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domingo, 14 de mayo de 2023

Rosa de libro III

Ayer hizo un año de su presentación. El segundo volumen de la trilogía "Suroeste", "La exploradora".

El tercero se publicó antes ("Los cabezos amarillos", 2019.) El primero, que dio nombre al ciclo poético,  en 2015.

Todos en  la editorial "Ediciones en Huida".






martes, 14 de marzo de 2023

MARÍTIMO ES TU CUERPO: LA POESÍA DE SOFÍA SERRA GIRÁLDEZ (Reseña de César Rodríguez de Sepúlveda sobre el libro "Suroeste")





MARÍTIMO ES TU CUERPO: LA POESÍA DE SOFÍA SERRA GIRÁLDEZ

Sofía Serra Giráldez. 'Suroeste'. Ediciones en Huida, 2015.  

Suroeste. El título nos emplaza ya geográficamente. El curso bajo del Guadalquivir, ese «gran rey de Andalucía» que cantara Góngora, y que aparece, una y otra vez, a la vez majestuoso y cercano, en los poemas de Sofía Serra. El suroeste es tanto un lugar geográfico como un estado del alma. El filósofo Amiel lo afirmaba en su diario, en frase muy criticada por Pessoa: «El paisaje es un estado del alma». Este lo es, sin duda. Este suroeste de Sofía Serra es un estado de plenitud, una especie de edén primigenio en que nada tiene pasado, solo futuro.

'Suroeste', el libro, está construido como un tríptico. Una hoja fina lo abre («Pre-scriptum») y otra hoja fina lo cierra («Post-scriptum»), y, en medio, custodiada por ellas, está la floresta de la imaginación poética de Sofía, el "Scriptum". No puede uno evitar pensar en el famoso tríptico de El Bosco, 'El jardín de las delicias': en la tabla central, un inabarcable jardín, o, mejor, selva indómita, de palabras. 

Ya en el Pre-scriptum se nos dan pistas: en el poema «Suroeste» se muestra a las claras que este lugar geográfico, lugar de llegada, es también el amado, la «bahía de 'tú'» en la que rompe el mar verbal de la poesía de Sofía Serra. Y el post-scriptum —perdón por el salto— viene acompañado de un referente pictórico, que no es el Bosco, sino Miguel Ángel, su celebérrimo Juicio Final en la Capilla Sixtina, y la estremecedora figura de San Bartolomé desollado:

     [...] es necesario que habiten

     otros hombres otros cuerpos

     quizás

     aquellos

     despellejados por las manos

     del púgil miguel y ángel

     que los expuso en la pared

     ante Dios y ante el infierno.

El Post-Scriptum es, entonces, una reflexión final, un juicio sobre lo vivido, y al mismo tiempo una anticipada premonición de lo que vendrá («ya sé que hablas / de amor de / esperar /de para /qué»).

Entre estas dos finas hojas del tríptico, todo el espacio maravilloso del Scriptum, el libro propiamente dicho: celebración de la pertenencia a un lugar, de la felicidad del amor correspondido, de la esperanza en el mejoramiento del ser humano. Se abre esta sección central con un poema en tres partes, «Tres grados matinales al suroeste», que es un jubiloso saludo al amanecer:

     [...] y de nuevo las tórtolas, felices

     y virginales tórtolas

     e invioladas tórtolas

     por la negrura de la noche,

     abren las puertas -tal como

     abren sus alas-

     del templo del nuevo día,

     las vestales y primorosas azucenas

     vestidas de ceniza y plumas

     para mis ojos

     tus ansias de hombre bueno

     en este abismo hasta la primavera

Este saludo al amanecer es a la vez saludo al amor. Y lo que se inaugura no es solo el día: en el poema «In situ»,  que viene inmediatamente después, se nos muestra un estado edénico, en que la plenitud de la Naturaleza hace innecesaria la invención de la música, porque la Naturaleza tiene ya su música: 

     Sólo se escuchaba a los animales,

     a sus muchedumbres y manadas,

     a sus riñas y sus ruidos de apareo,

     a todo lo semoviente que caminaba

     sobre el suelo y bajo él. No,

     no fue necesario en aquellos tiempos

     inventar la música. 

