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jueves, 11 de diciembre de 2014

PODEMOS liberarnos del miedo

Mi principal, y única, crítica a Podemos durante todos estos meses ha sido "mi miedo", es decir, partía de mi miedo a no verlos/presentirlos capacitados para enfrentarse al maremágnum que supone, en un principio, el ejercicio de un gobierno, y en segundo lugar, dado el estado de este ESTADO, al otro mar tan proceloso y poco fiable de la situación política, económica y social españolas.

Anoche, en un simple ejercicio de introspección política se me encendió la bombilla. Mi conciencia político social se constituyó de los 13 a los 17 años, en plena Transición. En esa etapa de mi vida me siento formando parte de aquellos constructores de un sistema que ilusionó a los españoles durante muchos años. Por muy "niña" que fuera, mi conciencia daba de sobras para percibir no solo lo que sucedía, sino lo que yo, como alumna (aprehendedora de la Historia), como manifestante, como asambleísta, como pensadora y activista, en definitiva, construía dentro de mí al hilo de los movimientos en la sociedad española de entonces. Fue cuando me observé y definí como anarquista de conciencia pero profundamente creyente en la ley y en el ejercicio democrático del voto, en el ejercicio de la expresión de la voluntad del individuo, de cada ciudadano.

Anoche, como digo, relacioné ambas situaciones, la de mi conciencia política con la de mi miedo (única causa de mi desconfianza hacia Podemos hasta ahora), y entonces concluí que si de verdad tanto creo en el voto, tal como he demostrado toda mi vida de electora, ¿no es quizás mi responsabilidad capacitar a ese Podemos (con el que comulgo en todas y cada una de las ideas que van lanzando independientemente de que puedan considerarse "ilusas") con mi mismo voto?

¿Dónde se haya el verdadero poder, la capacitación de una opción política, sino en ese mismo que le otorga cada ciudadano con su voto?

Esto lo aprendí de muy jovencita. Sigo creyendo en lo mismo. Lo consecuente es lo que haré con mi voto el día que por fin, no he visto una legislatura que me haya resultado más interminable que esta, se convoquen elecciones: depositarlo con la papeleta que esta opción ponga a mi disposición en la mesa.

Ya no tengo miedo. Dependía solo de mí.

(Contemplar el intento de acoso y derribo con la más basta de las demagogias pertrechadas que los "prohombres" de lo que yo consideraba el ala progresista de esta sociedad están realizando contra esta formación política, me ha retrotraído a esos tiempos anteriores a la transición española, esos en los que se condenaba a todo aquel que proponía o luchaba por un intento de democratización de este país. Vergüenza ajena y hasta arcadas me están provocando tanto ejercicio de superchería y arcaísmo, los mismos que utilizaban los fascismos allá por los años treinta del siglo XX para lograr imponer su voluntad, y que algunos consiguieron. No es el fascismo más que la transposición a tiempos "actuales" de estructuras y modelos basados en el Antiguo régimen. De ahí la imposibilidad de considerarlo como ideología. De ahí las subsiguientes hecatombes sociopolíticas que conllevaron. Pero la sociedad de aquellos tiempos, muy débil democráticamente, constituía el mejor caldo de cultivo para ellos, una sociedad burguesa o aburguesada cuyo subconsciente colectivo se anclaba en los miedos. Hoy no vivimos aquellos tiempos, pero al parecer algunos consideran que sí. Así que, como mínimo, y como individuos (solo el individuo puede realizar el ejercicio de voluntad, nunca la masa), hay que liberarse de esos condicionantes. Yo peleé cuando tan solo era una adolescente para que ellos, los miedos, jamás volvieran a esta sociedad, a este país.)
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.