Mujer hielo (al poeta que se perdió de sí y termina por escribir novelas)
Es el papiro del limo el que verdea las riberas.
Mujer-jazmín que habitas los entresuelos de la memoria,
mujer-cebolla de raíces enredadas en capas
de gusto jugoso y ácido subsumir
que vuela en
flor del desencanto de este invierno extraño,
poderosamente extraño.
Norte.
La habitación entera se estremece.
Completo oraciones con los pétalos que se desprenden,
comparo mis labios,
la tersura del Asomo
y cierta mirada perdida.
Me despertaré
cuando
renazca el verde.
Y no me acercaré a ti.
Mi piel se desescama,
urticaria sólo de las ortigas que tierra pueblan.
Ya que te vi, cántame de dos en dos
los versos que olvidaste.
Ya que te arranqué de este universo de hogazas de pan blanco,
de sumideros limpios abiertos al sol de enero,
dime cómo quebraste tu agonía, ésta que me consume.
Ya que te adjudiqué, por ciega suerte,
el vendaval del progreso y el cándido ciclamen
color lila, contémplame:
me derrito bajo mi propia lente.
Las pieles de los cocodrilos se transparentan
más allá de esta vereda abierta y mi agonía se nivela:
todos habitamos lodo.
Sofía Serra, Noviembre 2010
No hay poeta perdido,
ResponderEliminarni encontrado,
ni olvidado,
siquiera rendido.
No hay poeta vendido,
ni humillado,
ni encantado,
siquiera vencido.
Tan solo es un respiro
de entre los azahares.
Tan solo es, el tiempo
ajeno a los jazmines.
Saludos Sofía
Saludos, Montxu.
ResponderEliminarGracias, :)