Paisaje edénico y felicidad compartida con la pareja que se va desplegando en los poemas que siguen: «El potro griego», «El perdón», «Las seis de la mañana y sereno»: el río, que acaricia la tierrra, adquiere en estos poemas connotaciones eróticas, y se convierte en el protagonista en los poemas que viene después, «El río viejo I» y «El río viejo II», aunque aquí puede hacerse otra lectura distinta: la poeta se identifica con el río, y el avance de éste, su «guerra contra las piedras» puede remitir a la ardua tarea de la escritura, a la dura lucha por expresarse, por comunicar. El río es página:

     Los cabezos se agrupan

     en los márgenes de tu página 

     imantada por el sol de la lluvia,

     cuando solo soy yo,

     blando y unísono excombatiente

     de la guerra contra las piedras,

     la venerable escritura de la montaña

     que ríe pendientes con lamentos

     por hacer qué queda.

     Me abarco tan solo

     sugiero la planicie que me ama. 

Aunque no se abandona nunca el simbolismo erótico del río, como en el bellísimo poema «La escafandra fluvial»,  y se complementa además con otros símbolos, como la playa y el mar, llegando ya el río a su desembocadura («El hombre ahora y yo»; «Acceso»):

     [....] y aquí, todo mar, 

     cuando yo te veo todo mar

     cuando tú me miras todo mar

     cuando cabeceo abocada a ti

     todo mar y ese vello que asoma

     por tu axila todo mar

     desde mis bebedizos de hambre

     de tu garganta, paz

     y aula cerrada

     tu cóncava carne

     entre mis manos todo mar [...]

Otros poemas celebran las tareas cotidianas («Performance del trabajo», «Tarde»); y la unión amorosa («Posesión», «Amanecer»).  La identificación entre la carnalidad del paisaje y la geografía erótica se expresa maravillosamente en poemas como «Geografía de lo intocable»:

     [...] marítimo es tu cuerpo

     de hombre a mi costa

     de geografía

     en esta noche marina   

     u oriental.

«Cuentas de febrero»,  otro de los muchos grandes poemas del libro,  es un cántico a dos personas que han decidido juntar sus vidas, y que trascienden lo cotidiano en una unión que se siente como indestructible. A medida que se avanza en la lectura del poemario, sin embargo, se advierte la llegada de un tono más amargo: la duda, como en el poema «Vacío»:

     [...] yo soy solo

     espacio albergo

     duda no sé

     si vacío no

     sé si tú

O, en «No fingir»:

     [...] el mar y el aullido

     de un mundo incompleto,

     un mundo sin ti. 

Y, sin embargo, prosigue el amor, prosigue la celebración de lo cotidiano, de lo sencillo, y hasta algo tan prosaico como la alergia puede tener implicaciones metafísicas. Cito este poema completo:

     ALERGIA

     voy a llorar un poco para

     des-congestionar

     las fosas pudientes

     de mi inmersión

     ajena

     a toda externa luz

     obligo a perpetrarme:

     des-vanecerme,

     des-aparecer,

     des-vivir, 

     des-ser,

     quizás. 

