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jueves, 21 de marzo de 2013

Mi idilio


La eclosión. El alumbramiento. La justicia.
La esperanza deshecha por el hallazgo. Llega cuando me encuentro leyendo a Chaves Nogales (no hay casualidades nunca, La clave está en los árboles) que me hace reconocerme en la pena femenina del patio sevillano. Hasta un siglo después no hallo las palabras que me definen, un siglo después de que fueran escritas. Me comprendo en mi patio que construí bajo la intemperie y la sabiduría de un nombre. Hallo la explicación al sambenito de la tristeza de mi mirada: La asimilación de la injusticia.

La misma que yo me sentía cometiendo contra unos versos, una figura emblemática, mi propio recuerdo y hasta mi geografía mental y física.

Llega el alumbre, la contradicción a mi propio dicho sobre la consciencia del no encontrar, la imposibilidad del asombro. Llegó para felizmente contradecirme, hallar mi propio reflejo en una luz externa. Ya la penumbra del patio me sobra, ya no necesito plantas de sombra ni estampas de áureos que me acompañen en mi silencioso llanto que permito que cante en el agua de la fuente (¡cómo una lágrima puede deformar el mundo!).

Lo abro, comienzo con sus versos, con los poemas, dejo los análisis para posteriores inmersiones, no consiento el filtro de otra mirada. Primero la mía, y después, que me aporten, si quieren y si pueden, después el análisis de los demás, antes el mío. Es la justicia sobre mí y sobre la propia obra, sobre el autor, la mirada limpia sobre unos poemas, ESOS poemas, ese libro que Juan Ramón dejó previsto pero no publicado.

Y entonces lo termino. La sucesión de emociones es vertiginosa, adquiere velocidades supersónicas, superfotónicas. La iluminación me absorbe. El poeta me arrebata, me sustrae, me roba por fin de la penumbra.

Nunca Juan Ramón había conseguido engancharme, desde casi mi más  tierna infancia lo encontraba en las paredes blancas de Moguer, pero jamás en sus letras. No me co-rrespondía en la entrega de mi ilusión. La expectativa no se saldaba. 

Ahora me devuelve toda la luz que esperaba. Todo mi gemelo hallado (ahora recuerdo que nació un 23 de diciembre, un capricornio como yo, un poeta de tierra, pudiendo ver la luz y por tanto ofrecerla).

Idilios es el más hermoso poemario que he encontrado en toda mi vida de lectora y de escritora, y de lectora-escritora. El más hermoso. Y por tanto el más mío como lectora, como amante del arte, de la palabra, de La Poesía, como creyente en el ser humano. El que más he suplicado. Así, suplicado encontrar.

Lo leí un 20 de marzo. Hoy, un 21, día en que para mí comienza mi anhelada estación, escribo sobre él. Escribo sobre la luz. Escribo la luz que me ha sido concedida.

Sé que es el día mundial de la poesía. pero la poesía es dueña de todo el tiempo. La única que puede romperlo, atravesarlo. La luz del pozo artesiano que atraviesa la esfera. El eje.

Por fin mi idilio con la luz llega a su eclosión feliz. Por fin mi amor me corresponde. Por fin la luz también me ama. Por fin es justa conmigo. Por fin yo puedo ser justa con El Poeta.

(Idilios. Juan Ramón Jiménez. Isla de Siltolá. Sevilla, 2013. Libro inédito del poeta.)


 
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