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miércoles, 25 de febrero de 2015

Letanía afrodisíaca

Apareció este poema publicado en la contratapa de Los parasoles de Afrodita (Baile del sol, 2013). Lo consideré un buen remate  externo al mismo poemario pero  a la vez relacionado con lo que lo concibe, de alguna forma lo sintetizaba, aunque el acto en sí significara que rompiera con lo habitual en las publicaciones de esta editorial, que normalmente sitúan en ese lugar un poema del mismo libro del tal volumen, a modo de muestra.
Sin embargo forma parte sustancial de este en el que continúo trabajando que llegó creo que casi dos poemarios después La exploradora, como todos sabéis perteneciente al Ciclo Suroeste, un ciclo posterior. Se ve que la misma necesitó encomendarse a una de sus deidades para que la protegiese, o le diese fuerzas o quién sabe qué en sus recorridos exploratorios por esos caminos algo procelosos en ocasiones.
Dedico esta entrada a mi querida amiga Pilar Fuertes Aguilar.


Letanía afrodisíaca


Afrodita–mente I

Afrodita, la de huesos perennes
y salud de hierro y elástica sangre.
Afrodita, la hacedora de sienes.

Afrodita–mente II

Afrodita, de cuerpo como estrella.
Afrodita, la de los ojos grandes.
Afrodita, la desmembrada y ojerosa.

Afrodita-mente III

Afrodita, la del negado a-dios
o manto memoroso.
Afrodita y el agua de perfil.
Afrodita, la seductora
de raíces. La de profundas huellas,
y potentes piernas. Afrodita
arbórea y terrena

se mudó más allá del sol
y el humo, como los barcos
que se sucedían
—como en cascada caían,
como en cascada—
imitando el canto de las piedras,
extendiendo los arrozales,
cavilando duermes
como ventisquera muda
hacia el soplo se huye,
hacia el sur y el oeste.

Afrodita, la de manglares brazos.
Afrodita, la de terrizas manos
y acuosas sienes. Afrodita,
la que permanece y la que llega.
Afrodita continental
y continente. Afrodita,
la sureña con norte
de orbe. Afrodita,
la deicida.

lunes, 9 de febrero de 2015

"Suroeste" ya disponible

Aquí está, queridos, ya disponible en la web de Ediciones En huida. Os dejo el enlace, la sinopsis y un breve avance del libro en sí mismo.
(En librerías a partir del día de su presentación, este viernes, ya haré entrada al respecto.)

AQUÍ, se puede adquirir.

AQUÍ, un breve avance del libro en sí.


SINOPSIS "Suroeste"
 
"Suroeste" es la descripción ralentizada de un solo instante, ese exacto en el que se llega a un lugar, en este caso identificado por una nomenclatura geográfica que coincide con la física habitada por la autora, pero que por el acto poético se transforma en el reconocimiento de ese sitio sin nombre donde la inefabilidad toma carta de naturaleza, ese lugar que nos habita o tal vez sobre el que se construye toda la existencia interior de lo que somos. Quizás el centro, quizás el núcleo (ese "nife" que aparece en sus primeros poemarios), seguro la esencia de la que parte todo el devenir poético (o sea, vital) de la que lo escribió.



Dos visiones sobre Suroeste


Intento hacer una panorámica similar a la que recogió el título del poemario. A todas luces, a todas luces, efectivamente, imposible. La primera fue disparada en abril (2012), la segunda hace tres o cuatro días. Mientras el país casi al completo se viste de blanco por la nieve, aquí el blanco, blanco que hasta duele, solo aparece por la absoluta luz que los vientos del norte dibujan en cada fachada. Hay cientos de suroestes, pero el que hace acto de presencia cuando el bóreas alimenta se hace tan duro e hiriente como el cristal, transparente, sí, pero con la severidad de la ausencia de matices, la rudeza, la crudeza y hasta la crueldad de la luz, la Inhumana, tal como la nombré en Canto para esta era, puesto que efectivamente es así, No-humana. Pero hoy sí recojo el matiz peyorativo de este vocablo al nombrarla.
(Me dicen que hoy llega el libro desde la imprenta. A ver si a la vez que tan buena nueva cambian las direcciones de estos vientos tan fríos.)

Para verla en grande y sin marco, picar AQUÍ

Para verla en grande y sin marco picar AQUÍ

jueves, 29 de enero de 2015

Prólogo de Manuel Moya para "Suroeste"

(Ya mismo sale de imprenta. Os dejo con las palabras que Manuel Moya (ahí, ahí su blog) ha tenido la generosidad de escribir para abrirle la puerta.)







SOFÍA Y EL TERRITORIO

Confesemos antes de nada que Sofía y yo compartimos cosas, algunas, muchas, viejas cosas. Compartimos un pueblo que se levantaba en la escarcha y se acostaba con el humo azul de las chimeneas. Compartimos fiestas lunares y días de campo. Compartimos un tiempo que lograba dejar atrás, pero muy perezosamente, las trazas de la dictadura. Pero sobre todo compartimos un amigo, Lito, que se nos fue hace poco más de un año, como se va la escarcha pasado el mediodía, como se va el humo azul de las chimeneas cuando entra marzo y lo revuelve todo y como se va la luna para renacer más tarde. Hoy, ahora, antes, durante y después de leer Suroeste se impone la presencia del amigo ausente y lo busco entre los versos de Sofía y lo busco en ese mapa físico y casi metafísico que nos propone Sofía en Suroeste, oteándolo en los esteros y bajíos, buscándolo en las laberínticas aguas, vislumbrándolo aquí y allá sin acabar de encontrarlo, sin acabar de perderlo. Lito. Nuestro común amigo Lito. Que se nos fue sin llevarse nada, y por no llevarse nada ni siquiera se llevó la vida que todavía —y cómo— le quedaba por delante. Y me tropiezo con él a cada instante, y su visión contamina mi lectura una y otra vez, y es inevitable y es humano y me gusta que así sea.

