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sábado, 17 de noviembre de 2012

Día D. Mañana

Día D. Mañana

He llegado al silencio y aquí necesito poder quedarme. Haber dado con el hallazgo y asimilar la pérdida de la búsqueda sin consciencia.
Someter la alegría a la tristeza del no saber ya qué hacer.
¿Qué hago aquí? Y qué he hecho.
Tanto comprendido para nada, para no saber ni adónde he llegado.
Comencé serena y segura y termino con el corazón en un puño y una sensación de desbordamiento que me enmudece. ¿Qué he hecho mal?, ¿acaso el camino era buscar la felicidad? No. Partía de su hallazgo, del hallazgo de la verdadera felicidad, el encuentro con uno mismo dentro del sí mismo verdadero, el paraíso imperdible. El camino era seguir y dar, comunicar lo descubierto. Y he seguido. Y creo que he dado. Sólo creo. Pero sí he llegado. Hasta dónde. ¿Dónde esto? ¿Qué me remata?, ¿el encuentro con lo que deseaba o el deshallazgo del otro? Encontrarme en el otro ha funcionado, pero ver en el espejo y no poder acceder a él construye la jaula de la impotencia. ¿Impotencia de qué, para qué?, ¿qué necesitas? Comprendo al otro, a mí misma ni me acerco.
Todo se hunde arrepentido. ¿Qué he hecho, construido? Un camino que veo si miro atrás; pero si dirijo la vista hacia delante sólo vislumbro inquietud dentro mía, permanencia absoluta de lo que siempre me contrae.
La obesa bola de obsidiana hermética, uniforme, uni-ente. No sé nada. Lo que tengo hecho sólo me ha servido para llegar hasta aquí. Y me pregunto, ¿y ahora qué? No contemplo ni inercia ni voluntad. No hay nada. Nada más que inquietud. Una inquietud que me atora, que me ahoga. Que me duele. 
El dolor. Siempre el dolor.
Sólo la poesía me ha generado bien hasta ahora, pero su camino me ha llevado al extremo opuesto y exactamente el mismo donde comencé, lo mío en el otro. ¿Me he quedado vacía? Me veo, veo mis propias espaldas partiendo ayer.
Brota la necesidad de frenar. Brota la necesidad de llorar. Sólo brota la necesidad. El llanto no sale. Es mi pecho interno el que suplica una luz, una salida ¿A qué y a dónde?
¿De qué tengo miedo?, ¿tengo miedo?
El shock, esto puede ser el shock: el resultado de llegar. Esta miseria en el espíritu, esta congoja. Si yo no quería llegar, sólo hacer…
Y ahora, ¿qué hago? O ¿qué deseo hacer?
La clave sólo puedo hallarla en mí misma. Nada ni nadie me aporta nada nuevo. Los datos me sobran. No los necesito aunque los adquiera. Los voy dejando caer desde mis manos una vez que los he exprimido, que me han dado su jugo, su zumo.
Mis manos están impregnadas de néctar. Nada puedo tocar sin manchar, ni a mí misma.
Se me acabó todo, todo lo externo. Y yo conmigo misma me ahogo. No me quepo.
¿Qué ente quiero? ¿Qué “lo que es” necesito?
Desflorar la piel que me cubre hasta expandirme por el aire, ser aire también diluirme, dejar de ser. El no ser.
El no ente.
A eso he llegado, porque ya soy en el otro.
Dejo de existir.
Aunque la intensa inquietud permanece. Allí, junto al tronco de encina seco, como si mi sombra hubiera decidido quedarse a su lado y mi cuerpo hubiera seguido caminando. Sola hasta de mi propia sombra.
El shock del que intento despegarme.
Seguir caminando hasta sin ella.
Ser continuando siendo.

