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jueves, 12 de febrero de 2015

Luces (dormición)

Luces (dormición)

Me ama la madeja de los puentes hilvanados entre sus ojos y el lamento del agua visible, me desencadena la fuerza gravitatoria de un mundo lechoso y partido cuando suspiró por su último edén. A veces, solo en algunas ocasiones, las menudencias cambiadas de sitio, reordenadas en la página en blanco que estreno, me sugieren la abocancia al día, a este día. Llegas a la siesta de las luces. A veces, ellas también duermen. Hoy percibo su somnolencia, su administración de mis sueños. Velan por mis talones en su inentendimiento. Me conciben aunque no me sufran. Pero no me padecen: yo las acuno.

viernes, 6 de febrero de 2015

La sombra

"Selfie con la luz"


La sombra

He permanecido sumida en un sueño muy oscuro, anquilosada, pronunciada por los labios de un otro o una otra, no aletargada, no; dormida, simplemente dormida, solo despierta con los ojos de la perseverancia y el devenir de la otredad, nada que ver con mi propia naturaleza de ente descriptible: un almanaque sin desplegar, una suma de inconsciencias, una niña disfrazada de rey barbudo. La corona de nieve se ha derretido bajo el calor del sol destellando como si estuviera engarzada con los diamantes más brillantes ya hoy perfectamente licuados. Mi tez, mis ojos, mis labios y, a través de ellos, mi garganta, y, a través de ella, todo mi organismo, se hidratan. Bajo la luz del sol mi cuerpo es el mismo que hace breves instantes, un cuerpo de mujer a la luz del estío, con su curvo vientre iluminado, con las gotas de sudor deslizándose por su cuello, con las piernas enhiestas dentro de la sombra de los rayos salutíferos. Solo asoma la duda sobre mis glúteos. Poso mis manos en ellos como para asegurarme de que existen: están. Soy.
Ya camino desnuda por la orilla de la playa. El sol de poniente me calienta a la vez que me extiende. Las dudas vienen y se van al compás de la blonda de las olas. Solo me importa reconocer el color ámbar de mis ojos ante su luz. Me acompaña la plena serenidad de que puedo contemplarlos.

Cualquier obra de arte ilumina el sueño que no recordamos, ese que nos hizo felices o, simplemente, seres nuestros.

martes, 3 de febrero de 2015

Still life natural

"Nervales"


Still life natural

Instantes detenidos, naturalezas muertas, naturalezas más vivas que quizás todo, un conejo muerto, una perdiz acribillada, unas flores cortadas para vivificar un habitación casi enmohecida, una forma de hacer el amor a lo muerto sin practicar la necrofilia. Aunque, pensándolo bien, qué más vivo que la necrofilia, amar lo muerto desde la vida, hacer revivir, no importa si deglutiéndolo o practicando la benevolencia de algún otro milagro: ¿la resurrección como necrofilia?, ¿por qué no? Tantos tabúes, por desconocimiento de la pura palabra. Yo amo la muerte porque soy capaz de quitarle su vida haciendo reaparecer la otra vida, la que es puro desafío es costumbre es la muerte la nada... La nada, el no-lugar, el no-tiempo, donde solo puede nacer la Creación, porque desde el arte solo y escasamente podemos hacer re-crear.

Mas la vida, la luminosa sensación de estar haciendo vida, solo tiene que ver con el acto de crear, ese que en nuestra cóncava mente reservamos tan solo a un dios ( o varios), tan en poco nos tenemos, cuando con una simple flor posada en el escenario de una sala, cuando con un simple beso con el tacto de labios imaginados, cuando con una, solo una y simple palabra, creamos vida que se derrama, que se extiende por esos callejones que hasta la tramazón nerval de una hoja muerta nunca despinta.

La vida, la vida, el amor, el sueño-vida, ay, Calderón, la vida y el sueño. O la pesadilla de no contemplarnos como vivos en cada desencuentro. Quizás , y no más, porque no somos sin el encuentro con el otro. Ese que nos conforma, ese que forma parte tras el mínimo paso de la conciencia individual de lo que somos: Un tú más yo. Un nosotros. Un todavía vida. Un still life.

Es NATURAL que cueste tanto esfuerzo pronunciarla/crearla. No depende de uno solo.



miércoles, 28 de enero de 2015

El sueño demudado

El sueño demudado

He estado tanto tiempo dormida ( o quizás tan profundamente durante un breve corto de tiempo), que todo me parece nuevo, novísimo, brillante pero encajado, todo en su lugar ameniza mi vuelta al mundo, hasta la sensación de desasosiego, casi permanente en mis últimos quince años encuentra su lugar, todo colocado, todo en su sitio, como si un hada o un pequeñín duende de esos que solo aparecen en los cuentos en los que nunca he creído hubiera arreglado la estancia que habito, elaborado el pastel de chocolate por mí o fabricado los cientos de pares de zapatos que mañana (hoy) hubiera de presentar antes los exigentes clientes.
El sueño reparador tiene nombre de presente en futuro, una amalgama limpia, como una batida de clara de huevo y leche, como un surtidor de agua resplandeciente y solidificada, pero tan líquida como la que bebo sin sed de horas.
Como un sueño demudado en vigilia de descanso.
 
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