Con frecuencia me pregunto qué razón lleva al hombre a trazar sobre el papel esa cosa ambigua y cuajada de perplejidades que es la poesía. Por qué todavía hay gente que se encierra durante horas a alumbrar un poema y, aún más prodigioso, por qué otro alguien se sienta frente a él para desentrañarlo. Qué alumbra el poeta, qué luz recibe quien desentraña sus versos, quien se adentra en el territorio alumbrado por el poeta. Es este equívoco, este milagro, el que alienta a las generaciones de hombres a seguir caminando a través de un bosque donde abundan más las preguntas que las respuestas. Es precisamente la falta de repuestas de la poesía o su imposible claridad -su radical fracaso en definitiva-, el fundamento de su ser y lo que quizás sea aún peor, de su necesidad. Trazar el mapa de nuestra identidad, saber quiénes somos y qué carajo estamos haciendo aquí, en este escenario, son las preguntas que están en el adéene de la poesía desde sus inicios. Y trazar las siempre falibles cotas de ese mapa personal donde se afirma y se justifica nuestro imaginario -nuestro ser- es la labor de todo hacedor de poesía. Trazar ese territorio vital, esa alcurnia, por decirlo de otro modo, es lo que sin duda hace Sofía en estos versos que parecen llegarnos desde su propia necesidad, enhiestos como espadas y lúbricos como ríos que arrastran sobre sí el peso de una identidad y de una historia.
Sofía es una poeta de tradición nerudiana, magmática, solar, explosiva, vehemente, agónica, dionisíaca. Distinta. No busquemos en sus versos la palabra sumisa, el aliento contenido. Como las aguas de ese río metafórico que nos propone en este libro (primero de una tetralogía, según me confiesa), sus versos no corren limpios, sino vivos y agraces, no habitan mansas las orillas sino que continuamente las inunda dejando sobre ellas toda la tierra del camino, buscando no la precisión, sino la fuerza interior que habita en las palabras. Sofía entiende el poema como lucha, como cráter donde se dilucida esa batalla radical con ella misma y con el mundo y por eso en medio de sus versos, agónicos siempre, aparece ella, con sus arribas y sus abajos, con ese ritmo endiablado, con ese fluir sin aparentes límites, río al fin que todo se lo lleva por delante. La palabra se sitúa en el centro, torsionándolo, y desde este centro habita el poema, lo sacude, lo desquicia y lo rompe. Lo vivifica. Palabra en tensión, palabra insumisa, palabra viva es la suya. Porque es justamente a través de esta tensión agónica que construye su propio territorio.
En Suroeste, acaso su libro más personal hasta la fecha, Sofía traza una cartografía personal e intransferible, donde el territorio y el yo se identifican formando un espacio de dimensiones míticas, reconocible en su topografía y transferible en su visión interior, por el que asoman sus fauces los viejos pecios del pasado y libran su batalla las incógnitas y las deudas del presente. Como todo poeta valioso y verdadero, Sofía se deja arrastrar por esas aguas que van a encontrarse con el mar, que en ella es el sentir y el ser. Pero ella es río todavía, meandro-río que se sale de sus márgenes, río-meandro que arrastra su ser múltiple por una tierra anfibia que tiende a sobrepasar sus propios límites, consiguiendo que lo interior y lo exterior giren, se mezclen, se depositen en esos márgenes, para formar, sí, un espacio vital y no violado, una región habitada. Un mito.

Manuel Moya,
Fuenteheridos, 31 de diciembre de 2014

lunes, 12 de enero de 2015

Galeradas de Suroeste y yo

Galeradas de Suroeste y yo

Terminadas de revisar las maquetas/galeradas, señalados los pequeños ajustes pertinentes de última hora, mi cuerpo intenta verbalizar, a través de este acto de escribir, su estado anímico. Desde el día q que me llegaron hasta hoy, hasta ahora mismo, el ademán que me sostiene es el de la beatífica placidez. Jamás, nunca, nunca, nunca he sentido algo parecido en mi actividad humana relativa al hecho de editar, ya sea para mí, para otros autores y/o editoriales, o que me editaran. Y toda la culpa la ha tenido, la culpa de este beatífico estado, la visión del diseño y el trabajo realizado por esta pequeña editorial que para colmo tenía tan cerca. Nunca me he sentido así, repito porque, para unos, dado mi carácter extra-exigente, y para otros, dada "su escasa exigencia", la sensación que siempre me quedaba era la de angustia permanente, y, sobre todo, inentendimiento sumo.

