Desgarro
Esta niebla con la que me velo,
esta niebla con la que transito de mi lecho al cielo
y luego al suelo, niebla,
que levanta tierra y agua,
desde el campo verde y campo mar,
esta niebla emerge, cañaveral en ristre,
desde mi campo orilla, sumergidas mis raíces
que buscan
el consuelo de las aguas de tu abrigo…
Ya sin parasoles Afrodita se ha quedado.
Ya sólo cuida en sus manos
que vuelan rizos
de aire vuelto
al principio
que sirve a
sólo niebla, antes niebla
agua blanca, consumado plagio
de sucedáneo que somos
blanco de camara-da en ristre,
¡blanca!, blanca como la yerba verde-mayo, ¡que también es blanca!,
luminosa y blanca, coagulada,
quieta y blanca, ya cansada,
lúcida estratega,
¡siempre clara!
me devuelve a la sombra.
Entre los humedales, te desgarro, te… ¡oh, el sol!,
sólo sol, ya devuelto sol:
no me dejaste ver, velo que des-velas
inquietando al cielo y hasta al mismo suelo.
Y tuve que esconderme.
Sofía Serra Agosto-septiembre 2010
no me gusta la niebla, no deja pasar la claridad.
ResponderEliminarUn bonito poema.
Un placer leerte y saludarte
Bueno, eso de que no deja pasar la claridad, depende...la niebla actúa de filtro, difumina las luces duras y las sombras, iguala, de alguna forma es más faicl observar a través de ella que con un sol radiante..:)
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Santiago.
Sofía