Mostrando entradas con la etiqueta Revisiones2014. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Revisiones2014. Mostrar todas las entradas

jueves, 8 de enero de 2015

El hombre a-corralado

El hombre a-corralado

Dicen que abrazaba el aire
intentando encontrar
la medida de sus brazos.
Pero solo daba con el hueco de su pecho.


huérfano del día y de la noche
que en el día se vela
y en la noche se cierra
el cristalino agrietado
en puntiagudas gotitas de rocío
mientras su brillo de bestia
proclama, soy yo, astuta
sien, por ti alboreé todo
mi discurso, olfatea
y sucumbe ante tu fulgor,
tu onanismo sagrado y profundo
tan débil como el cuerno
embebido del ternero vacilante,
de Ío vestal y defenestrada
cayendo desde tu manantial carnoso
a la tersa planicie de las lomas.
el maquillaje hace estragos
sobre el terciopelo de tu lomo

nieva en las castañas
y peludas ubres
de tu pecho.

préstamo de sueño,
terca mula viviente
sobre el adoquín de la feria
trashumante con ganado das
por perdido tu botín de corsario
pobre y cojo y menesteroso y venido
a una patria que ya no huele,
ni siquiera huele tanto
tiempo que se hizo polvo
su cadáver si víctima
hay verdugo en tus ojos
puede estar naciendo
el basto que te refleja quedó
a dos cuartas del agua salina
cuando aún no has vuelto
de tu asombro feriante
vagas,
inhóspito transeúnte
sin salida.

miércoles, 7 de enero de 2015

Alisos en enero

Alisos en enero

Súbitamente acompaña la ojeriza
del primer plomo abatido
desde la torre albarrana,
las gaviotas puntiagudas
retozan presentes regalos
de picotazos en la basura de las muelas
del molino de aceite. las verdes olivas
granjean por levantar el vuelo
de los mirlos que aletean a golpe
de tendido eléctrico y sostienen
con sus plumas las tijeras
con las que cortarás la nube
de la melancolía, la extraña fiera
muda, con lo que te gusta
el rugido de los nobles leones
del espacio interior de los troncos
viejos, nudosos y huecos.
beberás solitudes magníficas,
germinarán brotes de saliva
verde sobre las flores
que ya duermen buceando
amnióticamente en busca
de la primavera dormida.
Perséfone llorará por sí misma
sin tesitura de aire circundante
al malvavisco, triunfará
la pradera en lozano despertar
de aullido
de lobezno
feliz.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Paisaje para Navidad

Paisaje para Navidad

La impaz sonora
y el gélido viento,
la tempestad asaltando
los cuellos de las avestruces
pálidos y escuálidos cimbrean
el aire y ya el suelo
con sus ojos enterrados,
al fondo
el paisaje de la montaña
donde se aposenta la ruin
y verdosa
anatomía de tu silencio,
pueblo mancha o escalada
con los dedos,
tomarte
y desplazarte hasta el valle
al pie del monte,
belén viviente eres.

Y las avestruces ordenan,
desafiantes ellas ya,
al viento con sus cabezas
fuera de tierra, y sus cuellos.

viernes, 19 de diciembre de 2014

La escafandra fluvial

La escafandra fluvial

aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la balsa de las aguas.
El estuario juega
al pan repartido
entre todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.

en esta confidencia me balanceo
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida antes del final de sus afanes.
No temas, reina mía, los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente grande.