Pero debo añadir que no hablo tan solo porque esa visión se realizara sobre mi poemario. Conozco muchos trabajos editoriales (no solo por "lecturas"), conozco bastantes editoriales, algunas de las cuales se pavonean con la cola bien abierta por sus grandezas (sic) cuando en realidad al abrir el libro te encuentras con el despropósito por bandera. Un libro es un objeto. Se diseña, se fabrica algo que va a ser contemplado por otros ojos con un contenido al que esos ojos tendrán que enfocar sus luces para desentrañarlo y para disfrutarlo. Cualquier detalle redundará en el beneficio (o perjuicio) no de la obra en sí, sino de la relación lector/libro, que al fin y al cabo es el propósito principal de una editorial y de alguien que escribe con vistas a que esas palabras sean leídas por los otros.

En este caso el propósito único, aunque compartido, de editorial y autor, ha adquirido carta de naturaleza, inmanencia absoluta, realidad compartida.
Respiro pues en paz.

Me saltó al pecho (tal como me suele suceder con una fotografía que me salte al pecho), me emocionó. Así, simple y llanamente: la exquisitez y el mimo con el que todo lo piensan, como toda obra que pretenda formar parte del acervo cultural de los hombres, debe hacerse.
Bendita la hora en la que se me ocurrió contactar con Ediciones En huida.

Sí, me siento muy contenta. Pero sobre todo me siento muy orgullosa de poder formar parte de su catálogo. Y me siento muy orgullosa de haber encontrado toda esta plácida alegría en una editorial sevillana. Cualquiera que mínimamente me conozca a través de este blog sabe que no hablo gratuitamente, pero aún menos sobre este tipo de asuntos, para mí muy serios.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Huevos, Suroeste y geografías

Huevos, Suroeste y geografías

Me recuerdo dibujando mapas inventados en plena clase de filosofía, no porque no me gustara la materia. Es que el experimento de las gallinas de Pavlov, tal como lo explicaba el profesor, solo podía terminar como terminó: haciéndolo llorar. ¿Cómo alguien puede pensar que las gallinas vuelan al menos en una distancia tan pequeña y revoloteando sin poner pie nunca en tierra? En fin, esa no era la cuestión de la que voy a hablar, pero no sé por qué, no sé qué hilo me une a ellas, que casi siempre termino hablando de tan plumífero (y malage, si no fuera por los huevos que pone) animal.

El caso es que aún recuerdo uno de los mapas que dibujé. Cuando, posteriormente, leí por primera vez El señor de los anillos y asumí que había escritores que inventaban geografías con datos precisos sobre ellas, cartografiados y todo, comprendí que mi afición no era tan extraña ni incompatible con otra de mis devociones, escribir poemas (o al menos intentarlo).

Aún recuerdo también el primer atlas de mis años de estudiante, uno de mi abuelo del año no sé cuantos. La fecha tan antigua de impresión provocaba que, más que servir de ayuda como material de estudio, su uso conllevara peligrosísimas consecuencias para esos quehaceres, con el consiguiente disgusto a la hora de ser juzgado el trabajo por la maestra respectiva. Sobre todo cuando en el colegio me mandaban hacer mapas de África, tanto habían cambiado las fronteras tras las descolonización de los años sesenta, no cuadraban casi ni una, no eran las mismas que las actuales (sic). Pero no los rechazaban. Me preocupaba de ponerme al día, preguntándole a mi padre, en los periódicos, en la enciclopedia Labor (que ahora recuerdo era del 53, con lo cual, no podía servirme de gran ayuda). Yo los hacía primorosamente (calcados en el cristal de la ventana, claro), con sus distintos colores contorneados a juego con los rotuladores de los que dispusiera. Creo que es lo único que he sabido dibujar en mi vida, para lo poco que he tenido esa paciencia de dibujante. La geografía, una de mis pasiones desde que recuerdo. La visión de la Tierra desde el espacio, la misma. Solo tenía unos seis o siete años, pero jamás olvidaré esas imágenes que mi padre recortó del Blanco y Negro sobre la tierra vista desde la luna.

Por aquel entonces creo que empecé a soñar con ser astronauta. Después la cosa quedó en astrónoma. Y al final en poeta que disfruta con los mapas que Google nos ofrece por este medio.

Decidme qué queréis que os conquiste. Os lo conseguiré en un minuto, sin derramamiento de sangre alguno. Os llevaré por los paisajes blancos de Siberia, por las doradas mareas de los desiertos del Sáhara y hasta os descubriré a Tiffany allá escondida entre las calles neoyorkinas... Una azotea vista desde arriba, un parque en la ciudad, un golfo, una corriente de mar, una nube, un valle, un cultivo de tulipanes, los deltas, las ruinas de antiguas culturas, el misterio de la fusión de las nieves, las cárcavas que recrecen los ríos, también misteriosamente, mientras más tierra les comen, más crecen. Un mar, una isla. Eso dibujaba en el mapa inventado en aquella clase, a lápiz.

Ojalá lo hubiera conservado, el dibujo. Aún mi mente mantiene su visualización.

Suroeste es todo lo contrario a una isla. Se dibuja como un brazo de mar que penetra en un territorio inundando con su fertilidad la reseca corteza de la tierra. Ése es mi suroeste geográfico, mi lugar geográfico, mi sitio físico. Mis pies han caminado durante más de medio siglo por él. Mis pulmones se han alimentado del aire que lo corona. Mis ojos, de su luz. Hasta mis rasgos de hembra fértil considero que extrajeron de él su anatomía: un triángulo entre la tierra, el agua y la luz.
Una isla sin límites, aunque, en el fondo, una isla; aunque, en el fondo, nada isla.
Quizás un nido. Mi nido.

