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martes, 24 de marzo de 2015

Noche en blanco

Noche en blanco

cuando obtuve sueño, me arrepentí
del dolor: no quise jamás llorar.
me tatuó un sol calamar
en la nuca sus ojos
siguen fijos en mí.
No sé si eres dios.
la esperanza me deja
despierta. Sin ella
lograría dormir.

me haces levantar el pecho,
los hombros no se caen,
el bosque de las ausencias
y sus ministriles avituallan el porvenir.
No tendré más que tiritar ajena a mi piel.
Sé y ven a un cuerpo inusual.

Toda la poesía honesta de estos siglos
y los siglos llenos de esperanza
de los hombres en los que el trigo crezca
grande el grano grueso y verde,
eleva abisal el pan
y su digestión en los oídos
de la noche blanca.

viernes, 20 de marzo de 2015

Aman(i)ta caesarea

Aman(i)ta caesarea

(Al tránsito de Venus ante el Sol la madrugada del 6 del 6 de 2012)

muerto el hombre se domestica
la raíz el agua-fuerte
levanta la tierra
aflora la adormidera huevina,
tanta yema tan naranja
como el bokeh de Venus
cuando esta noche ha pasado
por delante del sol.
Como Afrodita, aunque sin quemarse.

Las tanas me recuerdan de dudas
la siembra de mis añadas mozas,
cuando aprendí a deletrear
m-a-d-r-e-s-e-l-v-a
tras haberme perfumado
en los maitines de mi madre
cuando ella llegaba del trabajo
con su uniforme de enfermera
para echarlo a la lavadora
según yo dudaba y sembraba
pequeñas setas en el aire
de mi habitación a oscuras
hasta hoy.

Si la yema, si la flor sobre la tierra:
un hongo puede ocupar kilómetros
bajo el suelo pero yo no me mido,
encuentro sol y me desnuco.

Así que no soy Venus.

Miro siempre de frente,
¿no veis mi tez morena?


(este poema se haya publicado en "Signos cantores. Selección de poemas 2009-2012", aunque lo he modificado ahora ligeramente. Pertenece a "La exploradora" (Ciclo Suroeste)

miércoles, 18 de marzo de 2015

A mi pueblo, a mi desconcierto

A mi pueblo, a mi desconcierto

En este muerto contenido
al que abrazas y consuelas
por deseo de su propia muerte,
en este bello ejemplar de ciervo
ligero y pesado de tantas muelas
y dientes rumiantes,
de tan onerosas alforjas
que no tienen fondo,
que huecas deslizan
el aire que por la boca
les entra y por el culo les sale,
en este muerto y denso
aire de oftalmologías
imposibles pues ni ojos
ni pestañas siquiera te caben
en ese rostro pernero,
en ese rostro carnero,
en ese rostro pétreo
de meseta inasumible,
centinela vestido de colores brillantes,
en esta muerte tuya,
yo te abandono:
Eres un pueblo muerto
sin fantasmas,
un pueblo herido
de su misma muerte,
un cuerpo inerte
exhalando un aroma vivo
de fragancias que nunca
se hunden y siempre preguntas,
siempre preguntas
el porqué y el desconsuelo
de este olor a rosas que entierras
mano sobre mano bajo
tu zócalo de piedra
tumban

la luna, el sol, la paz
de algún refresco asociado
al martilleante fuego arenoso
concupiscente o semioculto
bajo las flores de lavanda
visitadas por la mariposa
de la col, blanca como las paredes
de mi alquería… Ah, qué solaz
que no perdí, soldadito boliviano,
por mucho que dispararas
a sienes, por mucho
que trucaras valles y cordilleras
en busca del corazón palpitante
de la luna grande cuando
se asoma por los andes
de mis luces. Soldado enorme
corazón y las venerables
soledades, los cierzos
en pleno mes de julio y el viento
de suroeste aterrizando
sus mejillas de océano
sobre el páramo agreste
y mesetario:

el desconcierto, la lección
de amor dada, la grata
complacencia de una voz lejana,
las orillas y los pasos serenos
sobre la arena, el agua del mar
dentro de mi frente,
y un “no sé” hasta que la salud
tenga nombre de nuevo
y pierda la enfermedad
el suyo de muerte,
o España.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Letanía afrodisíaca

