que si el poeta puede (posicionarse en ese lugar originario o auténtico, y desde esa posición, logra mirar las cosas de otra forma, desde el lugar primigenio, que a todos nos abastece) todos los demás seres humanos pueden hacerlo?

Sofía Serra, 2009




 
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