(¿Y los huevos?)

jueves, 4 de diciembre de 2014

Un poema de "Los parasoles de Afrodita"

AQUÍ


Doméstica poesía

Las telarañas neuronales hacen más por el olvido
que cualquier viento huracanado.
La aspiradora de mis sienes
absorben el polvo: más agua y luz,
brota el verde.
Paz del suelo por el que camino
quebrando el aire
ando quebrando
como ente relativo
entre las formas y las alquimias.

Esta ristra de ajos colgada
del amanecer del cuero
con veinte años vivo
sin dudas vertió sobre el papel
herida, cuchilla y sueño,
el más común abandono humano
a toda bestia,
a toda máquina más el viento en popa
a todo trapo.
Los románticos ingleses me lo advirtieron:
procura y arrima poesía.

De aquel baile a este cansancio
adquiero carta de mareantes.
Pies ahítos de yerbas
pies lúcidos de cristales,
pies ya descalzos prestos
a transformarse en pies alados.

(De "Los parasoles de Afrodita". Baile del Sol, 2013.)

martes, 2 de diciembre de 2014

Suroeste En Huida

Suroeste En huida de mí, afortunadamente. Suroeste en un paso que lo acerca más a su razón de ser desde que lo concebí, como cualquier poemario que escriba. Suroeste más cercano a su mundo, el de los lectores.

Ayer mi corazón se dividía en dos, mi mente en cuatro: el júbilo por la noticia que recibí o la angustia por ciertos devenires domésticos. No sabía la sensible pero resistente víscera a qué atender. Aún así cumplió con su cometido. Sus neuronas (el corazón también las posee) se encaminaron a ejercer , así, divididas en dos columnas, el mando sobre las que conforman el cerebro. Ambas supieron organizar al ejército de trabajadoras, que en perfecta trabazón, lograron concluir el día manteniendo ambas emociones en su justo lugar. Las dos se dieron la mano por la noche y el cuerpo que la sustenta pudo descansar.

Tras una noche reparadora, la que tiene boca, que al parecer es esta emoción esperanzadora, no obstante observa cómo el nuevo día se despierta, despereza y levanta, puede hablar. Siempre la voz emerge de un agua clara, limpia, desprendida de las impurezas del cansancio.

Esta compañera vuestra llamada Sofía, a la que cualquier día de su vida le dio por contaminar el espacio que habitamos con la necesidad de hacer público todo aquello que de ella sale de una forma artística, puede así (contando con esos ejércitos de sus vísceras) comunicaros que en poco tiempo, principios del año 2015, saldrá a través de la editorial sevillana Ediciones En huida el poemario que de las mismas exactas vísceras nació escrito bajo el nombre de "Suroeste" durante el año 2012. De esos pocos que una consigue titular desde su primer verso.

Me resulta muy agradable poder comunicarlo, aunque las dos vísceras se hallan en este momento una exactamente en mi boca, y la otra tirando de ella, sujetándola para que no salga por esa abertura dentada y labiada de mi rostro.  Así que debe ser que neuronas también habitan  estos dedos. No me da miedo la responsabilidad. Sí, la escena. Afortunadamente el proceso ha sido tan agradable, amable y con tanto mimo elaborado que confío en que mis piernas no trastabillen ya esta vez cuando dé el paso para lanzar al aire a ese bonito, por ahora solo para mí, suroeste que me habita... O en el que habito.

Muchas gracias, amig@s.

domingo, 19 de octubre de 2014

Nueva Biología, libro en descarga gratuita

"Nueva Biología" estuvo a punto de publicarse hace algo menos de un año. Por circunstancias que no vienen al caso explicar al menos en este post, no llegó a salir. Reconozco que es algo que me ha estado quemando durante todo este tiempo, así que me decido a subirlo a la red para ponerlo a disposición de toda persona que esté interesado en leerlo. Abajo dejo los enlaces pertinentes.

El libro incluye un prólogo de Carmen Karin Aldrey, así como unos dibujos del autor "rodax" creados expresamente para algunos de los poemas como interpretaciones personales del pintor sobre los mismos.

En cuanto disponga del montante necesario, publicaré este libro en papel. Entonces variará como mínimo su prólogo, que en ese momento consistirá en los tres poemas que el poeta, novelista, ensayista y traductor Juan Carlos Sánchez Sottosanto escribió para el mismo a posteriori del aborto de esta publicación prevista para Diciembre del año pasado, y que dejo para lectura de todos debajo de los enlaces que a continuación inserto.

Que lo disfruten o padezcan según guste o no.
Muchas gracias a tod@s.

Sofía Serra Giráldez

(Nota: Me siento en la libertad de esta acción ya que además de ser la autora del texto principal, el poemario en sí, soy la que diseñó, maquetó y editó el libro al completo, cubierta y escritura de textos de editorial incluidos.)

Descarga la cubierta del libro (pdf)

Descarga el texto del libro (pdf)


(Poemas para el prólogo del futuro libro en papel. Autor: Juan Carlos Sánchez Sottosanto)

A guisa de prólogo, como en los Siglos Áureos
Nueva Biología, de Sofía Jesús Serra Giráldez

I – Demiúrgica

Y Sofía Achamōth roza la rosa
que un penúltimo dios floreció en vano,
y levanta los ríos y los golfos
para mirar al otro lado, Arriba.