Pero no es cosa de seguir cartografiando este paisaje hechizado por la poesía: es un viaje que el lector deberá hacer, navegando por el estuario, llegándose a la playa, escuchando el fragor del mar. Más allá de su temática, y de este suroeste mítico y erótico que se consagra en la literatura de Sofía Serra, está su lucha a brazo partido con el lenguaje para alcanzar una expresión propia. Hay ecos de César Vallejo en sus audaces neologismos: «descaridad», «socarrónica», «nularé», «te umbro»), siempre etimológicamente bien fundamentados; en su uso profuso y eficaz del calambur, marcado a menudo mediante guiones y/o paréntesis («des-embocadura», «u-fana(l)», «a-mar-zo»); en el empleo sugerente de la paronomasia («a nadie contar, / a todo cantar, a nada llegar, a todos llagar»); en una puntuación libérrima e insólita; y en la manera en que se escanden los versos, con muchos encabalgamientos abruptos, a la vez ocultando unos sentidos y alumbrando otros. No se crea, por ello, que hay nada de artificioso en un uso tan frecuente y eficaz de la retórica: todo brota con naturalidad pasmosa de su firme pulso poético. Lo mismo que su elección, muchas veces desconcertante, del léxico, pues se mezclan registros en un rico caldo verbal, o las osadas metáforas con que nos asaltan a veces los poemas. La voluntad de decir(se) tensa el lenguaje, descubre en él posibilidades latentes pero inéditas, funda una expresión personal y diferente, un suroeste de la poesía que es un placer ir descubriendo.

---------------------------

Con este libro inició la poeta Sofía Serra Giráldez (Sevilla, 1962) un ciclo poético, el ciclo del Suroeste, que consta de tres libros (o cuatro, ya que uno de ellos fusiona dos anteriores). Los libros son: 'Suroeste', el primero en publicarse (2015), y el primero de la trilogía; 'La exploradora', segundo libro, aunque último en cuanto al orden de publicación (2022), en el que se funden 'La exploradora' y 'Solenostemon'; y el tercero, aunque segundo en publicarse, 'Los cabezos amarillos' (2019).

(Autor: César Rodríguez de Sepúlveda.)


o0o

sábado, 24 de diciembre de 2022

Suroestiadas




Cojera (suroeste)


Como una reivindicación de futuro

pasó por tus manos la joya de la corona, 

o el secreto de estado, 

y no supieron luces ni vanos

si el membrete del sobre

que llevaba grabado tu nombre

se entregaba a los juegos de la dulce, 

la dulce mujer y tierna.

Allí me quise, y verme amada,

cuando sopló el simún desde el estrecho, 

las paredes se clavaron en el río sidéreo

y tinto sólo, qué solo, tan solo se quedo

este Hércules no dios ni vivo hombre,

solo una estatua de piedra 

en la cochambrosa ruinera que lo vio 

nacer. Toreando llegó

Gerión y a los pastos hizo ganado 

de Flora. No quiso fabricar Hefesto

no el yunque rojo ni el duro hierro.

Bailando persiguió los pasos 

de Afrodita, amando al son

de su entrañada y entrañable cojera.


("El hombre cuadrado")


martes, 29 de noviembre de 2022

Amanecer en Suroeste

Así amanece Suroeste (el libro, la trilogía y el lugar).



Amanecer


un océano de lumbre 

en el extremo de mi boca

y mi sereno al mar

cuando lo tienes a pedido de tus ojos

de hombre o de tierra verde 

como las libélulas que pululan aladas

y beben leche, tan blancas

como la púrpura

que te encumbra

dentro de mí,

nívea como el armiño.

de más está

que digamos

que sí a qué

o vino de más

y en la sobra

he continuado la caminata

marítima cuando te ibas

y te ibas tan lejos que ni las olas,

por mucho que anduvieran bajo el mar,

por más arrecifes y caracolas que arrostrara

en su paso,

—tantas barreras, tantos límites—

por más delfines que murieran arrollados

en sus remolinos,

—tanto dolor, tantas lágrimas—

por más que longitud y latitud

confluyeran en un solo punto

del uniforme geoestratégico:

tu ombligo moreno da la vuelta

al mundo de mi lengua.


Así se levanta el sol.

un insufrible acto de perdición,

sumisión y autoextinción:

el mar parsimoniándose

sobre la arena. Y tu belleza

de hombre contenido

en tu palabra.

jueves, 23 de junio de 2022

miércoles, 11 de mayo de 2022

Dos poemas de "La exploradora" y recordatorio de la presentación del libro

 Os recuerdo a todos que este viernes día 13 de mayo de 2022 presentaremos en "La Carbonería" (Sevilla) el libro "La exploradora", segundo poemario pero tercer volumen de la trilogía "Suroeste", editado y publicado por Ediciones en Huida. (Abajo, el cartel.)



