martes, 10 de agosto de 2010

El envés del pozo






Título de la fotografía: Pozo del revés


Ya llegó, ya llegó la azafrana vestida como canto


Ni estando quieta asomas más que cuando me levanto./
Huelga decir que ya llegaste,/
huelga el silencio./
Huelga almacenarse./
Huelga redonda y quieta de hombro a hombro,/
culminas afán de esquiroles./
Huelgan piquetes a la luz o a la sombra./
Me basto y me sobro/
perdida. Sin rumbo./
Perdida, sin huella./
Perdida solana./
Perdida en refriega contra el aire./


Tal vez abierta, tan abierta, que no percibo su llegada./


Sonatina de otoño,/
ya te oigo rondando por las sucedáneas de mis neuronas./
Sonatina de otoño,/
ya te siento borbotear en este pozo sin fondo./
Cual loca quimera la reina brotó ajena a las estaciones que la mancillan,/
cual esfera quieta supo/
engrandecer su volumen./
Cuentan, cuentan/
uno-dos-tres,/
cuentan asomos, acasos y voluntades,/
cuentan grandes,/
cuentan quejas, cuentan gobiernos, cuentan afanes/
mes a mes, me deshago en mí,/
hoja y verde otoño que amanece./
Tu inundable pozo sin fondo/
emerge./
Torre alta, torre verde,/
en blanco y húmedo estío me deslío,/
me deshago por las esquinas para diluirlas en canto de asomo./


Quedan, quedan aguas y yerbas quedas, dulce y suelto queda/
tiempo de jacarandas, queda/
marfil./
Queda batiendo en este entorno de pozo lleno,/
hondo./
RE-quiebro la verdad a medias./


Como ave de retorno,/
como ave de suelta de aves bajo el ocaso,/
como ave blanca de espadaña,/
como ave pozo,/
como ave, como ave,/
como ave que se posa/
como las aves./
Como mi propio abandono./


Que somos tierra y carne, nadie lo duda./
Enhiesto y engullido pozo vuelto del revés, te adoro,/
aunque extraño seas para el resto./

Sofía Serra, Agosto 2010

lunes, 9 de agosto de 2010

Cubierta para novela

Sigo con la elaboración de portadas para Bohodón. Esta imagen corresponde a posible boceto definitivo para una cubierta con solapas para una novela de trama histórica, pero introducida desde una perspectiva contemporánea. Muy agradable de leer, entretenida, amena aunque extensa, y por si fuera poco, instructiva en aspectos fundamentales del ser humano contemporáneo. El escritor ha hecho un gran trabajo de documentación, además de lógicamente el desarrollo de su labor como narrador.
También he realizado la primera corrección antes de maquetación del texto.
Por supuesto, no aparece en esta imagen con su título ni autoría y sí aún con medidas aproximadas.


martes, 3 de agosto de 2010

Puentes made-in-sol

Me pregunto qué es lo que nos hace escoger siempre el camino más difícil aunque a simple vista pudiera parecer el más simple. Llevo un par de días creía que más alejada de la poesía. Acabo de cambiar de ordenador y sistema operativo y las tareas habituales en estas mudanzas me han tenido muy ocupada. Parecía difícil, pero no, no lo es. Parecía inaccesible, pero no, no lo es. Es más, todo resulta más sencillo con él, sino que nuestras mentes contrahechas ya por el uso de maquinarias peor engrasadas, parecen entrar en estado de shock ante el cambio. Cambio de chips, cambio de esquemas y todo rueda infinitamente mejor que antes. En realidad, un encuentro con la "facilidad", con una herramienta y su lenguaje mucho más adaptada a la forma auténticamente humana de hacer las cosas.
Al fin y al cabo me he encontrado en el mismo terreno y en la misma tarea en los que suelo hallarme a la hora de escribir poesía o hacer fotografías, abrir agujeros en esta costra dura de la nomenclatura, algo así como darle bocados a la manzana. Sí. Sino que esta vez una tecnología humana ya lo había hecho por mí.

No es exageración. Esto es informática puesta al servicio del ser humano, y no, como sucedía con el otro, vivir para esforzarse acarreando  un peso casi muerto.












Se extendió un puente
entre el libre albedrío y la buena suerte.