Y a voces
se fundieron las otras
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela.
Sobre tu mullida longitud de pernera invisible,
los cabezos aún grises posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus efluvios enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Son-ethos para hermanos

Sin arte ni parte y colmada de sueño, busqué aquel antiguo poema, así, me vi impelida a buscarlo para poder leerlo de nuevo. ¿Qué diferencia existe entre los que escriben "para uno mismo" y los que escriben para los demás, entre los que escriben por alguna razón y los que escriben "porque sí"? Por qué nos empeñamos en distinguir tanto, cuando el único motivo real es que se escribe porque se desea y necesita registrar, porque e-xac-ta-mente, la civilización no habría podido desarrollarse sin ese impulso que desenvolviera el que por primera vez arañó la dura superficie de una roca con otra piedra, por ejemplo, acompañado por la intención de "decir" algo. Es la escritura, la huella, el registro, lo que nos permite liberar a nuestra mente del ejercicio de recordar de memoria, así como el de asegurarnos de que lo "querido decir" (este camino, no el otro, aquí hay un cagadero de gacelas, en este sitio ilumina el sol cuando el bisonte se acerca a pastar) per-dura, en definitiva, la consciencia de la existencia de un futuro, bien en el que no estemos nosotros, bien en el que sí vivamos.

Quizás, el acto de la escritura demuestra la inmanente conciencia colectiva que en toda conciencia individual se aloja. Por muy lejos psíquicamente que nos quede, a menos que se raspa la superficie de nuestro propio yo, aparece el otro, porque sin ese espejo el ser humano está literalmente incapacitado para reconocerse a sí mismo. Quizás el acto de la escritura, a través de cualquier medio o signo, es el más implícito acto de conciencia colectiva, y por tanto, ultraísta, que el ser humano haya sido capaz de desarrollar.

Hasta nos permite convertirnos en "el otro" en el acto de leernos, es decir, reintegrarnos en nuestra propia conciencia de especie social.

(Dejo aquí el poema que fui buscando. De camino, he reparado en lo posible el blog donde expuse ese pequeño poemario que, sin él saberlo, ni yo, inició toda la etapa poética que hasta este mismo año he desarrollado. Así que ya queda abierto de nuevo para todo aquella persona que desee leerlo.)

Para leer el poemario completo (20 sonetos), picar AQUÍ

XII

SONETO DEL HERMANO

En la lejana ribera del tiempo,
curva, encuentro el perfil que sostiene
tu melancolía terca y rebelde,
con dolor entre las yerbas, sin freno.

Como un parásito del tronco ileso
asciende en columna por estas sienes
que asimilan, que asumen y comprenden
que las ausencias abarcan al negro.

El negro del error con el contrario
a la vereda, negro de la terna
equivocada, del negro primario

de tu negación inane y serena
nace el agujero negro incendiario
de aquella callada orfandad paterna.










miércoles, 17 de diciembre de 2014

Esto no es una felicitación de Navidad

Con toda la sinceridad de la que soy capaz como ser humano digo que no entiendo cómo, tal como está el mundo, se puede manifestar públicamente una sociedad en torno a unas fechas como las que llegan, celebrar con comidas, fiestas, luces y jolgorio ¿qué? ¿Que somos capaces de consentir que siga campeando la violencia entre nosotros, los seres humanos? ¿Que sigan venciendo las desigualdades? En lo íntimo, en lo particular, si se quiere en los hogares, no me parece mal sino hasta sano. Pero que en grupo, ¡o en masa!, y favorecido por la estructura que nosotros mismos creamos, esto llegue a buen término (resulta comprobable solo dándose un paseo por nuestras calles una tarde cualquiera), me parece una canallada. Así, una canallada propiciada por toda una sociedad.
De aquí al 25 de Diciembre me he planteado, como autora de este blog de "palabras", solo publicar poemas o textos que hablen de los males de este mundo. No son ganas de aguar la fiesta, lo juro por lo que soy, solo pura necesidad de intentar hacer recordar.