Pero vano es el Uno, vano el centro.
Estamos condenados a suburbios,
béticos y salobres y pampásicos,
con esa Mar Océano en cuadrícula…

Fluya el menstruo del que fluya el Demiurgo,
y fluya su insapiencia de sí mismo,
su vértigo del yo, de creerse único,

reatisbando, empero, los aromas
del pleroma locuaz. Nombre los nombres:
el enebro, la paz, el mar, el llanto.


II – Hesiódica

Qué distancia enorme del golfo gaditano
hasta la mar vinosa de Homero.
Qué distancia de estos dioses pétreos
pero húmedos de amor, pero esmerados
de honda humanidad, a los triviales
contubernios olímpicos del Gran Ciego de Quíos.
Ella no canta
con el sabor de los hexámetros primeros,
los del alba absoluta,
los del alba de Homero.
Prefiere la mañana ya crecida.
Ella canta con la dura costra,
con la maciza huella, con el duro y puro corazón agónico
del teogónico Hesíodo.
Como él, labra la tierra;
como él, los surcos, los almácigos,
las macetas, las flores, las heladas.
La Andalucía del siroco y hielo
como al otro el rincón agreste de su Hélade.
Como a él, la voz de las antiguas Helicónides,
las diosas que mienten y no mienten,
que dicen la verdad, o entre propíleos,
también la niegan descaradamente.
Eros primero y jamás penúltimo.
Las gónadas taladas de Urano.
La guerra de titanes y tifeos.
: Todo en tus versos de raíz oscura,
de sílabas partidas y deshechas
como terrones que se encuentran, otros
terrones vueltos al azadón labriego.
Fluya Sevilla universal, pretérita,
con vocación de tiempo y de planeta;
súmate, impúdica, a los rostros
tartesios, fenicios, galos, griegos,
y godos y vándalos, vikingos,
y al sarraceno de exquisita tilde,
y a las aljamas de exquisita prosa,
y a los Cetinas, los Murillos, los Velásquez,
los marranos, los quemados, los herejes,
a Casiodoro, a Cipriano, a Julianillo,
pobrecito cojuelo incinerado…
Desde esta pampa donde todo
el occidente se lee distorsionado,
recojo el puente hesiódico y de plata:
tu gran simulación de hallar la aldea,
teniendo, en cambio, prisionero el cosmos.

III – Afrodítica

A la Pandemos, a la Urania, a la Ctónica,
a la de anchos labios,
la de cinturas bamboleantes como
las olas trémulas de Chipre;
a la del goce, a la de ultratumba,
la de los lares que ama Proserpina;
a la celeste, la de la unión mística,
a todas ellas,
a toda Ella –Una- Afrodita fuiste
con tus manzanas, con tus plegarias, con
un color nuevo para el trono polícromo.

Que te ame la Diosa
como a Adonis de esquivado vuelo;
que te hiera la Diosa,
como a Adonis el cuerno
del jabalí, otra forma
de la angustia del eros;
que te sepa la tierra
labrando una vez más jardines de la Diosa
y tus versos mezclándose a sus pomas.


(Juan Carlos Sánchez Sottosanto)




martes, 22 de abril de 2014

Un poema de Amando Carabias

(Del poeta segoviano Amando Carabias, extraído de su último libro recientemente publicado, Los andamios de los pájaros)


Este es nuestro acierto, sólo estar
[Ciudadano griego)

Estar es nuestro acierto, sólo estar.
No somos los primeros en morir
o en esparcir la esencia de una estrella.
Pero al pisar el surco, o el perfil de los bosques,
donde la piel de vuestras uñas
se hizo bieldo, arco, rueda o flor,
ya no apreciamos vuestras lágrimas,
ni oímos el rebrillo de vuestro pulso en la brisa,
ni detenemos nuestro paso
para auscultar el llanto de la tierra,
para ver si en su arruga alientan
vuestras sombras de terciopelo
o aquel postrer suspiro solitario.

Estar es nuestro acierto, sólo estar.
Con altivez de buitre, con sonrisa de hiena
poseemos el mundo,
pero nuestra única virtud palpable
es ser eco de vuestra carne,
sombra de vuestras huellas,
reflejo de vuestras caricias,
o acaso cicatriz de viejas guerras,
de violencias, de miedos, de tormentos...
Olvidamos que un pliegue del horizonte,
o una piedra arropada en barro seco,
acuden desde más allá del infinito,
perduraron detrás de vuestro paso.

Estar es nuestro acierto, sólo estar.
Mas nada nos importa,
nada frena el instinto estrangulador de estas manos:
las vértebras del aire adelgazan en nuestras garras,
el hálito del agua hiede a nuestras heces.
nuestra esencia de estrella
engendrará mil dedos alzados y acusadores,
espaldas, torsos, miedos y miradas
tan solo cicatriz de nuestro expolio,
porque respirarán
la terrible agonía del Planeta.

