lunes, 1 de marzo de 2010

Flores terrenales

Título de la fotografía: Flor terrenal

A Alejandra Pizarnik, cuyo verdadero nombre fue el de Flora

No me reconozco en ti./
Así que no debo ser poeta./
Así que te hablaré como un padre,/
así que:/
Hija, hija, hija,/
¿cómo ibas a encontrarte si hasta enterraste tu nombre?/
Flora de mi alma, Flora de tus hermanas, de tus negadas flores,/
tus dones, Flora de mi suerte viva que en tu muerte halla/
huelga para estas manos que nunca pudieron acariciarte./
Tus ojos como dos flores de magnolios,/
así, como mis puños de grandes así tu mirada/
de cordera degollada antes de la fruta./
Y con esta flor magnolia aviento a los arcontes/
que te firmaron sin tu nombre./
Y los espanto, y los ahuyento, y los destierro de tu vida./


Hija, hija, hija, ¿por qué te enterraste dos veces?/
...¿Viviste acaso sin hambre?/
Tal vez la tetrarquía y el deleite de la cornucopia abundante/
te lacraron las manos para no anidar en vida, y así, de ti germinó muerte, nombre de los hombres que no aman a las flores./


Lentamente/
humanizarlas, a las flores y las hijas,/
acariciar y levantar al sol la espiga que no nació/
para el cielo sino para la boca./
De mis manos a tu cáliz para que derrames el polen sobre el suelo,/
el grato vientre./
Sin santos, sin alergias, sin palabras y sin nombres./


Tú y sus locuras,/
tú sin verte como yo te veo en tus ojos que eran flores del magnolio./
Eres, pues, como tantos otros, inocente./


Y aquí, en el cielo, tu carne en ronda planteó batalla sin cuartel/
contra sus propias células para lograr alimentarte de tu propia dote./
Abastecerte de ti, empezando por tu propio nombre./


Flora, Flora, Flora,/
sólo madre de flores,/
sin hagiografías, sin menosprecios, la justa/
dádiva, la manta en el frío, el sol en el llano, el hambre en la abundancia,/
¿tan difícil es?/
Tú, Flora,/
sólo hambre con versos/
de sangre/
tan muerta sin sangre tuya y tan viva de tus nonatas hijas, las flores./
Tuyas son las mías menos muerte más mi sangre:/
Menos cielo en tu nombre; más tierra./
Menos flores en tu tumba; más tuyas./
Menos laurel sobre tu corto cabello; más lilas./
Más tú./
Menos rimas./


Como un padre te bautizo de nuevo con tu nombre./
Para eso necesito a las palabras (ellas sí son mis flores,/
que jardinera fui). Para arreglarte la vida./

Sofía Serra, 1 de Marzo de 2010

Notas de la autora:
1. Enlaces sobre la poeta Alejandra Pizarnik, aquí y aquí. Aparecen muchos más
2. El impulso que me lleva a escribir este poema surgió tras la lectura de este otro de Nicolás Calvo
3. Como lectora, no soy especialmente amante de la poesía de la autora argentina.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La poesía como catarsis

Título de la fotografía: Calle Imperial

La entrada de hoy va a resultar algo extraña, como creo que las últimas que he tenido el privilegio de poder compartir con quien así lo desee, y también algo larga, creo y advierto . ¿Aún más?, :), sí, aún más, y encima sin orden ni concierto, ;). Me explico en la medida de lo posible.

Uso éste y los otros blogs a modo de cuadernos de bocetos, el segundo cuaderno, podríamos decir. Cuando traslado los poemas, éstos están ya más o menos corregidos, , "hechos", pero nunca terminados del todo. En más de una ocasión, tras subir la entrada, tengo que reeditar sobre la marcha hasta tres o cuatro veces porque al leerlos ya en el blog publicados veo los fallos que antes no he visto. Entonces se me complica el trabajo, porque esas correcciones debo pasarlas al documento de word pertinente desde el que he copiado el supuesto poema. En fin, todo un lío, unas veces se me pasa, otras atino a hacerlo. El caso es que cuando ese poema está ya definitivamente corregido en mis archivos ha sufrido alguna que otra transformación, leve normalmente, pero fundamental para la que lo hace.

Esto atendiendo a las minucias. En cuanto a "lo otro", es decir, al proceso en el cual ese poema pasa a formar parte del poemario que se supone estoy escribiendo en ese momento, las vicisitudes son incontables. Irrelatables, daría para una eternidad escribiendo con mi habitual y profusa verbalidad, y no está el horno para bollos, ni mi afán por someterlos a torturas, ni mi fuerza mental para relatar tanto.