(Otro poema de "El muriente")

El hundimiento

Y si tú te mantienes bajo el perro
y la danza, bailaré.
Se someten extraños advientos,
son los soldados de la humareda,
la rosa blanca, la por nacer.
Este des-sentir no perturba a nadie.
En la noche atestada de mejillas
vehementes apatías mercadean
por desmembrarse entre tu desconsuelo y el mío.
Yo ya te amé, sol de mediodía,
resultó difícil dar los pasos
sin orilla que borre las huellas
de marea dicha, marea quieta, ¡oh!,
¡cuánto crece mi afán por respirarte,
sal de mis fosas!,
qué transparentes peces te habitan…
El sol no se quejó,
el sol duerme como cándido aceite,
bálsamo que vino
a menos más tú
seré yo sin rastro.

… Si es que no merecemos ni un dios,
ni siquiera uno,
ni tan sólo uno
que quisiera.


martes, 16 de diciembre de 2014

Lamento del despoesido

(Otro de "El muriente")

Lamento del despoesido

he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.

El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal

para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.

Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.

Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Mis líos poéticos y editoriales y El orbe (post introducción de El muriente)

Entre "Suroeste", que saldrá publicado (d.m.) creo que a finales de Enero del 2015 en Ediciones En huida, y "Los parasoles de Afrodita" que salieron en Agosto de 2013 (Baile del sol), se me han quedado huérfanos cuatro poemarios. Nueva Biología, que es el hijo de la Afrodita célibe de su inmediatamente anterior, sufrió las consecuencias, por una parte, de mi carácter, y por otra, de la mala gestión de la editora donde iba a salir en Diciembre del año pasado. Me decidiré a autopublicármelo en cuanto las condiciones económicas me lo permitan. De alguna forma tengo ya resuelto ese paso que debo darle o favorecerle. Lo que me quema ahora mismo es qué voy a hacer con los tres poemarios siguientes, esos tres que conforman una trilogía "El hombre cuadrado". Son poemarios metálicos y percutivos, son poemarios de una mente tratando de dar con la clave de este mundo, de esta civilización occidental. Con ellos fui desarrollando una teoría del Arte, me digo, pero en el fondo creo que solo desarrollo una teoría del hombre que a mí al menos pudiera servirme, esa que tantas veces nombro con el título de La costra dura de la nomenclatura, teoría no apreciable en los poemarios en sí, teoría que algún día quisiera poder desarrollar, o explicar, mediante un pequeño ensayito, mediante el lenguaje del discurso (prosa) y no el cursal (poesía).
El primero de la trilogía se titula "El muriente". El nombre ya lo aviso en el poemario que le precede, "Nueva Biología". Lo extraje de  una "firma" de correo de mi hijo: "Ad occidentem versus", del latín "Vuelto hacia el que muere". Me recuerdo entusiasmada cuando consultando con él el cómo podría traducirse, traspasarse la palabra "occidente". Cuando me contestó que por el muriente, no lo dudé loquísima de contenta, era la suya, la que necesitaba para ese poemario que acaba de comenzar a pergeñar.
Iba formando parte del lote de siete poemarios que en enero del año pasado envié a una casi recién creada editorial levantina, Unaria ediciones concretamente. Lamentándolo mucho, me contestaron en Julio diciendo que solo habían valorado "El muriente", pero que no les había gustado. Claro, dije yo, habéis comenzado por el más complicado, complejo hasta para mí que lo escribí, un poemario del que solo destacaron como valioso un poema que yo precisamente quería eliminar, pero eso sí, muy llamativo, porque criticaba las políticas editoriales de determinadas empresas de publicación. En el fondo no me va ese tipo de poesía, resultan solo desahogos momentáneos que poco tienen que ver con el desarrollo de una poética interior que desde mi punto de vista es la que hace posible la escritura de ese lenguaje cursal.
Así que me veo en la tesitura de tener que seguir optando por plantearme sobre este y sus dos siguientes, también el camino de la autopublicación. Como ya he dejado rematado Suroeste, solo a la espera de su prólogo para enviarlo a la editorial y que puedan empezaren a maquetarlo, he vuelto de nuevo a la revisión de esta trilogía.
El muriente comienza con una pequeña introducción de dos poemas en los que solo me presento: Vitálica  y Poética se titulan, y a continuación se desarrolla otra especie de post-introducción que titulo entre paréntesis El orbe. La publico aquí completa. Su misma estructura hasta visual (el editorde blogger no me permite ajustarla en condiciones) creo que puede transmitir lo difícil que me resultó situarme en el lugar de eso que yo llamo "la costra dura de la nomenclatura" (aunque en realidad quien me dio el nombre fue Afrodita en su, digamos,  que lírico y florido poemario, así fue, la diosa del amor y la belleza, PENSANDO), para entendernos, el mundo que llevamos construyendo desde que el hombre es hombre.