Día D. Noche

Día D. Noche

La desmedida, que también es humana, ¿humana?, vivimos la desmedida, la pérdida de la medida humana.
Y ya hace mucho tiempo que me recuperé de sus crímenes.
Ahora ya no la soporto, la detecto y quiero eliminarla, despejar el camino de todos.
Comencé mi vida nueva al son del paso lento de los pelillos de las raíces de las encinas entre el granito desmenuzado los suelos calizos. Ellos mismos son los que logran romper la roca (como el corazón ardiendo de Dante). No creo nada más que en ti. Te he tragado, te he mamado, me has dado de comer y hasta favorecido mi pensamiento. De él han partido mis deseos, mis anhelos, mis necesidades.
No puedo seguir. Lo inefable me ha hecho su presa. Estoy donde soy allá, en el cuerpo y el pensamiento del otro. No me sale hablar, no tiene sentido hacerlo, por eso se me anuda la voz.
Y aquí me quedo.
Neuronas transportadas.
Shock.
Ya no me cabe más encuentro.

Día D. Tarde

Día D. Tarde

Vivimos la desmedida. No vivimos. Sólo la vivimos a ella.
Pienso una y otra vez en volver a la escritura a mano, únicamente a mano. En abandonar la fotografía, dibujar a lápiz. Quedarme aquí (¿y dónde estoy si no?).
Dicen que nuestro cerebro se ha hecho más pequeño en los últimos 30.000 años. NO me extraña, la tecnología, nuestra propia inventiva, nos lo ha hecho todo más fácil, todo. Todo salvo el auténtico conocimiento.
Cuando se ha logrado llegar a él, a un atisbo de él (el conocimiento es como un pozo sin fondo), cuando has logrado mojar las puntas de tus dedos en él, quizás tan sólo olerlo como el que presiente el mar, se habita otra dimensión, la dimensión de lo humano. No vivimos lo humano hoy en día.
Abro la cámara y la maravilla de la inteligencia humana se despliega ante mis ojos. No valoramos nada. No conocemos nada, ¿cómo vamos a valorar entonces? Maldigo al primero que facilitó.


jueves, 15 de noviembre de 2012

Tras la necesidad

Tras la necesidad

Hace tanto ruido la intemperie…
El sol en la frente
y en tu nuca tatuando
mares en el mapa
braceado de tu cuerpo,
la curva de niveles
con insectos moteando
el aire al aire del sólido
embargo de la tierra
y la luz o la nada entrando
a raudales por los oídos
hasta ensordecerte…

Y este silencio tan venturoso:
el líquido gargoleando
sonidos musicales,
el aire acondicionando
zumbidos suaves libera
mis fosas sinoideas,
el sol, fuera, y aquí,
la penumbra, el campo
en ciernes aumentando solo
duerme dentro
de mis cuencas cristalinas:
ahora que los cuerpos llenan el mar,
yo vacío la cisterna con un dedo,
tenso los músculos de mis piernas
y me pongo de pie
en el silencio de la siesta de la casa
en la urbe.

(Sofía Serra. De La dosis y la desmedida)

jartura sine die

Me dicen que publico demasiado en el blog, pero ¿a quién puede importarle eso? El cuarto claro registra 0,000000001 % de lo que me pasa durante cada día, de su cien por cien algo queda registrado en forma de foto o poema o texto, tal vez ni un uno por cien, y de ese uno por cien publico un 0,5 yyy… ¡yyy!, qué jarta estoy. Si no quieren leer que no lean, ¿a quién estorba? Además unos días no publico nada y otras cien... una anchura siempre estorba, ¿estorba?,
estoy harta,
estoy harta,
estoy harta
estoy deseando acabar con la dosis y las medidas, tanto bandazo, tanto medirme y soltarme, tanto, tanta costra dura de la nomenclatura, tanto muletazo por aquí, por allá, ¡cuando no al burladero corriendo!
Un torero sin cuadrilla, eso es lo que es el poeta aquí arriba, alguien que cree en la tercera orilla pero es consciente de que la realidad para cuando no lo es o para el que no lo es consiste en el estar en el con o en el contra, dos forma de entender las cosas, ¿dos?... no sólo hay dos, ¿y los matices?, ellos son los que nos sustancian, en la costra a las dos se ciñen. El que está en el subsuelo taladra una vez que ha llegado abajo sabiendo que tiene que volver al suelo, y de ahí y el que pueda o quiera hasta el cielo. Qué difícil, ¡qué difícil estar siendo ambas cosas a la vez! Los hombres políticos no saben lo que se pierden, sí lo saben, la locura.
Es el único lugar del poeta, justo siempre en el limes trayendo y llevando, recogiendo y llevando, así nos van dadas. Raros, raros siempre. Los que saben no son poetas. No somos poetas cuando sabemos.