Apareció este poema publicado en la contratapa de Los parasoles de Afrodita (Baile del sol, 2013). Lo consideré un buen remate  externo al mismo poemario pero  a la vez relacionado con lo que lo concibe, de alguna forma lo sintetizaba, aunque el acto en sí significara que rompiera con lo habitual en las publicaciones de esta editorial, que normalmente sitúan en ese lugar un poema del mismo libro del tal volumen, a modo de muestra.
Sin embargo forma parte sustancial de este en el que continúo trabajando que llegó creo que casi dos poemarios después La exploradora, como todos sabéis perteneciente al Ciclo Suroeste, un ciclo posterior. Se ve que la misma necesitó encomendarse a una de sus deidades para que la protegiese, o le diese fuerzas o quién sabe qué en sus recorridos exploratorios por esos caminos algo procelosos en ocasiones.
Dedico esta entrada a mi querida amiga Pilar Fuertes Aguilar.


Letanía afrodisíaca


Afrodita–mente I

Afrodita, la de huesos perennes
y salud de hierro y elástica sangre.
Afrodita, la hacedora de sienes.

Afrodita–mente II

Afrodita, de cuerpo como estrella.
Afrodita, la de los ojos grandes.
Afrodita, la desmembrada y ojerosa.

Afrodita-mente III

Afrodita, la del negado a-dios
o manto memoroso.
Afrodita y el agua de perfil.
Afrodita, la seductora
de raíces. La de profundas huellas,
y potentes piernas. Afrodita
arbórea y terrena

se mudó más allá del sol
y el humo, como los barcos
que se sucedían
—como en cascada caían,
como en cascada—
imitando el canto de las piedras,
extendiendo los arrozales,
cavilando duermes
como ventisquera muda
hacia el soplo se huye,
hacia el sur y el oeste.

Afrodita, la de manglares brazos.
Afrodita, la de terrizas manos
y acuosas sienes. Afrodita,
la que permanece y la que llega.
Afrodita continental
y continente. Afrodita,
la sureña con norte
de orbe. Afrodita,
la deicida.

martes, 24 de febrero de 2015

A un pájaro muerto

A un pájaro muerto

Muerte…funesta (Empédocles)

se me murió el pájaro
y yo me quedo quieta
y sorda quiero muda
sea su salto y suelta
vengo quizás
me lloro
sólo a cantarme dijo
su juventud extrema.

Tanta benevolencia extremo
en el pasillo de tus pisadas
de sol de noche y estío blanco
y el amarillo de los cantores
que no mueren.

 Ver AQUÍ sin marco y en grande

lunes, 23 de febrero de 2015

yo viva y viva tú (epílogo a Suroeste)

(más que un epílogo a "Suroeste",  se trata, evidentemente, de un epílogo a su publicación. A una semana larga de su presentación puedo conseguir medio hablar. Cada vez que he publicado un libro, he obtenido una pérdida en mi vida, así, la pérdida como ganancia. Esta vez he obtenido la ganancia de un virus, ya pasado. Esta vez, pierdo el miedo a dejar la huella.)

yo viva y viva tú (epílogo a Suroeste)

que toda esta sea siempre
la pérdida
de unas defensas: coger
una gripe joder
en mis corpóreas células
a un virus calentar
con la respuesta salutífera
de mi cuerpo al ajeno
le doy mi fiebre
de amor de hecho
entre (...) y yo, innombrable:
para
no matar(...) nunca
porque
sin (...)
se me jode
la vida y la pierdo
para siempre.





miércoles, 18 de febrero de 2015

El ruido y un silencio

El ruido y un silencio
(Lucy-on-the-earth-without-diamonds)

Alimentamos sabañones
que nos dejarán la piel
reventada en tiras de aluminio
que se enrollan añarándonos
la entrepierna y hasta las corvas.
Juntos cederemos al buen paso
de la bestia, tanta raedera
salvaje, mullida de dientes
en escala perfecta con boca
de titanes y jorobas
de escleróticos esqueletos.
¿Cómo se entrelazan
los tirabuzones de su afecto?