(EL ORBE)



el mal del poeta mudo

me sale el mundo
por las orejas



El duro frío
Amargura… Como la tierra dura.


Comparto con el ruido y con la escarcha
aquello que los hizo inmóviles. La mudez.
El eco no se levanta delante
de mis ojos. Lo sustantivo adquiere
nombre de sí: Lázaro, ¿por qué no andas?

Traspaso este canal de tierra invertida,
las raíces ancladas
a las nubes, la espiga
navega el suelo frío,
las piedras castañean
tu nombre entre mis dientes.



recuerdo

D
Es-plazar el contenido de este verbo
Para así detenerte en mi frente.



entre fantasmas (domésticas tele-visiones)

una mirada desde el más allá
(a mi padre)

Desde tu fotografía,
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra
lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos aleja
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de guijarros
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?

mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás

en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.

Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido,
que ya no bate.
Suelto y al mar.

Así te fuiste.

El soldado permanece liando su cigarrillo.
Se ahueca la tierra.
Conquistó el alba como conquistó
la bandera en Iwo Jima
tu soldado, corazón, verde
y extracorpóreo corazón.

la(bo)res

(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de la segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.

(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja
del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir.

Hoy pagamos
hasta para morir fueron
dioses efectivamente
fueron ante-pasados
nuestros
lares.



Pala-dares

No hay mundo más amargo
que el que
de nuestras bocas nace.

Orbe

El silencio respira
las tumbas de las sienes.

Me pertenezco hasta donde
tus manos no llegan.
Todo lo demás es asunto tuyo.

En este mapa sin norte ni sur,
la última estación pronuncia
futuro el eterno estío.

Este mundo nace
tras cada pérdida.
Mientras más sabios,
más tristes somos.

Tuneamos esta juerga
que
insomnes nos hace.



Orbe I

Difícil acostarse a descansar.
Déjenme a solas,
soy el tribunal y la mentira,
el fiscal y la memoria,
déjenme a solas descansar
estos hombros inquietos
bajo el frío de la ventana
abierta déjenla a solas.
Mal-decir hasta que los oídos revienten,
el único asomo de duda
que me queda a solas
sin duda se despeja.

Orbe II

Carta reblandecida
sin palabras de vuelta
a estas manos de delantal.
Aquí,
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa,
ahí,
en ese bolsillo cabe,
en nuestro pequeño hueco
puro, virgen y casto
bolsillo lleno de nada.

Orbe III

Me seco las manos
sin habérmelas mojado.
El agua fría combate.
La esfinge renació
al frío lo hecho doy
por terminado.

Traban la lengua los dientes
que crecieron
asomados a la espalda.
Este perpetuo socorro
viste camisón de monje
que da lo hecho por terminado.

La calma vacía de preámbulos
y de asociadas huellas
al lento naufragio de la barca
sobre el agua que da
lo hecho porque se ahoga.

Orbe IV

El león y el gato, amerindios,
conforman idea de ventaja,
como si el gato no supiera,
que no sabe pero acierta,
que su boca hace mella
de león en el ratón.
Son universos infranqueables,
dicen. Universos paralelos.