Ab-solución

toda mi vida 
es una historia
de tu derrota
ante mis ojos
y tu caída
ante mi frente
toda la vida
en verte caer y ceñirte
al umbral
sin lograr
soportar
con tus manos
ni el peso de una mosca,
todo para ti se miente
en mi partida
hacia el abismo:
¿depresión absoluta
o absolutoria?

He de
       crear
            —un dios—
       poder
creer.

El escudo toscano

Este es el poema para amar
lo que no se conoce.

Sobre un sinople de tierra
Siena y tejas que se curvan
Por la mano del maestro
En levantar el skyline
De ciudades sobre colinas,
Nada habrá más
Que un muerto inacabado.
Como mi cuerpo añadiendo
Pasos al puente viejo
Y los toldos de las lumbres
Respirando techo, agua,
Barro en un día de verano
Con olor a cañaíllas
Y a blancos camarones
Como el mármol blanco.

El temblor volverá
A esculpir las murallas
Lirios de tus párpados:
Tantas esculturas, retratos de hombres
Sin mirada, sin vidrio
Transparente entre la piedra
De sus faces y la carne
De su alma.

Yo, sin embargo,
Siempre relacionaré
Mi estómago contigo:

Atravieso la medida de las colas
De los pájaros ya yéndome
Me espigo y te vengo
A mi suelo, tuyo eres
Albo y aquejado,
Grande, sin cama
Blanda, blanco
Del numen dentro,
El habitual deshielo
Del mármol con forma
Humana.






viernes, 4 de marzo de 2022

"La exploradora", próximo libro

En breve lapsus de tiempo, saldrá publicado este poemario, "La exploradora" que forma parte de la trilogía "Suroeste". Aunque lanzado en último lugar, ocupa el segundo  de los tres volúmenes y, como no podía ser de otra forma, lo acoge la Editorial "Ediciones en Huida" a la que le estoy muy agradecida por su apuesta e implicación.

Aquí, un poema del libro con su fotografía correspondiente:



Son del sitio

Son del sitio la encina
y la voz
                  del eco
al sur
oigo la sierra de Aznalcóllar
con su boca y con su pecho
—es el mío de mi frente, y lo era—
de mi norte que imanta
mi cabeza buscando
la enana blanca del día
recién levantada
la mañana de su son
de la noche y yo
una sombra de nostalgia
y un aullido de mi centro
que cabalga solo
sobre mis piernas
y el olor que no se pierde
en las fosas sino-ideas
de la lumbre en la candela
y el humo y la llama
y el olor a tierra
y a rostro del mundo
poniendo su culo
por montera delante
de mi cara. La cabra
reseca y borracha
de nostalgia de nada,
nada más que adelfas
y yerba dura y recia
de falta de agua,
y el aroma verde
de verdad de amor
de un mundo y de yo,
y yo, y yo y la tierra sin nombre,
y yo sin nada salvo él,
su eco.


miércoles, 19 de enero de 2022

Los efectos del frío

 


On the rocks

 

Vengo a recordar

la venta del mensaje.

La hormigonera registra

los bramidos de tu hombría.

 

No hubo negación

de tu varonil muerte.

La masacre descansa

sobre pilares de floja argamasa.

Descerebrados el mito y la joya,

sitúo sobre mi mesa de jaspe

reluciente tu retrato.

 

A estas alturas de mi diosa interna

reclamo mi trozo de partida,

la salida que me pertenece.

Estoy dispuesta a compartir,

pero sólo invito

a hielo.

 

Quién nos ocupa que me vendo

por dos míseros reales

ojos, uno para tasmearla,

otro para pintar

la verónica de tu ensalmo

en el rostro cautivo.

La luz se ablanda

como un canal lechoso:

Es tu nombre

una insomne grada,

la diosa interna

se me rompe

fría.


