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sábado, 1 de noviembre de 2008

Presentación

Abundando en la vanidad que a todo ser con necesidades expresivas nos cubre, unas veces a modo de mortaja , otras a modo de rocío mañanero que saca a re-lucir nuestros colores y formas en su más bella visual, abro este blog con la única pretensión de guardar el nombre para un futuro posible uso.
Siempre, más o menos, habrá oportunidades para cambiar su título.
Mientras, se me ocurre que podré usarlo a modo de guía donde insertar los enlaces a las posibles publicaciones que realice en éste o cualquier otro medio de comunicación.

Antes del...sic transit mundi

Valdés Leal, jeroglíficos del Hospital de la Caridad de Sevilla...¡¡INMENSAS obras de arte!!

"El pintor Miró hablaba de que había que tener un gran orgullo para concebir la obra de arte y mucha humildad para ejecutarla, extremo orgullo y extrema humildad, eso decía Miró"

Rafael Chirbes. Crematorio. (Círculo de Lectores por cortesía de Editorial Anagrama, S. A. Barcelona 2008)

Leyendo esta reflexión se me ocurre que ambas suficiencias las padezco, pero me recuerdan esa aseveración que en conversaciones privadas simpre he expresado, según la cual es innatamente imposible que el creador pueda ser su propio marchante, editor o simple distribuidor de su obra, pues esa humildad y hasta ese orgullo que son consustanciales al acto de crear imposibilitan en el agente de ese acto (creativo) la existencia de las cualidades suficientes para generar publicación de lo que hace, aunque lo necesite, y siempre es así, también inherentemente.
Hasta la palabra creador me resulta obscena para asimilarla a lo que pueda hacer desde mi ego expresivo, no sólo por mi obcecada fidelidad y objetividad hacia la nomenclatura de las cosas (el hombre NUNCA puede crear, hacer aparecer algo de la nada. Los artistas, eso que para entendernos llamamos creadores, poetas (poiesis, del griego), sólo pueden como mucho, re-crear), sino también porque choca frontalmente con la humildad consustancial al acto creativo, no ya por necesario, sino por innato a él, indesprendible de su misma idiosincrasia.
Sin embargo, llega un momento, cuando los cajones se llenan, cuando las entregas han resultado fátuas, en el que el ser creador siente la necesidad de velar por sus hijos, que como corresponde al acto de parir, es el mejor modo de velar por uno mismo.
Al igual que cuando se trae un hijo a este mundo se es consciente, al menos yo lo fuí, de que se le otorga el privilegio de ser el responsable de la llegada de un nuevo ser humano independiente a la madre que lo parió, y que posteriormente es necesario su cuidado hasta que el devenir aposenta la sensación de que ya éste no lo es tanto, al igual, llega un momento en la vida de cualquier obra artística, y en la de la madre que la parió, de que es necesario tener una vida independiente.
Darle alas, que viva su propia vida.
Toda obra de arte, da igual su mayor o menor envergadura ( todos los seres humanos tenemos el don para saber hacer arte) tiene vida por sí misma, y dado que la madre de las que yo hago, o sea, yo, ni tiene influencias , ni conocimientos de otros humanos influyentes, ni nomenclatura con caché, ni siquiera prendadas posibilidades económicas, y existe un medio gratuito como éste, me decido a hacer esto por mí, por mis poesías, por mis fotografías, luchando a brazo partido por ello contra esa humildad que nos esclaviza a los que "re-creamos".
La fuerza en esa lucha me la da el amor de y hacia mi marido y mi hijo.
 
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