Sofía Serra, julio 2010

viernes, 30 de julio de 2010

Un año hasta el sol



Hace justo un año regresé a esta ciudad donde vivo. Apenas un par de días antes había comenzado el poemario "Canto para esta era" aún viviendo en el campo. Anoche me sentí escribiendo un poema que, una vez terminado, entreví que constituía el final del que con el que estaba (probablemente se titulará "Cae el cielo"). Sus versos finales nombran, sin conciencia prevista, igual, casi exactamente igual que uno de los primeros versos de aquel otro que hace un año comencé: el manantial salado de tu abrigo. Su poema se titula "Canto de egoísmo", lo subiré tal vez mañana o pasado en formato de audio. Entre uno y otro, conjuntos de poemas, se deposita la cifra de 37.884 palabras, contadas por el word lógicamente . Me picó la curiosidad, y sonreía al pensar, ¿tantas palabras para terminar diciendo lo mismo? Y sigo sonriendo. Sé que cualquiera con inteligencia sabe que siempre cantamos lo mismo, como siempre fotografiamos lo mismo, que ése es el camino de por sí.

Reflexiones numerológicas aparte, creo que con este poema se cierra una especie de ciclo; no creo en ellos , o creo del todo más bien, pero siempre abiertos, siempre círculos abiertos avanzando en progresión a razón tal vez del valor numérico de una "fi" o de una "cualquiera sabe qué". Poco importa. Se avanza, se recoge, se hace y "solas", las cosas CUADRAN, como en el ortógono del formato de una fotografía.

Treinta y tantas mil palabras, casi cuarenta mil, cuatro poemarios, no sé cuántas fotografías para un año creo que no está mal. Lo que subyace a todo desde luego, no tiene dimensión posible de atisbar ni por mí siquiera por muy "mío" que sea.


Título de la fotografía: Autorretrato de un año




El amor mío

Hoy mi voz se rinde abrumada, leve canta/
arrullos, tiernas competencias de niñas que juegan al sol de mediodía,/
levante en plena tan solazada./
No sé ya cuando te acuné./
A veces las penumbras vacían pantanos de dicha logrando regar/
los grandes valles poblados de jaras./
Otras nos someten en su letargo de luces fabricando no se sabe qué incómodo saco de plumas,/
cañones clavados/
sobre las nalgas/
como si la caricia se desprendiera de su porte/
para asomar por las otras perchas./
Sin embargo, hoy, el ya que es ahora sin después, rosa,/
la noche alegre rosa/
canta tornasolando las esquinas./
No es tiempo de vino./
Aún./
Agua salada brota ahora del manantial/
de esta cueva clara./
Un beso en tu nuca,/
un beso en tu pecho,/
un beso en tu alegría./
De despedida./


¿ Y cuándo no hay amor?/
¿Qué si no es paz, verano o suerte a escondidas o a luz/
en las niñas que se atormentan o en los hombres que temen?/
Ni el vino, ni la rosa, ni el papel/
terminan por pervertir./
Hoy brota de mí el manantial salado de tu abrigo. Hoy nació el amor mío./

Sofía Serra, 29 de julio de 2010

jueves, 29 de julio de 2010

La orilla (poema re-encontrado)

Suele suceder que cuando andamos buscamos cualquier cosa, damos con otras. Así me ha sucedido esta vez también. Abriendo algunos dvds antiguos con la intención de encontrar alguna fotografía que necesito para otros menesteres, di con un archivo que ni yo misma recordaba. Contenía cuatro o cinco poemas nacidos durante la escritura de La presencia por la ausencia. Al parecer los guardé con carpeta aparte y a la hora de pergeñar el poemario, simplemente, como no los recordaba, ni hice por buscarlos. Al leerlos comprendí que formaban parte de él, tanto por estilo como por temática. Los he corregido, buscado su lugar e introducidos en la maqueta para la próximo publicación en papel.
Éste es uno de ellos, concretamente, con el que he decidido ahora finalice.
A vueltas con lo que hacemos los que escribimos poesía, y al menos en mi lugar, cada día que pasa considero la publicación en papel como más necesaria para poder dar por terminado un poemario.
Desde luego su hallazgo ha sido completamente fortuito; pero  hace mucho tiempo que dejé de creer en el azar.


Título de la fotografía: La orilla


La orilla

Si es casi dolor,
físico dolor clavado a esta carne de espuma y viento que gobierna mi centro.
Mi tú por ser yo,
mi vaivén sobre tu sueño y tu vigilia,
mi pulso sobre las arterias de esta vida que
me invita a tumbarme en la bajamar de tus brazos.


Algunas olas se abastecen por sí mismas.
Otras revientan en la piel arenosa como queriendo alimentarse de tus huellas.
Se habitúan a vivir sin el viento hasta dejar de ser ellas mismas por (a)mor de la orilla.
Ser y consonancia de flujo y reflujo sobre la bahía abierta,
sobre la balsa de arena como pecho de hombre al sol.


Ni siquiera puedo suscribirlo.
No lo firmo.
Prefiero que nieve en mi mejilla antes que sobrevolar el ocaso.
Para vivir he nacido.
No me importa comunicarte, pero no prevengo que mis manos  te busquen.

Sofía Serra (La presencia por la ausencia, 2006)
 
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