Acabar ya con la faena poder cuadrar
al hombre y entrar a matar
mi propio prejuicio por fin descansar
en mi suroeste, en la exploradora, en solenostemon, en mis cabezos amarillos. Uf, qué ganas, madre, ¡qué ganas!
¿Ganas?

Anhelo una paz que sólo puedo darme yo misma.
Pero antes tengo que acabar de organizar y corregir la dosis y la desmedida. Puro barroco, un título más barroco imposible, ni pensado, los contrarios, buscando el equilibrio. Buscando el equilibrio que sé que existe y al que he llegado, he llegado.
Me repito.
Me repito.
Me repito.

¿De qué estoy harta?

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La novia cadáver

La novia cadáver

No, creo que no hubo
amniocentesis.

algunos hombres y mujeres
cocean, vocean aullidos
de sus trancas y pezuñas
castañas.

Caminar, tanto caminé
sobre las ortigas
como terminan los pies
en dedos de costumbre
en la yerba
y sus flecos punzantes.
Consumisteis un porvenir
de solaz indiscreto,
oculto lo más bello
ahora como siempre
trabajan los dioses.
Y yo lloro,
lloro.

ese habitante cuadrado
habla verdes por tu nuca.

Si más deseo
avarientos jamelgos
y otros cuadrúpedos
Himalayas
como techos andróginos
donde todo es posible
en el vaso boca abajo
y la salud requerida
por tu lengua escalando
el cuello de los olvidos, timbres
del arco trilobulado que abre
son, sentido y mecha
hasta la escafandra.

he pretendido adioses
cuando sólo he casado          con mis muertos
estas manos y tu boca
qué soy sino
tan sólo
una
sola.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

sábado, 10 de noviembre de 2012

La dosis y la desmedida (voz en off)

La dosis y la desmedida (voz en off)

Mientras más escribo, menos capacitada para el amor me siento. Parece como si la capacidad humana para amar se desprendiera de mis células arrastrada por el imán de las palabras.

Mientras más escribo, menos vivo. Esto ya lo dije cuando fotografiaba más que escribía con palabras. Sé que es una consecuencia directa de la acción del grafos, se traslade por el lenguaje que sea. Arrostra la conciencia del vivir, o mejor la supedita. La vida pasa por la grafía, con lo cual se pierden todas esas sensaciones inconscientes identificadas con su propio hecho, de tal forma que una vez que intento recobrarlas mentalmente, concluyo que no se han sucedido. No pueden existir las dos juntas, la acción del grafos y la acción de la vida, o al menos con la intensidad deseable para cada una. Se extinguen recíprocamente. Llega un momento en que una se impone a la otra, u otra a la una. Por ciclos en mi vida y dependiendo no sé de qué.
Aunque tampoco sé si es del todo verdad.

Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)

viernes, 9 de noviembre de 2012

Es será

Es será

qué es un poema sino
tan sólo un dolor solo
por mucho que cantes
un aviso nada más.

Aunque, aún y ya, sea tarde,
tú no calles y ya dime.

Será un frío y una noche
que cerrarán la puerta
a la mensajera indeseada:
Seré su perseguidora
hasta que se haya ido.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Los sordos

Los sordos


todo lo que se derrama
por las letras es que hace
mucha agua en la carne.

Quisieron gobernar
a golpe de palabra
y juicio gesticulando
con el paladar de sus fueros
remedando el vaivén
de los cuerpos enlazados,
como si pudiera abstraerse
el sonido de mi vagina
destilando sales,
lubricando el aire
como boca de pez ahogado
clamando por el oxígeno
del agua de tu lleno.
Quisieron completar
el coito interrumpido
por falta de sangre
en sus flácidas vergas,
y no pudieron, no pudieron
follar más que letra a letra
con sonido de silencio
de una pieza inmaculada.

Les pasó inadvertido
el grito de mi gozo
hecho son de tu baile.