(Amando Carabias María. Los andamios de los pájaros. Ediciones de La Isla de Siltolá. Sevilla, 2014.)


jueves, 13 de marzo de 2014

Que vuelvan los lilas (con fotografía)

Hay verboluces que tardan en componerse años (foto de hace pocos días, poema del 2010)





Que vuelvan los lilas

Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba
cercana a tu estanque,
convertí cañas en siringas
hasta inundarte
de ti. Canto y taño.
En honor de las letras me hago sangre,
despedazo cada labio por ver
si al nombrarlas consigo oír
el descanso. Anhelo el otoño
sin que haya nacido el verano.
¿Y si me dejas en reposo?
No morirás aunque duerma,
la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar
coexiste la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar deicidio
contra estas cansadas manos,
estos pesados brazos más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene
viva, ventana y lumbre,
al parecer, el sonido no ondea
sobre el agua, puerta y límites.
Al parecer, los lilos florecen
sólo una vez al año.

¿Qué tal si me permites apoyar la cabeza
aunque sea en la nube de espinas?
Ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.
Auto-ventilarme en un sol,
en una punta,
en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco:
¡Puff!, y permitir...
No ser.
Auto-inhibirme en el altar
de las lilas abiertas a lo que sea.

Al blanco.

(De Los parasoles de Afrodita. Baile del sol, 2013)

viernes, 25 de octubre de 2013

Yo maqueté "Medición de la pampa", de Juan Carlos Sánchez Sottosanto

Yo maqueté "Medición de la pampa", de Juan Carlos Sánchez Sottosanto

Dando, dando y dando. Más de cuatro años han pasado desde el momento en que descubrí su blog. Más de tres disfrutando de su amistad. Casi cinco años de constantes regalos que me llegan desde la generosidad de su espíritu, del compromiso de su humanidad, de sus vastísimos conocimientos, de su casi inabarcable inteligencia y sentido poético de las cosas.

Traductor, ensayista, articulista, escritor de una novela que más que novela es una joya poética, sociólogo, casi doctorando en Teología (ha abandonado los cursos de doctorado harto de las raseras políticas educativas), bibliófilo expertísimo, inconmensurable lector, bibliotecario y POETA.
Y mi amigo.
Mi tesoro.

Logré encontrar hace esos años la figura que perseguía hallar desde creo que mi más tierna infancia, ese padre cultural, un autor con todas las letras que fuera capaz de llenar mi hasta insidiosa búsqueda de la unión en un ser humano de lo mejor de él según mi punto de vista: la capacidad creadora, la analítica y racional y la ética. Lo hallé en él. En Juan Carlos Sánchez Sottosanto. Para mí es mi hermano pequeño y, a la vez, me siento como su hija.
Haber podido maquetar su Medición de la pampa ha sido otro de esos dones que la confianza de su amistad me ha regalado.

La pampa es como el campo, el campo es la pampa, vuelvo a repetir como un soniquete esas palabras de algunos de mis versos. Salvo por su medida, digo ahora. La casi infinitud comparada con la pequeña extensión por donde yo me muevo y a la que me siento unida. Las fuerzas telúricas son las mismas. Y hasta los árboles (esos dos pequeños ombúes que este verano he sembrado queriendo sustituir al otro que ya se perdió). La tierra gobierna más allá de todos los avatares humanos.

Quien tenga la valentía de acoger este libro entre sus manos detectará fundamentalmente algo: Juan Carlos logra medir la pampa. Lo consigue haciendo lo único que un poeta puede hacer, navegando por sus propias profundidades (subterráneas, submarinas y hasta culturales). JC logra establecer tan exacta medida de la pampa, así, con exactos también y exquisitos versos, que hasta puede despedirse de ella. De sus raíces, de su Dolores querida y hasta de su madre.

Se ha de disponer de un corazón y un espíritu in-mensurable para haber podido medir la pampa desde un grafos tan pequeñísimo como es el de una letra escrita, como estas que se juntan para intentar hacer llegar a quien esto lea la medida del valor de este libro.

Como creo en Juan Carlos como persona, como creo en él como poeta, como es mi amigo, mi queridísimo amigo, todo lo que yo pueda decir sobre el libro más que favor le hará daño. Así, hoy por hoy, funciona este mundo socio-literario. Quiero pelear siempre contra ello, por eso me resistía a hacer una entrada sobre un libro en el que creo desde todos los puntos de vista. Pero al final no puedo hacer otra cosa que esto que hago, serme fiel. Ser fiel a mis necesidades. Intentar hacerle justicia desde mi mínimo poder.

Este libro es una corona que su amistad me ha regalado. Haber podido participar en él y poder anunciarlo conociéndolo casi tan bien como el propio autor, mi cetro.
El poder.
No deseo otro.

Ya habrá ocasión de compartir algún poema del mismo. Hoy termino este anuncio con el final del libro, su colofón, escrito por mí, claro, hace poco más de un par de semanas. Allí en el campo, sí. Allí en la pampa.

Este libro, Medición de la Pampa,
publicado por ICE,
se terminó de editar
el día 7 de octubre de 2013,
una apacible noche
de blancas encinas, grises olivos,
y dos verdes ombúes.