No me atormenta que aquí no quede exactamente reflejado, el proceso, porque sé que el resultado final es congruente con lo aquí se va desarrollando, pero siempre he intentado, al hacer las entradas, darle ese mínimo toque de cuidado extra para el exterior. Es como cuando una se arregla un poco más para ir a la boda de algún amigo o pariente, por mucho que nos jorobe. Algunos lo entienden como efecto para el lucimiento personal, pero para mí tiene el sentido de homenajear al otro que ha tenido la deferencia de querer compartir con una la circunstancia, honrarlo en la medida de lo posible.

Pues bien, hoy esta entrada va realizada con un espíritu completamente egoísta, por lo que pido lo más humildemente que puedo todas las disculpas consideren merezco.

Trasladaré mis versos tal cual han ido sucediéndose a lo largo de estos días, densos, largos, tensos, muy costosos, los versos y los días, en lo personal poéticamente hablando, más que poéticamente, socio-literariamente hablando. Hacía mucho tiempo, muchos años diría, que no usaba el acto de escribir como mera catarsis , pero hoy me he decidido por hacerlo así.

Tal vez algún día esos versos formen parte de un poema, tal vez no, pero sí pienso que debo exponerlos, quizás hoy sí como una especie de conjuro contra estas mismas tensiones que me han hecho padecer estos días, tal vez, no más, este acto también, que una mera catarsis.

Los acompaño de esa fotografía. Ahí en esa calle sevillana viví desde los seis hasta los diecinueve o veinte años. Ahí escribí mi primer poema con catorce para quizás quince años, algo muy endeblito, ayer intenté reconstruirlo a través de lo que me quedaba en la memoria sobre él. En el documento de word ha quedado entre los versos "actuales" que aquí copiaré ahora, él y su "explicación". El poema antiguo queda para el "recuerdo" por ahora, por hoy, al menos por hoy.

Aquí los versos de la entrada de hoy. He dejado el mismo título con que los inicié hace una semana aproximadamente

Al canto de la noche

Quien sea capaz de hallarte, que levante la mano./
Así en el silencio de la piedra duermo,/
como tú, sonora compañía de la noche./
Tal como enmudezco, claudicas./
Volvieron las malvas compuestas de tan profundo canto que ni la margen izquierda atina/
a contravenir la corriente./

Creativa./

Jamás lo sabremos, la gemela que te oiga y la nada claman por su no vida./
Allá junto a la marisma renacen sometidas al trino del sol de poniente, que se reserva, siempre se reserva./
¿En qué se habrán convertido los días azules del desierto?/
¿Hacia qué orilla habrán navegado las potentes naves del recuerdo?/
Yo ya es que gimo, gimo incapacitada, herida ya por las aladas cruces de las agonías que tercian/
al sonoro manifiesto de la esperanza en vida./

Y es que estoy tejiendo el sudario de tu alma, gemela blanca./
Tal vez me sostienes ya en tus brazos acariciando las mejillas famélicas de tu otrora./
Tal vez es sólo que febrero anuncia su siempre endeble acometida:/

Caronte, Caronte. ¿Y la moneda? ¿Quién la paga cuando uno ya duerme?/


Ahora sus remos van por delante./
Mis ruedas se han varado en el barro,/
los caballos siguen al trote y yo los veo alejarse/
camino de la curva solitaria que perderá a mi mirada./
¡¿Y este barro?! ¿Cómo ha llegado?/
Los hombres llueven haciendo reverdecer la pradera/
pero el camino transitado no agradece sus lágrimas/
A la vez que trabajo, la curva renace, y se hace./

Ay, si las estrellas supieran lo que sufre la tierra cuando brota el verde.../

Tú, tan sola, tan sola, noche blanca,/
nadie desea verte, nadie te habla, nadie te duele. Como a la muerte,/
a la memoria intangible y al denuedo./

Estábamos en lo mismo,/
el colibrí y la abeja y yo,/
comiendo de las flores sin hacer el daño al fruto futuro./
Favor por favor, se alimenta la vida del cielo/
y las alas del colibrí, de nuevo hoy, ya se unen sobre las arenas y esa nostalgia de hallarse justo tras la cerca/
ante el inmenso páramo que reluce desolado con las alarmas encendidas./
Es duro, ¡existen!/
Sí./
¿Qué les obliga a callar? ¿Qué les ordena no vencer?/
¿No será que la suerte les aplastó de plano?/

El viento de levante, que en el paraíso ahuyenta a los pétalos de su corona y reseca el
justo fruto que podría haber germinado abrigado por la hechura de la belleza./
Salir y subvertir./
Salir y proclamar./
Como el fruto del manzano./