Hasta las calaveras se aman
con su boca a boca tecleante,
diente a diente,
hueso a hueso.

si no se dice nada
es audible nadie
sabe nada
de esta terrena
entraña.

martes, 17 de febrero de 2015

Posada de noche (I, II, III, IV)

Posada de noche (I, II, III, IV)

En Meridiana Claridad


Variación I

Terminar una noche
con dolor de espalda
anclado al dominio
de una sentencia con agria
disconformidad. Escepticismo.
los pájaros duermen. Ellos saben
de horas. Menos el ruiseñor.
Aún resuena en el pensamiento
su dolor dulce de canto
en mi compañía. las encinas
y la noche azul. mi sentido
del olfato se enreda
en las madrugadas en rima
En Meridiana Claridad
con el cielo y la tierra.
Una sola mujer sola
y toda la noche serrana
tan sólo extendida para ella.

Me pregunto si me recordará.
Y si sabrá volver a crearla.

Variación II

La habitación húmeda
sabía a polvo de huerto,
la casa cerrada se había hundido
en la tierra removida, sonaban
leves clarines con voces
astutas y alegres del zorro.
La yerba y la luna.
En Meridiana Claridad
La falta de miedo en el suelo.
Mis pies frescos.

Variación III

Inabarcable como el volumen
espaciado de la noche.
Tan libre azul
súbitamente se abarandó
el cielo nocturno,
brillante siempre de negro
vestido para mí
y no matarme
al verme caminar
hacia el ruiseñor
célebre dulce íntimo
mío canto de amor
En Meridiana Claridad
y consuelo. La plácida
belleza del bálsamo.
La recompensa.
Plenitud.


Variación IV

Despierto con el alegre canto del zorro. Las cinco de la mañana y dulce oscura la noche. Me levanto y voy hacia al puerta. Al abrirla, mi piel se refresca con la caricia del aroma nocturno. El azul saborea mi mirada a la luna. Poso mis sienes sobre el canto del ruiseñor.
Las cinco y el campo me saluda. Buenos y nocturnos días de plenitud tras la guerra.

sábado, 14 de febrero de 2015

Crónica de una pequeñez enunciada



Caminar hasta el atril con la sala vacía resulta fácil, una especie de corriente de aire la empuja a una. Bajarse de él con la sala llena de miradas, oídos y voces inteligentes, resulta muy costoso, por no decir casi imposible. Conclusión, en casa del herrero cuchara de palo. Apenas fotos del acto. Consigo extraer dos mínimamente representativas. Ninguna hace justicia, hablaron más personas, llegó casi un tercio del público algo más tarde, ¡hasta treinta personas pude contar!: Mala fotógrafa. Demasiadas tareas me impongo, una no puede abarcarlo todo: iba como autora, quise ser maestra de ceremonias, contable y encima fotógrafa, un imposible. No obstante, hoy me planteo el reto de ser la cronista de un acto en el que cierta medida fui protagonista. Me martirizo a mí misma. Ayer, feliz inmediatamente después, muy feliz. Hoy me despierto sintiéndome una cucarachita: ambiciosa, egoísta, presuntuosa: ¿quién soy yo para escribir/publicar poesía?
Menos mal que la palabra existe, y la fotografía, que el registro, el grafos, es una actuación natural humana. Tengo las notas de Pilar González Modino (leer más abajo), esas palabras sobre las que desarrolló su magnífica alocución, tengo las palabras de Manuel Moya en su prólogo (se puede leer AQUÍ), tengo las fotos de mí misma gesticulando, tengo el recuerdo en mi oído de las palabras del editor y hasta las de Manolo Moya tildando mi poesía como de versos no limpios.
Hasta tengo la controversia suscitada: poesía que provoca sosiego versus poesía que provoca desasosiego. ¿Qué más se puede pedir?
Tengo, tengo, poseo: quizás esa sea la clave. Rica en afectos, rica en poesía, rica en logros vitales, no me siento capaz de agradecerme. Mucho menos me siento tan enorme como para conseguir abarcar con mi agradecimiento el apoyo de las personas que se suman a mis empeños.
Pequeña, en resumidas cuentas muy pequeña para tanto dado por todo y por todos.
Menos mal que la macarena me mira de frente. Y vela por una surtida y generosa muestra de especie humana que quiso aguantar hasta las tantas de la noche. Allí sí, donde me compro mi solerita, en la bodeguita del Pumarejo (Paco, ay Paco, mañana republicaré tu poema).
Gracias a todos por tanto dado.
Una suroesteña pequeña