El libro se puede adquirir AQUÍ

martes, 24 de septiembre de 2013

Yo maqueté el encuentro en camarinal, ;) (Javier Sánchez Menéndez, el libro de los indolentes.1)

Aquí está ya "El libro de los indolentes. (1. El encuentro en Camarinal)", de Javier Sánchez Menéndez. Lo ha maquetado y diseñado una servidora y me siento como una vaca de gorda de orgullosa por haber tenido la oportunidad. Y como una reina de privilegiada por haberlo podido leer ya, ser de las primeras personas en hacerlo. Es un libro impresionante. Y es un libro lleno de esperanza.

¡¡ENHORABUENA, JAVIER!!

Y enhorabuena a todos nosotros por poder tener ya al alcance una obra tan preciosa, tan magnífica, tan distinta, tan necesaria. En el enlace de la editorial dice "prosa poética". Ya sé que hay que nombrar de una forma inteligible, pero no estoy de acuerdo con esa categoría. La llamada prosa de Javier Sánchez Menéndez no es prosa, es pura poesía. Claro, que esto sólo puede ser entendido por los que aciertan a atisbar lo que significa la palabra poesía. La  poesía no es verso, ni decir cosas bonitas o de una forma especial, eso ya lo sabemos. Escribir poesía significa ser capaz de trascender al lenguaje de tal forma que él, aunque sea el vehículo de transmisión, deja de tener apariencia de lenguaje. Se convierte en un metalenguaje, algo mucho más allá de él. No hay que decodificar, el cerebro se deja sustraer por él. la lectura parece que pasa inadvertida al acto neuronal. Eso es escribir poesía. Y eso es lo que hace Javier en este libro (que es la primera parte de lo que se prevé como una serie). Se puede decir que el autor lleva ensayando este estilo desde 1984, allá cuando comenzó su conocida serie de Fábula. No sé cuándo exactamente ha escrito este Libro de los indolentes, pero sí he percibido que por su estilo y por lo desarrollado en él, la trama, el concepto que lo sustenta, ha logrado encontrar la forma para el contenido. La simbología presente a lo largo de todo el texto, la ingente cantidad de guiños al lector actúan de verdaderos ganchos que se apropian de la mente para además de lograr influir en su espíritu, ética y estéticamente, despertarle la inquietud por no dejar de leer hasta descubrir. Y se descubre ¡Y tanto que se descubre! Y lo que se descubre (casi en cada capítulo), para hablar en plata, deja al lector con las patas colgando. Una no puede imaginar que tras toda esa sucesión de símbolos, alegorías, que incluso algunas veces pasan por la mente como fuertes claroscuros, casi como contempláramos un paisaje tenebroso y hasta desolado, lo que existe es una enorme ventana al paisaje más agradable y acogedor imaginable. La luz, la mañana, un huerto, un paisaje de montaña con el día despejado. La esperanza.
Mientras lo maquetaba me acordaba de un pintor, Miró. Recuerdo al estudiarlo allá por mis años mozos cómo aprendí cómo, efectivamente, tras esa sucesión de, al parecer, símbolos extraños en su pintura, en la mayoría lo que el pintor hace es cantar a la vida. Recordaba las primeras, esas más "inteligibles", esos huertos con almendros en flor. Cada artista se apoya en lo que logra construir como simbología de su personal estilo, cada artista verdadero. Miró llega a construir su propio "alfabeto", quizás ya ten hermético que desaparece o queda muy alejado de esa especie de salvífica noción de la existencia. Algo así me parecía a mí que Javier Sánchez Menéndez le sucedía en Fábula, de lo que creo él también era consciente, de ahí la necesidad también de transmitir hechos claros con palabras claras y rotundas sobre el posicionamiento personal del autor acerca de cada cuestión social, REAL, susceptible de tratar, pequeñas "contaminaciones" que anclaban la obra al suelo para que el lector no se perdiera. Sin embargo, para mi percepción, en este libro de los indolentes ha logrado dar el paso fundamental. Ése por el que importa realmente un pimiento nada y todo. Lo repito, no hay que decodificar, la mente no necesita molestarse en ello. El lenguaje creado lo hace por una sin que nos demos cuenta. Son los primeros huertos de Miró quintaesenciados. Una se siente, de pronto, quizás tras cada capítulo, quizás tras cada párrafo o tras la lectura de cualquier renglón habitando el lugar perfecto, ese que soñamos para nuestra alma. Cada uno lo pintará como quiera: Como hay esperanza, la vida es salvación. 


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martes, 23 de julio de 2013

Los parasoles de Afrodita ya bailan con el sol


 (Baile del sol, 2013)

(Por cierto, salgo para el campo hasta el domingo. Allí nacieron, allí se abrieron los parasoles por primera vez un año de 2006, desde allí arrancó este libro en abril de 2010. Acaban de llegarme. Afrodita es sabia, Afrodita es Poesía.)

jueves, 21 de marzo de 2013

Mi idilio


La eclosión. El alumbramiento. La justicia.
La esperanza deshecha por el hallazgo. Llega cuando me encuentro leyendo a Chaves Nogales (no hay casualidades nunca, La clave está en los árboles) que me hace reconocerme en la pena femenina del patio sevillano. Hasta un siglo después no hallo las palabras que me definen, un siglo después de que fueran escritas. Me comprendo en mi patio que construí bajo la intemperie y la sabiduría de un nombre. Hallo la explicación al sambenito de la tristeza de mi mirada: La asimilación de la injusticia.

La misma que yo me sentía cometiendo contra unos versos, una figura emblemática, mi propio recuerdo y hasta mi geografía mental y física.