La palabra sólo
para lo inefable.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

domingo, 4 de noviembre de 2012

Paleografía (el sí)

Paleografía (el sí)
(poema documental)

He estado descansando,
cosiendo y descansando,
mirando la tele,
viendo películas y descansando,
reparando algún libro,
reparando en las luces de mis párpados
cuando mis ojos descansando
se han cerrado saliendo
a la calle conforme
me ha pedido mi cuerpo
descansando y calculando
la posibilidad de encontrarme
con un paleógrafo
tirando una centena de libros
a un contenedor, a las dos,
dos, de la tarde en Sevilla,
un sábado dos,
dos de julio: Una
entre un millón
de habitantes
que no tiene esta ciudad.
Pero acerté
y di con él.
“Libros que no sirven para nada”,
me ha dicho.
Yo he asentido con un SÍ
que me ha cosido
el descanso.

Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)

domingo, 28 de octubre de 2012

Poema para agosto (poema con introducción)


Nunca introduzco los poemas, me parece una falta de todo hacerlo, pero con este me voy a permitir el lujo (porque sí, porque siento y pienso que es lo que debo hacer). Tiene algunos versos de estos que una repite en su mente sin saber por qué, de estos que no se olvidan, aunque el poema sí esté olvidado o simplemente perdido en los recovecos de la memoria no visible diariamente. Cuando corrigiendo La dosis y la desmedida,  que es el poemario donde aparece, di el otro día con él, me llegó una de esas alegrías que no tienen precio, esas por las que una vuelve a saber que lo que hace es verdadero, que está en el camino correcto, al menos, en el suyo. Sorprendentemente, aunque no tanto porque suelen sucederme estas cosas bastante con mi poesía, habla, dice, anuncia exactamente con pelos y señales y un año antes el poemario que creo ya he cerrado o estoy a punto de cerrar, Solenostemon. Quizás La sorpresa que me llevé se deba más al hecho de que La dosis y la desmedida es un poemario confuso, como el desarrollo de una batalla, un "yo" encima de la costra dura de la nomenclatura batallando, más omenso como estoy siempre, y así, encontrarme con un poema esperanzador y de dádiva me desconcertó momentáneamente. No sabía qué pintaba ahí. Pero ahora ya sí lo sé. Y lo sé felizmente.

Poema para Agosto

siniestro e indoloro cautivando
el obsequio, madreperla
benevolente culminando
la hechura de la vasija
desde el barro, limo y centinelas
bajo las palmeras de este oasis
zurdo y regalado.
Las chumberas multiplican
higos verdes: este justo verano
terminará por endiosarse
con la aureola del agosto
arenoso y libre.

Y cuánto sueño duerme
bajo las ojeras de tus testículos
tan jadeantes. Ellos piensan púdicos
y sosegados por la espera
de mis manos, y no habrá
un solo vino que desechen
cuando sed a solas manen,
cuando yo te hable
del fango y de la sangre
volverán las heladas fuentes
a derretir el blanco mármol
en la verdina fresca de mi pozo,
esa luz redonda que cultiva
el agua liberando el milagro
de los panes y los peces
en el desierto.

(Sofía Serra, de La dosis y la desmedida)

miércoles, 24 de octubre de 2012

In-verso veritas

In-verso veritas

un libro
sólo
deseo escribir
solo
y una.

Uno
sola y libro
deseo
de una sola-
mente.

lunes, 22 de octubre de 2012

Palabras hoy

Palabras hoy

Toros, tordos lentos
vagos, tardos, lerdos
verdes tantos loros.

Hipan obtusas quemando
el suelo arenisco, son tan ariscas
las curvas de nivel.

Cuántas veces interpretaste
el suicidio salvaje de la garza
planeando sobre los maizales.
Mas no arrancaste nunca
el tren de las causas
mayores
son los duelos
y los velos.
No te contaminé
para tu desgracia
mía y la del mundo.

Esperar la contra
partida beneficia
sin más pesar
que el del bolsillo
con la costura rota.
Reiniciar y gemir
ante el barbecho, relabrar
el borde blanquecino de la fuente.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

jueves, 18 de octubre de 2012

Apopléjico mayo

(El tras-mayo de este octubre
tan parco, tan reaccionario.)