Orbe V

Ando o nado cosiendo
hurtadillas a las palabras.
Se amontonan en el canal
de mi cuello se asoman
al pretil de mi hombro
iluminan con la salvaje
honestidad a contraluz
clavan su mirada, ora,
y oran, en la tela de seda,
mudas de asombro,
ora en el perfil de mi barbilla,
y rezan por
si la detonación batiente
de que su momento llega,
se aviene a la costura,
pronunciando
tejido de mis neuronas.
Se ensimisman esas
prendas del agua
asomadas
a los hipocampos
que traman las hebras.
Recuerdan el mar:
Un oído que brama.

*

lunes, 1 de diciembre de 2014

El juego de la esperanza

El juego de la esperanza

podemos derrocharnos en la luz
o saltarnos aritméticas, todo
menos soy una esclava de mí.

hay cartas sólo flores
con las que jugamos
cuando somos ellas,
siempre son nuestras
apostantes,
¿has visto cómo ríe
la rosaleda al besarla
tus ojos abriendo
la mañana?
en cada balcón del aire
depositamos seria
esperanza de no caer.

pero siempre caemos:

sépalo dormida
y blanda la sierpe en flor
y ronca de tanto
despertar soledades

todo remolcando,
y todo lima,
y todo muge,

todo embarca la llaga,
todo ablanda el estuario
siempre iluso
todo taladra
la cabecera de tus ojos
al centro de mi espalda
vaga transita por mis hombros,
préstamos del aire,
véngate dentro
y arrastra conjeturas
sobre el tapete verde.

Eso pasa, dios, ¡cuánto pasa!
Pero no la esperanza.


sábado, 29 de noviembre de 2014

El tren detenido bajo las palmeras

El tren detenido bajo las palmeras

el tren me recuerda una soledad
sin línea,
la alegría (sic) de los judíos
cuando los embarcaban
en los vagones de madera negra
y moho tan grande para tantos ayes
que los sueño durmiendo o haciendo
el amor
sobre la arena de una playa,
los niños jugando con la pelota de plástico,
que aún no se había inventado, sus madres
bebiendo limonada bajo
las gafas de sol y los coquetos sombreros
de paja y sus padres jugando al dominó bajo
la sombrilla de colores y bajo
las palmeras sus abuelos
con bañadores de flores bajo
las palmeras,
porque es una playa
del Caribe, claro
el sol
clara
el agua
claro
el cielo azul
y, claro,
el techo negro
se me hunde bajo
las palmeras, bajo
las palmeras los adormezco
desde los 13
años allí
se me quedaron parados,
y se supone que he cumplido
49
arrullándolos
para nada.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El hombre ahora y yo

El hombre ahora y yo

y qué si tú,
y qué si yo.

ahora la playa cabecea desierta,
ahora la playa debe sentirse vencida
situándose entre mis hijos,
se agolpa paulatinamente,
paulinos somos nietos
engendrando efebos
de la antigua Grecia,
sus mesnadas sufrientes,
sus mujeres dadas,
las ptolemaicas abstracciones
pasean por ahora la playa
que hierve en salud de sal
ya tan vista, ya tan visto
y tan dado todo
como en el mostrador
de aquella tienda de ultramarinos.

la velocidad se torna puente
y aún no sé si rodarán
mis ámbitos con guardabarros
o sin ellos.
Esta playa, esta abierta playa,
esta hermosa y amplia labia
de mar valiente y sometida,
esta playa, esta supuesta playa
gimosa, lateral a la medida
de unas cuantas curvas
como el sol te doblega el perfil
cuando miras el horizonte flexible
con verbales respuestas
que se desarman, o se desaman,
en el entrecejo entrecomillado
de las altas luces.
Te regalo el mar para que duermas
en los brazos de la odalisca
siempre numantina ante la vejez,
tu vejez

sonreía con las ruinas de tu nombre
paseando por las mejillas.
Era tal la blandura.
Túnica y mente quisieron
beber de ellas algunas lágrimas,
y sólo separaron tu sed de su alivio
y se calmó la tormenta del vaso
del cristal de tus ojos.
Qué solos se estremecen, temblaron
las hojas sobre la ingenua superficie del mar
tan lisa y caliente como el descanso.