Sobre SUROESTE (por Pilar González Modino)

1.- PRÓLOGO
Primera vez: osadía.
Duda inicial: ¿un libro de la poesía y sus geografías posibles?, ¿una geografía poética? O ¿palabras que crean el paisaje?
En cualquier caso, para aventurarse en un territorio (aunque sea conocido) o para orientarse en un paisaje o simplemente para vivir, es imprescindible adoptar una posición, un punto de vista, una mirada.
Y esa mirada, en mi caso, es la del lector. La de alguien que se aventura en el paisaje de Suroeste guiada por las palabras. Las palabras de Sofía son causa (causa de la belleza). Las mías son efecto. (metáfora de la piedra lanzada en la alberca)
Ni puedo ni me atrevo a desentrañar el poema. Porque es imposible. Porque el poema será diferente para cada lector, será o se convertirá en lo que cada uno de nosotros elija o sienta. Sólo pretendo decir lo que la lectura de Suroeste me evoca. (evocar: llamar a espíritus o traer algo a la memoria).

2.- ESPACIO
Suroeste es el paisaje, el punto cardinal (principal, fundamental) que señala la brújula de nuestra identidad. Llamo la atención sobre el “nuestra”, porque es compartida, plural, incluyente.
Es el mapa sobre el que estamos co-locados (alojados en el lugar común).
Es la tierra vital de nuestros mayores (atlantes, tartesios) que nosotros hemos heredado y convertido en mito.
Es nuestro “finis terrae”.

Es la geografía de la metáfora: el río grande que se deshilacha y se desborda en marismas, se hace laberinto y luego se hace mar.
Y la tierra que lo abraza desde las orillas y que está viva gracias al río.
Tal vez es que el paisaje es el verdadero hábitat del ser humano.
(Río Viejo I)

3.- TIEMPO
Pero Suroeste no es sólo un espacio. Es también un tiempo.
El tiempo del comienzo, de la semilla, en el que todo es, aún, posible.
En abstracto y en concreto. Le dije a Sofía, cuando tuvo la osadía de proponerme participar en esta presentación, y yo el desparpajo de aceptar, que su libro era un motivo de reencuentro generacional.
Con nosotros mismos, con quienes éramos hace 30 años.
Y con “los de entonces”, con quienes éramos “los nuestros”.
Y el reencuentro, después de media vida, es fecundo. Porque fecunda en experiencias es la tierra del suroeste. Y porque los cimientos que casi todos nosotros construimos en aquel momento de nuestras vidas, todavía resisten pese a las aventuras y desventuras que vinieron después.
(El Sur.)

4.- LA PALABRA
El espacio, el tiempo.... y la palabra.
Para avanzar por el río laberíntico del suroeste. Palabra que guía, que a veces vela y que a veces desvela los misterios, los infinitos y los abismos del corazón.
Hay veces en que a Sofía se le entiende todo y hay veces en que es críptica. Y creo que lo hace a conciencia, a cosa hecha, como decimos por aquí, por este suroeste.
Su voz es la del alquimista que guarda el secreto de la vida y de la belleza, la voz de quien hace pensamientos y sentires. Pues es nada menos que Aristóteles quien sostiene que la poesía (poiésis) es hacer, crear (por oposición a la teoría –conocimiento, búsqueda de la verdad- y a la praxis –acción-).
A cosa hecha, Sofía le pone nombre a las cosas y así crea el paisaje vital (físico, casi metafísico M.Moya dixit) de Suroeste.
Por eso, lo que parecía inicialmente un tratado de geografía poética o una interpretación del paisaje es, en realidad, un libro de amor.
De palabra cálida, brava, cotidiana y lúcida para hablar de amor.
Porque no tiene más remedio. Porque Sofía no tiene más remedio. Porque su poesía es un acto de responsabilidad personal y cívica.
Ella sabe (y nos desvela) que al borde del abismo sólo puedes hacerte el muerto o hacerte poeta.

Por eso, si tuviera que resumir este Suroeste en 4 versos, serían los de su juicio final:

Ya sé que hablas
de amor
de esperar
de para qué.