Mi boca se abre al vacío, parece, cuando de nuevo/
el trago de agua dulce la inunda:/
Esto que bate en mi conciencia esto que asoma lujuriante, ávido/
de sales comprometidas,/
esto que gobierna, ésta que escribo, hago o deslío/
entre toda mi materia de neuronas,/
ésta que me sostiene y por la que sostengo,/
creo, a un alma compungida, temerosa y loca que llaman a veces los locos perpetuos manidos por el hambre/
del saber de./
Esto que.../

Qué espectáculo es verlos emerger./
¡Emerge, emerge! río de la noche grande,/
larga, larga como el cuello de tu alma negra y blanca por dentro,/
como los cisnes de la memoria que subsana el compromiso entre tu era y mi jungla de palabras, voz quieta hoy, noche corta y nula de poderío/
asomado a esas tus pupilas tan claras como/
las mías, negra vencida, nuestra madre/
quedó varada en la arena./

Han dejado de llegar. Han dejado de sonar./
Hablan al vacío/
orquestado tras las nubes./
¡Mierda!, ¡yo os oigo!,
pero si no os ven,
¿de qué servís?
(La olla, la olla, la puta olla que dejó de hervir, ¡no!) *
¡Que revienta!
Crisis total crisis profunda y ola,/
mar necesario. Crisis quiero crisis tengo la crisis que levanta, dame sueño y mudez/
del honor y de la ronda de noche blanca que ya muere./

Aquí te sembré./
Batiéndome con las torres de tu gemela./

Ahora el teclado/
y el escrutinio pulverizado/
de los dominios sobre la letra,/
el habitáculo sometido, la general/
parca insostenible de los fueros,/
lo siniestro ya olvidado y la pertenencia al lodo/
que reblandece los bordes de la llaga./

Con que no se infecte me conformaré./
Yo ya no te quiero más que para poder alejarme de ti./


(Sofía Serra, febrero 2010)

(*) Sobre este "verso" se puede continuar leyendo aquí, ;)

Hace una media hora acabo de enviar todos mis poemarios a una editorial. Es la primera vez que realizo tal ejercicio. Dios, o la poesía para mejor entendernos, dirá.

Un beso a todos, amigos

lunes, 15 de febrero de 2010

Limpieza, cavas y cantatas, digo, patatas.

Título de la fotografía: Acto poético


Cantar, lo que podemos entender por poetizar, se parece mucho al trabajo desarrollado por un ama de casa (hablo en femenino porque soy mujer ama de casa, conozco muy íntimamente al mejor amo de casa del mundo). No termina nunca. Son las 24 horas. Lo típico, lo que todas las marujas del mundo hemos dicho alguna vez...¡es que no acabo nunca, joder, cuando no es una cosa, es otra! (conste que nunca he entendido a la persona que se aburre en su casa, pero en fin...).

Más en fin, chascarrillos aparte, hoy me duele la espalda como cuando cavaba las patatas en el huerto (para que después al día siguiente se helaran. Como ven otra actividad que se parece mucho a la de cantar o a la de ser ama de casa, trabajar en un huerto. Ingratas, siempre hay algo más que hacer o se deshace lo hecho por fuerzas incontrolables por una, nunca está acabada. ¿Quién puede sentarse a descansar contemplando el panorama?) y eso que hoy apenas he "cantado", al menos por escrito. Algo la deja de pronto a una muda por fuera, que no por dentro, y es esta actividad creo yo, la sorda, la que no se oye, una de las más onerosas. De ahí, supongo, "el" tanto dolor de espalda.

Algún día dejaré aquí el pequeño articulito que escribí hace algún tiempo sobre el hecho de poetizar; pero hoy no, hoy sólo voy a hablar de limpiezas.

No puedo negar que canto para intentar limpiar, para intentar alentar, para desde mi ínfimo papel de ser humano intentar hacer algo porque este mundo y esta gran familia que somos todos los seres humanos, viva un poco mejor. Es como cuando apañas la casa, exactamente igual, ¿para qué hacer las camas si luego se van deshacer?, dicen los chavales cuando son pequeños en tono de broma. ¿Para qué fregar un vaso si hay cinco más?, ¿para qué mullir los cojines si luego se van a volver a aplastar?, ¿para qué limpiar un suelo que se va a volver a ensuciar y más estando el tiempo como está, sin parar de llover?

¿Y el gusto que da sentarse en un sofá puesto de nuevo blandito y bien encajado cuando tras cenar decide alguien acomodarse en él para disfrutar de un momento de relax antes de dormir? ¿Y poder encontrar un retrete limpio donde no dé miedo darse de cara (mejor de culo) con el monstruo del lago Ness, ¡y en posición tan vulnerable!?