Llega el alumbre, la contradicción a mi propio dicho sobre la consciencia del no encontrar, la imposibilidad del asombro. Llegó para felizmente contradecirme, hallar mi propio reflejo en una luz externa. Ya la penumbra del patio me sobra, ya no necesito plantas de sombra ni estampas de áureos que me acompañen en mi silencioso llanto que permito que cante en el agua de la fuente (¡cómo una lágrima puede deformar el mundo!).

Lo abro, comienzo con sus versos, con los poemas, dejo los análisis para posteriores inmersiones, no consiento el filtro de otra mirada. Primero la mía, y después, que me aporten, si quieren y si pueden, después el análisis de los demás, antes el mío. Es la justicia sobre mí y sobre la propia obra, sobre el autor, la mirada limpia sobre unos poemas, ESOS poemas, ese libro que Juan Ramón dejó previsto pero no publicado.

Y entonces lo termino. La sucesión de emociones es vertiginosa, adquiere velocidades supersónicas, superfotónicas. La iluminación me absorbe. El poeta me arrebata, me sustrae, me roba por fin de la penumbra.

Nunca Juan Ramón había conseguido engancharme, desde casi mi más  tierna infancia lo encontraba en las paredes blancas de Moguer, pero jamás en sus letras. No me co-rrespondía en la entrega de mi ilusión. La expectativa no se saldaba. 

Ahora me devuelve toda la luz que esperaba. Todo mi gemelo hallado (ahora recuerdo que nació un 23 de diciembre, un capricornio como yo, un poeta de tierra, pudiendo ver la luz y por tanto ofrecerla).

Idilios es el más hermoso poemario que he encontrado en toda mi vida de lectora y de escritora, y de lectora-escritora. El más hermoso. Y por tanto el más mío como lectora, como amante del arte, de la palabra, de La Poesía, como creyente en el ser humano. El que más he suplicado. Así, suplicado encontrar.

Lo leí un 20 de marzo. Hoy, un 21, día en que para mí comienza mi anhelada estación, escribo sobre él. Escribo sobre la luz. Escribo la luz que me ha sido concedida.

Sé que es el día mundial de la poesía. pero la poesía es dueña de todo el tiempo. La única que puede romperlo, atravesarlo. La luz del pozo artesiano que atraviesa la esfera. El eje.

Por fin mi idilio con la luz llega a su eclosión feliz. Por fin mi amor me corresponde. Por fin la luz también me ama. Por fin es justa conmigo. Por fin yo puedo ser justa con El Poeta.

(Idilios. Juan Ramón Jiménez. Isla de Siltolá. Sevilla, 2013. Libro inédito del poeta.)


jueves, 21 de febrero de 2013

regala amando

Ha sido un libro completamente emancipado e independiente, ha vivido su vida una vez que salió de las manos amorosas de su padre hasta llegar a las mías, ¡casi un mes ha tardado el trotamundos! Se conoce la península mejor que yo misma. Pero al fin llegó, y con él la poesía de Amando, de Amando Carabias. Y su dedicatoria tan personal, que para mí no es cualquier cosa: "[...] más allá del modo de decir, más en lo profundo, la poesía es emoción y es sinceridad".
Muchas gracias por tan plenos regalos, Amando.




jueves, 10 de enero de 2013

Un manifiesto regalo

Muchísimas gracias, Eloy. Aunque conozco tu poesía, o quizás por eso mismo, me ha emocionado muchísimo tener tu libro en mis manos, tu "Manifiesto asténico"
Gracias, GRACIAS, GRACIAS por tan magnífico comienzo de año que me has dado.

Con el movil, 10/1/2013

sábado, 6 de octubre de 2012

Ámame, cincuenta años de un signo cantor

Medio siglo. Love me do sonaba por primera vez. Ella nació para el público dos o tres meses antes que yo (pienso que yo no nací para ser pública). La conocí cuando ya registraba la edad de trece años. Qué feliz me hace unir su aniversario con la aparición en Amazon  del enlace a la posibilidad de que  Signos cantores sea leído por alguien más que yo o las cuatro o cinco personas  que han tenido la ocasión.
Un día de estos iré al campo a por la fotografía auténtica que tengo de Los Beatles con firma de Paul Mac Cartney incluida, a pluma, por supuesto,  para escanearla y publicarla aquí.

Hablamos de poesía, del motivo de la palabra, de su razón de ser (razón de amor, Pedro salinas dixit).
Escribir poesía es, entre otras cosas, intentar que el lenguaje no se desgaste, algunos hablan de intentar "renovarlo", yo suelo concentrarme en su fondo y su forma, un modo más de intentar no perder de vista el motivo por el que me (nos) resulta fundamental, silencio incluido.

Enlace al libro  Signos Cantores






jueves, 4 de octubre de 2012

Signos cantores, nuevo libro


Esta  portada, diseñada por rodax, es el precioso vestido de mi último trabajo, Signos cantores, un conjunto de poemas que he ido seleccionando durante el último  mes y medio a propuesta de una amiga a la que nunca podré expresarle debidamente mi agradecimiento, Carmen Karin Aldrey. Javier Sánchez Menéndez ha tenido la generosidad de prologarlo. El libro lo publica la editorial norteamericana Linden Lane Press. Estará disponible a través de Amazon en unos pocos días.




 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.