(Sofía Serra)

martes, 11 de enero de 2022

Qlimate change

 




Cambio climático

 

Se aclimatarán,

nos acostumbraremos

al cambio brusco

de la vuelta de su curva.

Es una esfera menos perfecta,

pero su pabellón matizado

ondea los colores de la utopía.

El cieno y el negro blando,

la metamorfosis que sufre

la huella de su redonda efigie

de planeta invertido,

pues, ¿a quién se le ocurre

diseñar una figura convexa

para posarnos a todos sobre ella?

Mejor cóncava, así habríamos

cabido redundados geométricamente:

por cielo, las coronillas de los habitantes

de las antípodas, el sol iluminaría

la tierra desde nuestros pies, el suelo

sería transparente y el mismo planeta

habría tenido que desarrollar

una fuerza centrípeta.

 

siempre en el límite

del nife nos posaríamos

sobre la de hoy atmósfera,

poblaríamos de pájaros

y nubes la densidad

del núcleo de ayer.

 

Si un mundo cambia,

si un planeta cambia,

¿por qué no yo?


(Sofía Serra. "La exploradora".)

lunes, 3 de enero de 2022

Los vientos de la rosa (Variante "n")

 


A los cuatro vientos

 

Amor de ojos al sol

y a la sombra, si me alejas

la presbicia de mis bases,

¿de qué pie cojearé yo

sino es de ti, de tus tobillos

y de tu orgullo?

 

No me abandones en esta primavera

blanca tan llena de lo mío.

Mira tú, que no necesitas lentes,

que yo sin lo tuyo claudico.

 

Al sur te necesito,

y a los tres que no se nombran

les pido tu mirada:

que un punto convergente

de luz traigan el frente

de tu perfil a mi sitio.

 

Todo es extraño: río

aunque llore mares.

Todo permanece salvo la espera.

Ella se va. Yo me quedo

en tu rosa de los vientos.


(Sofía Serra. De "La exploradora".)

sábado, 4 de abril de 2020

Suroestando




Qué sino Abril

qué paz se venga sino
la de soldados muertos,
qué derrota navega
bajo mis sienes delante
de tu ancestral boca
de tiempo ingenuo, qué
soledad magnífica revienta
en tu sueño de solsticio sino
la primavera.

Lo vamos a dejar,
tú, estómago, y yo.
cualquier palabra
es cadaverina de su silencio
por muy vacía que vuele
su sin palabra cualquiera
es más poesía.

sabes cuándo no necesito creer,
¿verdad?,
cuando me hace oportunidad
me sobra cualquier
libro cualquier poema
cualquiera lectura me embarga
el arreglo del nido me aligera
costumbres me calientan
el sueño resulta
tan reconfortante
fregar un suelo aquí
no hay género sino
de novela, poesía, teatro
sino puro
número de candilejas
en las encinas. Sus flores
vertebraré hasta que pueda.
Me parece
tan-razonable,
tan-verdadero,
tan-profun-damente
serio como la máxima
y refleja actividad humana
de respirar.

hoy no soy poeta yo
gracias a la Poesía.

Ediciones en Huida. Sevilla, 2015

lunes, 30 de septiembre de 2019

Próximo libro: "Los cabezos amarillos"

En breve se publicará "Los cabezos amarillos". Ediciones en Huida ha apostado por él. Probablemente esa será la fotografía de portada. Las siguientes, algunas que he preparado para mi foto de perfil. Continuaré informando.



domingo, 6 de enero de 2019

Filatelias










Filatelia

Descomprimido y permanentemente
hueco levantas preámbulos
de dos manos de alzada.
Se te colaron los dioses
por la rabadilla, te introdujeron
la sinapsis a golpe de tendido
eléctrico sobre la camilla
de aquel pequeño huerto,
el cachorro durmiente abre
canicas como planetas
a la luz de un universo
negro que conocemos
sólo por postales con borde
sinuoso. La yema de mi índice
lo recorre sin padecer él
ni mi dedo. Un perfil podría dibujarse
entre la tierra y la luna
y no parecería el de un dios.
Enormes somos reduciendo
a sello lo que no abarcamos
con nuestros brazos.
La medida, para el coleccionista.