¡ah!, qué pena, qué pena
pendiente de tus cebollas
y tus mensajeros, qué pena
tus pendientes en las orejas
de escarceo entre los cuerdos y tensos
cuernos de la embestida adusta,
qué pena y solitario magnífico
paseas lamiendo la tierna carne
de las gustosas anémonas virginales,
tan cándidas y primeras
como el ciclamen de invierno,
qué pena tu alba blanca de sacerdote
ungido por la cabellera del arroyuelo,
qué pena que no te merezcas,
qué pena ese sol en la puesta de poniente
que sólo sabe iluminarte a contraluz.
Los negros te hacen flaca justicia.
Aunque te alimentes de la gorda:
la abundancia.

Tendré que aprender a reconocerte.
No tienes carne ni huesos,
tu mano imaginada me sabe a hueco
y sobras de algún aire
lejano tan impreciso,
y sin embargo me hinchas el vientre
con las domeñadas de tu abrigo,
las insurrectas,
tendré que reconocerlo algún día
de esos que no existen, cuando la noche
se haya ido y la mañana
no asome pero todo sea luz
o blanca nube, tal vez nieve
sobre los adoquines del sur
o la mialgia de amarte
—qué solo te encontré en la esquina
entre los barracones de feria
sentado sobre el barril de madera
de mi alma hueca que esperábamos
ser desarmados para volver
al naufragio que se durmió
sobre la orilla de, ahora,
nuestra playa.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

La gema

La gema

un caer en desgracia
como la afilada cuchilla
de guillotina rueda y saja
la pelvis de tantas pernoctas
al pie de la torre, a la vera
del manantial de la espera.
Los cañaverales rotos y
las enhiestas ingles, una hoz
desbroza el unísono canto,
la mendaz tarea de pescar
en el arroyo con las redes
de altura,
con lo que pesan,
con lo que sufren los brazos
cuando el barco aminora
su paso por mis oídos.

Porque llega la orilla.

Mi cercana aturde un misterio
hecho gema que recojo:
el cristal erosionado
de un culo o un cuello
de botella verde,
la esmeralda que el mar me regala,
la que ni en tíffanys encontraría,
la obra maestra
del Océano.

(Se puede ver otra fotografía sobre el mismo poema AQUÍ)

martes, 25 de noviembre de 2014

El río viejo I

El río viejo I

Habituada a todo
tramo entelequias subidas
de nombre te engolfo, te encabo,
te arrío y encauzo, río bravo,
te avino el poniente
como lametón desde el juego
vendido entre cárceles.
Los cabezos se agrupan
en los márgenes de tu página
imantada por el sol de la lluvia,
cuando sólo soy yo,
blando y unísono excombatiente
de la guerra contra las piedras,
la venerable escritura de la montaña
que ríe pendientes con lamentos
por hacer qué queda.
Me abarco tan solo
sugiero la planicie que me ama.

habidas voces se inventan
solitarias, regueros de luces
que discurren sobre salientes,
las estelas de los caracoles
pavimentan los caminos
como luciérnagas del día.

Trasladé aminorando la marcha.

Ven y arróstrame
como muerto peso
pesado en tu balanza.
Sopórtame,
tus rodillas me aman,
soy blando lodo y mullido
suelo y solo para tu corona
de cruces.