Apopléjico mayo

Cristiano y tácito
cabecea sobre los parterres, sí y no,
del jardín exultante de yerbas
y amargas prímulas.
el sol rompiéndose:

Conminarán, nos conminarán
a todos al quehacer de lesa
majestad hasta abolir
nuestras axilas de cuerpo
humano sin brazos y ya
hasta sin alas.
Como los ángeles esclavos
de los otros infiernos en la cuerda,
entre dos rascacielos aúlla el lobo

que olvidé, mirad mis ojos
olvidados por mí.
Ya no suman ni restan,
pétreos invaden la vívida luz
y se ahuecan para atraparla.

Culminad, escindid, refrigerad
la sal y la lluvia quebradiza
para que no claudique ni se amiante
la humedad bajo nuestras huellas.
Hubo un ya en que amarnos
fue lo más fácil.

Nada de miedo no tiene
miedo más que de ti
este mayo tan esclerótico
y tan escaso de rosas
en el sol malevolente
que a-las otra s rosa s aja.

Lo sensato es que sostengas
tensas tus sienes hasta
su santo y seña: semestre
como si una adelfa fueses,
este apopléjico mayo
al límite del agostado
y dorado verano

bordeará la apatía
hasta su estiaje,
y así, sazonará el mar
la multicolor dueña
de los abandonos de las olas.

Mas nada relega
a la insumisa,
a la tercera orilla.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

lunes, 15 de octubre de 2012

Adiós, poetas

Adiós, poetas

I

De sol a sed
desolada
la sal
lo sabe.

ellas se habían enredado a mis manos
porque
ellas no tenían
quien las acogiera en sus manos
buenamente
ellas se vacían.
Las yerbas habían encontrado
donde desentumecer
a la muda.
Me enreda menos, mas
no lleva tu nombre.


II

Política y honestamente
tengo más
que ver
con las yerbas
que con vuestras manos

(ya, sin las tuyas o las mías,
la pradera subsiste sola)

,
malevolencia
entretanto,
entre tantos
y con nombres.


III

La única revolución pendiente
es la del individuo sobre sí.
Y la única con final feliz
para el mundo.

                                   no pidas
revolución
                  externa
cuando
                  interna
                                  no la das.

IV (Victoria)

Derrótate
entonces
conocerás
batallas
ganadas.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

viernes, 12 de octubre de 2012

nocte parade

nocte parade

soy la muda que retorna
como un chino al engañabobos,
al avispado fraude. Trabajo
sobre hombros pequeños
signos cantores que no saben,
precavidos habitantes de la rosa,
si bifurcarán el silencio
de la madrugada, de mi madrugada,
hasta los grises líquenes.
De la niña, tú,
el clavel, cuántico azar
pernoctando sobre la soleada
techumbre.

Tan cándido, azahar,
a la noche
duermes y despiertas
a la gris aurora
donde cuerpos y sombras
son tan iguales
tan cándidos son
como tú, cuántico azahar,
signo cantor en sol
mayor de día
sobre los hombros de la rosa
sin niña ya ni la noche.

(Sofía Serra, De La dosis y la desmedida)

jueves, 11 de octubre de 2012

El temblor

El temblor

Se quebrarán las losetas por donde
tus pasos entretejidos en la distancia
del merodeo se avienen
al solitario equívoco.
Tus ojos se deshabitaron
antes de tiempo.

Y morirás desvencijada
por el uso y el abuso
de ti sobre ti.
Como la horca.

La luz no tiene
visión de hombre.

Asaltada por la ruinosa
costumbre ante el degüello
en la pernocta, símil de guardia,
cíclope en tabla con la puerta.
No la cierra.
Combativa, tristemente
combativa te deslizas
entre la incertidumbre del sol
y el perfil momentáneo
que una vez dibujado se deshace
en esta inquietud sonora.
La lengua se deshonra vivífica
alimentando la ácida saliva
de otras bocas
de otros oídos,
el temblor.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

sábado, 6 de octubre de 2012

Poema de una anciana que ya murió

Poema de una anciana que ya murió

Bestialidad y vida afloran
indisolublemente unidas.
Soy yo más tú
sin andamiaje,
sin convulsos vetos
sin abejorros ni respectivos aspavientos,
cómplices en perfecta armonía
y equidistancia exacta
del pellejo a la piel
de la una al otro,
sola y justa, perpetua.
No yo.