Sevilla, 13 de febrero de 2015

(Pilar Rodríguez Modino)




Así de bonito estaba el patio del lugar
Vista de la preciosa sala antes de que llegaran 10 personas más


Pilar González Modino, Martín Lucía (el editor) y Manuel Moya

Los últimos del Pumarejo (y la macarena al fondo y Suroeste en sus manos)


La cucarachita pidiéndole a la macarena que la haga más grande para poder abarcar,
y por tanto dar,
 las gracias que todos merecéis.


viernes, 13 de febrero de 2015

Suroeste, un lugar con ton y son (Presentación hoy)


Comenzar el día con la declaración de intenciones de la propia brújula, es decir extrapolando la dirección que en la rosa de los vientos podría parecer que el mismo suroeste señala no habla más que de la rotundidad con la que la Poesía se manifiesta la existencia. Un poemario que intenta, por sí mismo, sin intención autorial por mi parte, describir las latencias de un lugar que se define en su propia geografía anímica como abierto y sincrético, como una bahía de refugio y extensiones o como unos brazos abiertos a todo lo que llega o capaz incluso de desplegarse por sí mismo como si alas tuviera para poder llegar a cualquier otro rincón del orbe, inserto y convertido ya en un objeto capaz de ser acogido por otras manos, que resulta que en su primer paso toma la dirección geográficamente opuesta a la que su propio nombre parece que sugiere, y digo parece porque realmente suroeste no indica ninguna dirección sino todas las posibles desde ese misma idiosincrasia del lugar mítico o utópico desde el que la poesía es lanzada una vez extraída de las cárcavas profundas de nuestra existencia, una vez taladrada esta costra dura de la nomenclatura sobre la que todos habitamos y nombramos y vivimos y morimos y estructuramos para poder caminar sobre ella, una vez que con el motor del ser de poeta, y retomo ya el anterior discurso, la poesía en palabras , los poemas ceñidos ya al papel como material que los hacen transportables, es decir acogibles por otras manos, otros ojos, otra mente que lo aprehendan, una vez que todo esto que sucede, sea capaz ese anterior poemario de tomar la dirección de vuelo hacia el punto diametralmente opuesto, opuesto tan solo porque la rosa es un círculo que a todos nos envuelve y nos une casi como si pétalos fuéramos, y con nosotros, a nuestros actos, logros o fallas, intenciones e ilusiones, sueños y actos cotidianos como el de escribir, pensar, sentir, comunicarnos, solo me habla del poder real de la palabra y el poder real del amor (con qué fuerza si no se va a poder obtener el privilegio de realizar el acto poético), las materias sustanciales e invisibles de las que está hecha la Poesía.

Hoy os espero allí a todos, a los que podáis asistir y a los que no, porque un libro sin el ser humano para el que está escrito no significa más que papel mojado, ni siquiera en blanco. Pero un libro acunado por el afecto y por la humanidad por la que está hecho y para la que ha sido hecho es el objeto que nos define como seres inteligentes y sociales, en definitiva, seres con capacidad para entendernos y amarnos.
Y la esencia de Suroeste es tan solo esa: el amor, la capacidad de asimilarnos unos a otros intelectual y solidariamente, única y exclusiva en los seres humanos.


miércoles, 11 de febrero de 2015

mayales 1

mayales 1

0. Al fin y al cabo
que sujetaste
con la primera mano
es el tiempo de distancia,
la medida, la una
que nos separa.

1. wish you were
here es la paz
ahora mismo
no se hallan
dos en mí.

2. seremos dos
hasta que la luna
cierre sus tres ojos,
que no los posee.

3. llegará el día
para dios cantarnos
una nana al cobijo
de nuestro cuarto.

4. Sopesar y transgredir,
así nivela el canto su mirlo son
síntomas causantes
del peligro y la lágrima
rodante curva abajo
de un mundo que fue plano
antes de que él lo quintuplicara
con su voz.