En fin, más en fin, que el efecto de limpiar creo que todos lo agradecemos, unos por dentro, otros por fuera, pero siempre repercute en nuestra salud psíquica encontrar un entorno cuidado, aunque sea en lo mínimo.

Claro que a mayor tamaño, las "prendas" son ineludiblemente más grandes, y por lo tanto mayor el peligro que se corre si el "dueño" de turno no las ha recogido.

Saquen sus propias conclusiones entre la fotografía y esto que hoy una canta en verso de lomo "deslomado"...como el posterior a la cava de la patata, sí, el mismo, el mismo del día siguiente a la cava, cuando se sumó la helada sobre las verdes hojas de tan hermosa y alimenticia planta al estrago físico causado por la dichosa y dicha cava.

Menos mal, al menos, que aquí no hiela.

Aquí y allí. Algún día haré un canto para la maestra que enseña geografía a sus alumnos de preescolar, con su mapa mundi, su mapa de la Península Ibérica y su mapa de Andalucía (comprados con su sueldo) adornando su aula. Seguro que esos aún jóvenes seres humanos no sufren transtorno de ubicuidad cuando sean mayores, y por tanto, casi seguro que sabrán a ciencia cierta dar con el lugar adecuado para depositar sus excrementos. No harán falta tal vez así, voces cantoras limpiadoras.

Pero mientras tanto...

Que tengan buena noche. Yo con mi espalda a la cama voy. A intentar descansar, sólo por un rato, eso sí.

domingo, 14 de febrero de 2010

Un poema para el día de los enamorados


Si alguien logra extraer de estas dos fotografías la relación que las une tan intrínsecamente que casi no podrían existir la una sin la otra, si alguien es capaz de llegar a dar con todos los mecanismos que la han hecho posibles y comprender el concepto que subyace a cada una y a ambas en unión, es que entonces sabe qué es la poesía. No que pueda escribirla o entender más o menos un poema cuando se lee, no, eso depnde de menores circunstancias, sino que llegará a saber QUÉ es la poesía, que es distinto. Se puede llegar, de verdad, los datos están todos en ellas presentes, aunque es cierto que habría que entretenerse mucho en indagar. Yo sí sé lo que es Poesía. Pero la poesía no debe explicarse.

La poesía sólo debe "decirse", con cualquier lenguaje que a manos se tenga, aunque sea con el de los hechos, o mejor aún, especialmente con el de los hechos, aunque para éste no celebren certámenes ad-hoc. Bueno, sí existe el mayor certamen posible para ellos, el de la vida.

Un hombre ha escrito un sólo cuento en su vida hasta ahora. Ese cuento se titulaba "Cuento para mi hijo", un hijo que aún no había nacido. En él le explicaba, bella y literariamente, quiénes eran los lunáticos y por qué se les llamaba así.

Hoy hace 24 años que ese Poeta me dijo por primera vez "te quiero", y el caso es que ninguno de los dos caímos hasta años después en la cuenta de que EL HECHO coincidió con un día de San Valentín (valentín, valiente, qué casualidad, ¿verdad?).

Ni siquiera hoy lo he recordado, el detalle, hasta el momento de hacer la segunda fotografía.

Hoy el poema de esta entrada es "todo esto" dicho.

Sofía Serra, 14 de febrero de 2010

Post scriptum al poema:
Feliz conciencia sobre la poesía, amigos, es lo que os deseo de todo corazón.

sábado, 13 de febrero de 2010

Guitarra

Voy a intentar hacerme con esta partitura.

Dedos como vasos, alma como la del cántaro




Recuerdos



Sonido al vuelo y la guitarra:
los acordes,
el punteo,
el olor a humanidad y madera que humea desde mis dedos
hasta resonar en el blanco mármol de la escalera.

Diatribas,
diablillos infantiles, tan ruidosos en sus carcajadas bellas
que obligan a convertir las aulas en jardín,
en compás, en Américas recién conocidas.
Sonido tan quebrado,
tan conocido por mis recientes uñas,
tan alondrado
que mi alma solventa los aires negros
y suspira, respirando en quietud
esa paz de orilla,
de mar atlántico,
de horizonte resucitado
de rasante salinidad.

Suena en tu olvido,
en la pared familiar,
la mano cálida y corta,
tan presente y quieta ya,
que espera en reposo volver a la raíz de su tronco,
árbol de santo,
de frutal sonoro y arisco a mis cuidados.

Y en vaivén, en tu risa
de seis surcos
labras el aliento del alma con la aldaba de la aldea...

Viven ferias y primaveras que me alimentaban.

Sofía Serra, 2001
 
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