Río enterrador de las tramas
ambivalentes, a un lado,
tú, al otro, el horizonte
amarillo y la soledad
o yo.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Las seis de la mañana y sereno

Las seis de la mañana y sereno


las seis de la mañana y sereno
se posa el efímero poblado
sobre la loma de arena,
las sienes del amanecer
sonríen hasta abreviar juntas
el abismo de las nocturnas
paredes. beben verdes
las campanas a las seis.

enemiga empresa, no sé si noche
o día, cantarás donde todos
duermen maitines y vienes
a las seis de la mañana y serena
me poso en tu lengua
camino del pálpito de tu alivio.

las seis menoscabas y sereno
qué voy a ser yo si menos soy
que una pluma de almohada,
tan pequeñas, tan miles, tan decoroso
me arrastras por el extravío
de un mínimo encendido de verde
que se estrelle contra la hazaña
de haber nacido como flor
que se adoquina. Aglutinar
aquí sin amor ya viejo o sereno,
vivo en los intersticios de tu columnata.

Patio de luces esta Gran Edad
tan cercana a la noche
en la que el mundo de antes
dormirá para siempre.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Hiela sobre el olivo

Hiela sobre el olivo

Inútilmente el olivo
se ovilla sobre sí
olvida desliarse
más allá del no.

Apenas senda sacia la noche
de este cautiverio mío
entre los muros de mi cuerpo
y las rejas de mis deseos.
Ser libre dentro de mí,
no buscar nada ajeno
nada que yo no pueda
darme lucidez
sola y sólo
querer vivir
en mi centro.
No mirar, abstenerme,
de respirar, creer
que soy dos
para así saciar el hambre
voraz de esa boca
negra y hueca
que es la cruda y aliada
ave de la soledad.

Sus alas como el hambre
de un niño muerto en la aldea
de mis ilusiones una
perla negra cautiva de mí
y mi necesidad de cobijo
en otro mundo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El sauce llorón

El sauce llorón

Escribir puede que sirva para el futuro, pero de nuestro presente, ¿quién va a ocuparse sino nosotros?

si escribo, nombro futuro
me pregunto quién
puede escribir nuestro
presente sino
para que él
pueda escribir
en su pasado.

En presente inacabado
registro para mañana
leer un futuro que aún
no ha comenzado.

Densa y lúcida simiente
de algas sobre la sombra,
así el sauce peina el aire
cayendo sobre la yerba.

Que el árbol me señale
dónde y cuándo,
el qué y cómo
el agua rehace

su cauce.

Gemir hasta romper
a sollozar
hasta hacer
estallar el cauce,
como habla el sauce
llorando manando
verdes desde el suelo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La blanca paloma (o el rocío)

La blanca paloma (o el rocío)

va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante
aunque nieve volando.

Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
rociándose toda ella la-
mentando la piel
que me cubría.

comencemos por este debatir
en primera línea tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.

Que me bebas.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

te sin acento

te sin acento

y un amor que quiera
que el Amor me quiera:
si intentas que se ruborice
ese pezón que se enfrenta
al viento, más te vale
averiguar su justo límite
en la yema de tu dedo.

de más está
decir que te diga
que siempre digo:
el te es el
que aparece siempre
de menos.

lunes, 17 de noviembre de 2014

el sur

el sur

a ciento diez años luz
o tal vez menos es más
en términos geocéntricos
hoy os diré del amor hoy
mis ojos han sanado.

mi boca está limpia,
mi frente también.
la rosa soleada
abrió simple y llana,
como una meseta llena
de tiempo.

Vengaremos el ocaso
y los bueyes podrán
seguir arando allá
a nuestro paso el horizonte
de nuestro norte.

no me equivoqué de lugar,
el estuario se abre a costa
de paz a paz de pino
y arena, peces y olor
a ti.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Juicio final

Juicio final

que-
da
nadie
por eso

exploro las sombras,
para saber
qué
hay tras la ausencia
es necesario que habiten
otros hombres otros cuerpos
quizás
aquellos
despellejados por las manos
del púgil miguel y ángel
que los expuso en la pared
ante Dios y ante el infierno.

y ante nuestros ojos.

ya sé que hablas
de amor de
esperar
de para
qué.
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.