Argumentos insostenibles
por estas manos que se descuelgan
en la noche que me muere
al final del mar de azoteas
que imagino.
El calor se posa grandilocuente
y cálido como un buda
que otea buscando la boca
que más hambre tiene.
Tú eres fresco,
pero nada transparente
en el mar de tus ¿cojones?
—te ahogaste en ellos—,
así que te hace el hielo.

Yo sé que contigo vive sola
con ella, sola criatura, lobo
suyo, niño bueno, niño
cuerdo y fino niño
y ahora los colmillos
que te afilaron
se ceban en la más
tierna carne.
Y ella es la nada,
nada más que poder
doler.

Cameraman, y mi estulticia
solapándote, atendiendo
a tus razones
como si extendieras
a mis pies los parterres
de flores del parque de marialuisa,
dicen, ventilando patraña,

como si yo fuera a tocarte,
como si mi ventisquera,
porque ya es agosto
y cantan las hojas
llamando al otoño,
corriera rauda por el barranco
gravero de un hoy tan seco,
tan duro y fósil, hermético
en el sentido de las agujas
del reloj de arena.

Veo mi vida como un saco
de muelas recién extraídas
que hubieran abandonado al dolor
en la boca de algún amante,
algún lobo serio tuyo de raíces
y venas al viento, de pelo teñido
con la henna de la luna que templa
mamparas de acero, blancas,
sobre los raíles de cuerpos que duermen
con la garganta abierta al cielo
de una noche de verano
que yo ya he olvidado.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

domingo, 30 de septiembre de 2012

Desde fuera

Desde fuera

Más una penumbra sola
más una penumbra, dos
y no más, seña
y santo de aquí
no inhuma
y el mar no entierra.

Y llegarán gigantes damiselas
a entolar el cielo
con sus pastizales húmedos
y el fru-fru de sus sedas
espantará al sonido acuoso
de tu oído.
Y ni una habrá que lacere
la piel de tus mejillas
cabalgarán
a lomos del miedo
llevándoselo con sus faldas
más allá de la esfera de poniente
volverán los exógenos centros
a rejuvenecer el tronco salino
de tu semen
y ni tú ni yo
volveremos
a sucumbir
solos desde dentro
sólo uno solo
dentro de este incómodo
e inhumano universo.

Aplastaremos a la noche
hasta amasarla pan de ángel.
Estamos enfermos de sed
y lamento huérfano de oídos
comunicando adioses cuando
sólo ellos asienten soledades.

Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)

viernes, 28 de septiembre de 2012

El silo

El silo
Mis poemas traicionan
el futuro del pasado
pero no el horizonte.


Espejos buscaba la muñeca ansiosamente,
espejos donde sentirse atrapada
víctima de la luz y de las otras muñecas
que rondaban a su paso por la estela
que las flores dibujaban, un manojo
sobre la yerba verde de día y plateada
de noche como otro espejo
o sol inventado

llega amor rondando por
por la fría acera.
llega amor enervando
aristas de pan duro.
en masa tierna
y blanca, kaolín
de gurumelos,
la espantada se asienta.

¿y a este paso, a esta hora
tendré que renegar de todos
y cada uno de mis versos?
mi dios único e ineluctable,
mi cárcel y mi congoja,
mi tren marcha
abordo ha de mí misma
¿hasta cuándo me cansarás,
harás fritada de las esquinas,
esas en las que te busco como
cierva con los ojos fuera de sus órbitas?

Yo soy creyente de mi hermano,
¿hasta cuándo se eternizará mi apostasía?

Dueña de la más ciega de las luces,
fiel de la religión que se construye
realizando constante repudio:
la fe que se proclama
en la más humana
de las paciencias.

Galileo sin torquemadas,
poesía blanca para la más perfecta de las noches.
poesía roja para el hogar encendido
de las claras esferas.
poesía crujiente para mi risa.
poesía espléndida para todos.
poesía verde como el aire de la ortiga
y la numismática de un día de primavera.
¿A dónde irá la fuente si no tiene piernas?
Y sin embargo, se mueve.

El silo, ¡el mar!,
¡el mar!...
Y tu alegría.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
 
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