5. Al pabellón de mi oído cóncava
sien trasladada a tu seís-mo
como si el latido del hombre
naciente embrionara
patente de nuevo.

martes, 10 de febrero de 2015

le dicen fucking (el celo)

le dicen fucking (el celo)

no sé cómo llamar a esta extensión
de las sienes de mis pechos
¿axilas? blancos y voletantes,
y andró-medas se tornan
ahuecándose al paso
de tu saliva por mi corriente
venero
tu dentro
de este
vientre

y para cuando argüiste
la entrega me hizo agua
el gusano del desierto de Dune
y toda su fábrica
de especia
—esencia-especia-esencia
—, espacio
lleno.

yo no veo que nadie
enturbie el gozo,
tus dedos adormilados
y justos donde más
duele.
Ahí.

lunes, 9 de febrero de 2015

"Suroeste" ya disponible

Aquí está, queridos, ya disponible en la web de Ediciones En huida. Os dejo el enlace, la sinopsis y un breve avance del libro en sí mismo.
(En librerías a partir del día de su presentación, este viernes, ya haré entrada al respecto.)

AQUÍ, se puede adquirir.

AQUÍ, un breve avance del libro en sí.


SINOPSIS "Suroeste"
 
"Suroeste" es la descripción ralentizada de un solo instante, ese exacto en el que se llega a un lugar, en este caso identificado por una nomenclatura geográfica que coincide con la física habitada por la autora, pero que por el acto poético se transforma en el reconocimiento de ese sitio sin nombre donde la inefabilidad toma carta de naturaleza, ese lugar que nos habita o tal vez sobre el que se construye toda la existencia interior de lo que somos. Quizás el centro, quizás el núcleo (ese "nife" que aparece en sus primeros poemarios), seguro la esencia de la que parte todo el devenir poético (o sea, vital) de la que lo escribió.



Dos visiones sobre Suroeste


Intento hacer una panorámica similar a la que recogió el título del poemario. A todas luces, a todas luces, efectivamente, imposible. La primera fue disparada en abril (2012), la segunda hace tres o cuatro días. Mientras el país casi al completo se viste de blanco por la nieve, aquí el blanco, blanco que hasta duele, solo aparece por la absoluta luz que los vientos del norte dibujan en cada fachada. Hay cientos de suroestes, pero el que hace acto de presencia cuando el bóreas alimenta se hace tan duro e hiriente como el cristal, transparente, sí, pero con la severidad de la ausencia de matices, la rudeza, la crudeza y hasta la crueldad de la luz, la Inhumana, tal como la nombré en Canto para esta era, puesto que efectivamente es así, No-humana. Pero hoy sí recojo el matiz peyorativo de este vocablo al nombrarla.
(Me dicen que hoy llega el libro desde la imprenta. A ver si a la vez que tan buena nueva cambian las direcciones de estos vientos tan fríos.)

Para verla en grande y sin marco, picar AQUÍ

Para verla en grande y sin marco picar AQUÍ

domingo, 8 de febrero de 2015

La isla mínima

Llevo años, muchos más años que estos trece que hace que me inicié en el decurso de la fotografía digital, queriendo recorrer  casi a pie la geografía física que habilita la desembocadura del Guadalquivir para fotografiarlo, mejor dicho, visualizar a través de mi cámara el delta que no es delta, porque aparecen cabezos que impiden que ese lago Ligustinus antiguo se extendiera quizás inundando todo el suroeste de la península ibérica, ese terreno que mirado en cualquier mapa, desde los antiguos atlas, pasando por los ya también antiguos mapas de carreteras y centrándonos conforme a las posibilidades actuales en las imágenes que a través de google se pueden encontrar de una vista desde el espacio de sus dibujos su orografía, también humana, una especie de espacio imposible para mí por lo difícil que resulta adentrarse en ella, no existen apenas carreteras: un espacio sin lugar, un lugar ignoto pero archiconocido en pensamiento por mí. De Sevilla a Sanlúcar de Barrameda creo que no hay más de ochenta kms en línea recta (si no hubiera sido por la división provincial llevada a cabo en el siglo XIX, la provincia de Sevilla contaría con playa marítima). Sin embargo hay que armarse, tal vez de poesía, para lograr atravesar el territorio.
Me alegra muchísimo que la película "La isla mínima" haya obtenido tanto reconocimiento en la gala de los Goya de anoche. Confieso que cuando la vi hace un par de semanas me satisfizo por completo. Como siempre en los últimos años me evado (o al menos lo intento, me sustraigo, me desentiendo, en definitiva abomino, me esfuerzo por taparme los oídos aunque no lo consiga) de las noticias diarias y cotidianas, ni siquiera sabía que andaba nominada, todo lo concreto o circunstancial se me pierde en el laberinto de las marismas de este Suroeste. Pero, de alguna forma, este siempre me devuelve la flor del cantueso (o los tomates de verano, o los alcauciles de invierno. O mi lugar, mi mínimo lugar, o tus besos como hojas verdes).