(De "La exploradora")

sábado, 5 de mayo de 2018

Transplantes (de corazón, de paisajes, de árboles...)





El escudo toscano

Este es el poema para amar
lo que no se conoce.

Sobre un sinople de tierra
Siena y tejas que se curvan
Por la mano del maestro
En levantar el skyline
De ciudades sobre colinas.
Nada habrá más
Que un muerto inacabado
Como mi cuerpo añadiendo
Pasos al puente viejo
Y los toldos de las lumbres
Respirando techo, agua,
Barro en un día de verano
Con olor a cañaillas
Y a blancos camarones
Como el mármol blanco.

El temblor volverá
A esculpir las murallas
Lirios de tus párpados,
Tantas esculturas, retratos de hombres
Sin mirada, sin vidrio
Transparente entre la piedra
De sus faces y la carne
De su alma.

Yo sin embargo
Siempre relacionaré
Mi estómago contigo:

Atravieso la medida de las colas
De los pájaros ya yéndome
Me espigo como un ciprés y te vengo
A mi suelo, tuyo eres
Pequeño y aquejado
Grande, sin cama
Blanda, blanco
Del numen dentro,
El habitual
Deshielo
Del mármol con forma
Humana.

(De "La exploradora")

martes, 10 de octubre de 2017

Sobre independencias





dicta-dura nuestra boca blanda

los hombres tienen sed
y no doy abasto (el río)

Los todos mordemos
con firmes dentaduras:
                                                aprehender

duras aguas al beber el llanto
de todo cristal gozoso
verde o negro
estallado por el viento inasible
de la iniquidad, la vesania
y la hambrienta injusticia.
Sus cristales se nos clavan
en la lengua antes de                pronunciar
una reseca ignorancia más.


Aprendemos a masticar
con las llagas,
nadie nos emboca bajo
el puente de la libertad:
Sed de maestros, sed
de vosotros mismos.
                                                Pertenecéos.


(De "Suroeste" Ediciones en Huida, 2015)

sábado, 23 de septiembre de 2017

Dos españas




A mi pueblo, a mi desconcierto

En este muerto contenido
al que abrazas y consuelas
por deseo de su propia muerte,
en este bello ejemplar de ciervo
ligero y pesado de tantas muelas
y dientes rumiantes,
de tan onerosas alforjas
que no tienen fondo,
que huecas deslizan
el aire que por la boca
les entra y por el culo les sale,
en este muerto y denso
aire de oftalmologías
imposibles pues ni ojos
ni pestañas siquiera te caben
en ese rostro pernero,
en ese rostro carnero,
en ese rostro pétreo
de meseta inasumible,
centinela vestido de colores brillantes,
en esta muerte tuya,
yo te abandono:
Eres un pueblo muerto
sin fantasmas,
un pueblo herido
de su misma muerte,
un cuerpo inerte
exhalando un aroma vivo
de fragancias que nunca
se hunden y siempre preguntas,
siempre preguntas
el porqué y el desconsuelo
de este olor a rosas que entierras
mano sobre mano bajo
tu zócalo de piedra
tumban

la luna, el sol, la paz
de algún refresco asociado
al martilleante fuego arenoso
concupiscente o semioculto
bajo las flores de lavanda
visitadas por la mariposa
de la col, blanca como las paredes
de mi alquería… Ah, qué solaz
que no perdí, soldadito boliviano,
por mucho que dispararas
a sienes, por mucho
que trucaras valles y cordilleras
en busca del corazón palpitante
de la luna grande cuando
se asoma por los andes
de mis luces. Soldado enorme
corazón y las venerables
soledades, los cierzos
en pleno mes de julio y el viento
de suroeste aterrizando
sus mejillas de océano
sobre el páramo agreste
y mesetario:

el desconcierto, la lección
de amor dada, la grata
complacencia de una voz lejana,
las orillas y los pasos serenos
sobre la arena, el agua del mar
dentro de mi frente,
y un “no sé” hasta que la salud
tenga nombre de nuevo
y pierda la enfermedad
el suyo de muerte,
o España.

