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domingo, 8 de diciembre de 2013

Todo nuestro

Ando ordenando apartando abriendo muebles libros lámparas espejos prendas de una vida de una muerte de una caja de mi vida ya leída que ordeno aparto y abro a mi vida y a las propias vidas de los otros que abran la caja al orden de la poesía.
Y su luz.
Ando multiplicando por cuatro buscando el espacio comunicando los vientos permitiendo alhóndiga a tanto tiempo compañero. Y a tanto libro ya leído.
Y a su luz.
No hay herencia ni recuerdos. Todo es y fue de todos.
Todo nuestro.
Con su luz.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Nanit

Nanit

Duelen hablando quedamente los lentos crepúsculos
de estos días semejantes a ciertas aves que se posan sobre la encina.
Duelen quebrando horizontes allá
donde el sol se pierde hasta lograr ser más sol,
más aurora del otro lado, del otro barrio,
donde danzan ligeros los bostezos, las axilas,
los murmullos ahogados bajo las sábanas
y nuestro olor profundo y seguro de ser vivo
alimentándose de sí mismo. La luz.
La luz a oscuras en este abandono de nuestra suerte
para lograr la bendita proclama del sol sobre todos,
sobre las firmes costuras de este travestido animal
que persiste y persiste hombro sobre hombro,
fuente sobre fuente, puente sobre puente
de la mirada sobre el río, el mar, la ancha distancia...
El agua.

¿Qué te habita que tanto me extasía?
¿De qué consumo me abasteces que al igual
que me llena me deshace en estas perlas claras?
Siempre amor, siempre ahogo, siempre agua escondida
y clara anhelando el perfil de tu mejilla, los labios
que me hunden sin haber besado siquiera
la fuente terma de este ocaso
bajo la estrella que persigo por el canal de vuelta
en gozoso desorden de corriente continua
de ti a mí, de mí a ti, imaginando que llego
hasta tu boca de Hombre abierto a mi avenida.

Creo yo que somos dos batiéndonos
en la común espera de nuestra suerte en el otro,
en el cauce depositado, en el lecho de tu pecho y el mío aún calientes.
Caliente nuestra cama de común y mutuo abrigo
en esta luz a oscuras del encuentro entre el día y la noche,
el siglo y la espera bajo la misma manta, el mismo sol,
redescubiertos en la mañana como carne de luz y de ser vivo pleno.
Creo yo que no somos dos, sino uno.
Uno más el deseo de no perdernos
en el horizonte de aquel nuevo sueño.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Guerrera del arco iris




Guerrera del arco iris

Tras visionar el documental "Tierra"


Voy envejeciendo a ojos vista
de nariz para adentro.
Mi alma me parece la misma,
terca y rebelde para el con todo
por sí misma, como si ya no me perteneciera,
como si hubiera cobrado existencia
impropia.
Puedo observarla aun sin encontrarla,
Como si la luz sólo iluminara las partes viejas,
ésas que ya no se asombran ni ante la belleza.


Muda en mi silencio quedo
como la nube blanda que combate
el muro torpe y seco de la presuntuosidad
como medida de nuestro ego.


¿Qué será de mí si no puedo disfrutarte más?
¿Qué será de mi ser humano
si no puedo volver a emocionarme con tus fundamentos?
¿En qué orbita pasearé esta noble vida que me fue regalada?
...Azul,
planeta de todos,
juramento preciso sobre la fraternidad,
equidistancia exacta entre los océanos y la pléyade con inteligencia.
¿Hasta cuándo asomaremos sólo nuestro riñón, oficiante de excreciones,
al baile conjunto del universo palpitante?


Intrépida premura de la que nacen las cosas quietas
suspendidas sobre el aire
como gárgolas domésticas habituadas al no devenir de la lluvia.
A la sequía.
A la ingrata adolescencia de las atmósferas con perfil de entelequia humana.


Inestimable cohabitante:
¿Qué será de mi ser humano si no estás?
Mas… ¿qué importa eso?
¿Qué será de ella si, siendo otra, ya no puede alimentarnos, ni habilitar nuestro sobresalto, o nuestra injusticia, nuestra vida, porque su risa habrá muerto con otro nombre? ¿Qué será de nuestros ojos si el azul arbolado de su manto se convierte en transparente tumba de nuestros hermanos? ¿Cómo podremos mirar si no existen ya los otros páramos, los inocentes? ¿A qué mirada responderemos, tú y yo, si no nos perdemos en el mar salado de las no-lágrimas?


Albura como la nada,
semejante paraíso inconcebible hasta para mi agente.
Orden de animal alegre y vivo,
orden de sustancia en nuestro beneficio,
orden sin intenciones.
¿A qué me asomaré sino a la ruina
cuando tus columnas se inclinen
dejando caer el templo de tu audacia,
cansada ya por la distancia,
enorme distancia,
que separa con nuestra culpa
tu agua de tu agonía?


Inestimable madre elefanta:
Bordo un arco iris para ti y para tu cría,
que el arco iris se tiende
con hilos de color verde.


Sofía Serra (2009, El paraíso imperdible)
 
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