La isla mínima

La corazón es el órgano del poeta.
La poesía manifiesta la corazón.

Las dos palmeras sembradas y creciendo.
El camino mayal que me señala la luna.
La tierra recién arada tal como
el nuevo lirio predica.
Pronto llegará la primavera,
la siembra de los alcauciles
para el futuro invierno,
las rosas verdes tras los rojos
tomates como tus hojas verdes.

Proclamo sin ambigüedades
mi falta de corazón y de razón.
Soy poeta, mi órgano es
la co-razón.

(De "Solenostemon" (Ciclo Suroeste))









sábado, 7 de febrero de 2015

Liberta

Liberta

sin pies

normalmente las batallas del hombre
suceden en el límite entre la noche
de sus ojos y el día de sus manos.
si no sé dónde pisan mis pensamientos,
mucho menos puedo pensar mis pies.

sin cabeza

se ha soltado la yunta
y ya no puedo arar.
un animal soy
sin frente
ni amo.

sin cuerpo

Habiendo llegado,
qué hago ahora aquí.
soltar amarras e la nave va
sesgando muy ciertos
agujeros la diluyen
en la salina transparencia.

sin palabras

mi mente catastrófica gobierna
su salida de este mundo inhóspito
y cruel pido un deseo
por todos los hombres un abocarme
para deglutirme
por completo entiendo
sin palabras que me demuestren.

sin dios

en la inefabilidad de la sustancia
hallo la máquina del tiempo.
un soldado muerto me dijo:
no nombrarás
en vano.

domingo, 1 de febrero de 2015

La trangresión



Otra visión de esta fotografía, AQUÍ, en Meridiana claridad

La transgresión

Nieva lejos si al menos
la ojeriza soleara
el entredicho.
Cómo comu
nicar-te-, licán
tropa mía,
que debes renegar
de la luna, que ahora,
sólo ahora, se revuelve
contra sí misma tornándose
poeta de su misma luz
al ver el empeño
de un tú y un mí:
la frontera.

Pero dentro,
en los cielos ambos.

viernes, 30 de enero de 2015

La exploradora occidental

La exploradora occidental

El pueblo se acercaba
flotando                   mientras llego
y no llego el sol se acaba
depositando             sus negras luces
transparentan revientan
en cristalinas sombras
iluminando              el desconcierto
opaco y feroz la noche es
sin ausencia
clamando                 perturbar
el oeste y encamarse
en sus montañas persiste
cierta luminiscencia del océano
que arrastré en mi avenida
con sus lenguas verdes y feraces.

vengo a decir-
te
a golpear
te
-dios.

jueves, 29 de enero de 2015

Prólogo de Manuel Moya para "Suroeste"

(Ya mismo sale de imprenta. Os dejo con las palabras que Manuel Moya (ahí, ahí su blog) ha tenido la generosidad de escribir para abrirle la puerta.)







SOFÍA Y EL TERRITORIO

Confesemos antes de nada que Sofía y yo compartimos cosas, algunas, muchas, viejas cosas. Compartimos un pueblo que se levantaba en la escarcha y se acostaba con el humo azul de las chimeneas. Compartimos fiestas lunares y días de campo. Compartimos un tiempo que lograba dejar atrás, pero muy perezosamente, las trazas de la dictadura. Pero sobre todo compartimos un amigo, Lito, que se nos fue hace poco más de un año, como se va la escarcha pasado el mediodía, como se va el humo azul de las chimeneas cuando entra marzo y lo revuelve todo y como se va la luna para renacer más tarde. Hoy, ahora, antes, durante y después de leer Suroeste se impone la presencia del amigo ausente y lo busco entre los versos de Sofía y lo busco en ese mapa físico y casi metafísico que nos propone Sofía en Suroeste, oteándolo en los esteros y bajíos, buscándolo en las laberínticas aguas, vislumbrándolo aquí y allá sin acabar de encontrarlo, sin acabar de perderlo. Lito. Nuestro común amigo Lito. Que se nos fue sin llevarse nada, y por no llevarse nada ni siquiera se llevó la vida que todavía —y cómo— le quedaba por delante. Y me tropiezo con él a cada instante, y su visión contamina mi lectura una y otra vez, y es inevitable y es humano y me gusta que así sea.

Con frecuencia me pregunto qué razón lleva al hombre a trazar sobre el papel esa cosa ambigua y cuajada de perplejidades que es la poesía. Por qué todavía hay gente que se encierra durante horas a alumbrar un poema y, aún más prodigioso, por qué otro alguien se sienta frente a él para desentrañarlo. Qué alumbra el poeta, qué luz recibe quien desentraña sus versos, quien se adentra en el territorio alumbrado por el poeta. Es este equívoco, este milagro, el que alienta a las generaciones de hombres a seguir caminando a través de un bosque donde abundan más las preguntas que las respuestas. Es precisamente la falta de repuestas de la poesía o su imposible claridad -su radical fracaso en definitiva-, el fundamento de su ser y lo que quizás sea aún peor, de su necesidad. Trazar el mapa de nuestra identidad, saber quiénes somos y qué carajo estamos haciendo aquí, en este escenario, son las preguntas que están en el adéene de la poesía desde sus inicios. Y trazar las siempre falibles cotas de ese mapa personal donde se afirma y se justifica nuestro imaginario -nuestro ser- es la labor de todo hacedor de poesía. Trazar ese territorio vital, esa alcurnia, por decirlo de otro modo, es lo que sin duda hace Sofía en estos versos que parecen llegarnos desde su propia necesidad, enhiestos como espadas y lúbricos como ríos que arrastran sobre sí el peso de una identidad y de una historia.
Sofía es una poeta de tradición nerudiana, magmática, solar, explosiva, vehemente, agónica, dionisíaca. Distinta. No busquemos en sus versos la palabra sumisa, el aliento contenido. Como las aguas de ese río metafórico que nos propone en este libro (primero de una tetralogía, según me confiesa), sus versos no corren limpios, sino vivos y agraces, no habitan mansas las orillas sino que continuamente las inunda dejando sobre ellas toda la tierra del camino, buscando no la precisión, sino la fuerza interior que habita en las palabras. Sofía entiende el poema como lucha, como cráter donde se dilucida esa batalla radical con ella misma y con el mundo y por eso en medio de sus versos, agónicos siempre, aparece ella, con sus arribas y sus abajos, con ese ritmo endiablado, con ese fluir sin aparentes límites, río al fin que todo se lo lleva por delante. La palabra se sitúa en el centro, torsionándolo, y desde este centro habita el poema, lo sacude, lo desquicia y lo rompe. Lo vivifica. Palabra en tensión, palabra insumisa, palabra viva es la suya. Porque es justamente a través de esta tensión agónica que construye su propio territorio.
En Suroeste, acaso su libro más personal hasta la fecha, Sofía traza una cartografía personal e intransferible, donde el territorio y el yo se identifican formando un espacio de dimensiones míticas, reconocible en su topografía y transferible en su visión interior, por el que asoman sus fauces los viejos pecios del pasado y libran su batalla las incógnitas y las deudas del presente. Como todo poeta valioso y verdadero, Sofía se deja arrastrar por esas aguas que van a encontrarse con el mar, que en ella es el sentir y el ser. Pero ella es río todavía, meandro-río que se sale de sus márgenes, río-meandro que arrastra su ser múltiple por una tierra anfibia que tiende a sobrepasar sus propios límites, consiguiendo que lo interior y lo exterior giren, se mezclen, se depositen en esos márgenes, para formar, sí, un espacio vital y no violado, una región habitada. Un mito.

Manuel Moya,
Fuenteheridos, 31 de diciembre de 2014

jueves, 22 de enero de 2015

Ánimo

Ánimo

ahora
me pregunto por el sonido
de tus mejillas cabeceando
junto a la estancia del salón
privado
de semejantes luces
tan pardillas,
dios y diablo
tan pardillos
casi se preguntaban
como yo hago ahora
por tu boca-puente,
ojo y río
, sí.
Río.
 
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