(De "La exploradora", ciclo Suroeste)

lunes, 28 de marzo de 2016

Los cabezos amarillos


AQUÍ se pueden ver más fotografías referentes al poemario y al mismo paisaje

Los cabezos amarillos

De los rizomas aguados
al venerable panorama
de los iris sumergidos
como aflora el manantial
desde la tierra hunde
la llama vertical
del suelo de los cabezos,
las peinetas de la pleamar
azul, el blanco y el amarillo
solicitan un acebuche de sal
como las cañas verdes y dulces,
la arena de mi tierra y mi muralla.

Así fue aquel paisaje
donde me extendí ante tu vida,
o para ti.
Aún brotan
los siete colores terrenos,
la luz y el agua se encendieron a tu paso
para que yo recordase ahora.

Llega el mar a la playa
como llegaban desde el pueblo blanco
el cuaderno, los lápices, la bombona
de gas butano, los cuentos y sus regalos,
como si de las Indias vinieran,
y como india tan morena
como la torre que me guardaba.
No tan roca.
No tan alta.
Sí tan rota.
Sí tan permanente-
mente en la orilla.



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jueves, 3 de marzo de 2016

Aflorar

Aflorar

callo porque huelo
el hueco para olvidar.

I

bastando dar se reciben
puñados primeros
pétalos y guardas
de una mujer
joven.
Yo salgo si tú
me besas o me hundo
más bebida tu fragancia
de generosas emanaciones.
Huele a flor y nata
de misterio
bajo tus párpados.

se me escapa la boca
por los circuitos fluviales
de mi denso estero,
que también ya huele.
A regaliz.

todo es silencio en este mundo
lleno, tan lleno.
La paz y la última palabra
someten su aleteo universal
a tu ademán de reyes,
munífico ente
diurno y taciturno
hoy, mañana
ya veremos.

II

me arropo en tres palabras
nadando, buceando, tirando
de tus piernas,
llegar hasta donde tú
no quieras que es el fondo,
la pelvis plana de la tierra
pisando fuerte,
dar
la patada,
subir
y entonces expulsar
el aire que nos quede hasta
aflorar
al viento del Sur.

III

restablecer el equilibrio
hablando tus labios
someramente
escribir un beso
con la punta de mis sienes
sostener la yema viva
de tu mente,
aflorar a carne
viva esta agonía
que me padece
la palabra.


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jueves, 28 de enero de 2016

La isla mínima



La isla mínima

La poesía manifiesta la corazón.

Las dos palmeras sembradas y creciendo.
El camino mayal que me señala la luna.
La tierra recién arada tal como
el nuevo lirio predica.
Pronto llegará la primavera,
la siembra de los alcauciles
para el futuro invierno,
verdes rosas tras los rojos
tomates con sus hojas verdes.

Proclamo mi falta
de corazón y de razón.
Soy poeta, mi órgano
es la co-razón.

(De Solenostemon.)


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martes, 19 de enero de 2016

toda tu noche



toda tu noche

vívida luz que no me asombra
y sol y espejo de dicha
a las tres de la mañana te llamo
en mi oído, plácida
te umbro para que no te disuelvas,
pensamiento cálido
de ti y mi sonrisa
acaricia la almohada
con la mejilla de tú,
tan tierno y seguro y cándido
pensamiento mío en ti.

densa y menudamente
la noche paraliza lo más bello,
lo detiene y lo deposita
en mis brazos, lo llevo
a mi pecho y no se pierde.

ahora dormirás seguro
y cansado como un pequeño
hombre que duerme todos
sus pesares y descansa
en la noche toda
que yo velo
para hacerla día
con su alegría toda
despiertas y todo
te vea más claro
como el aire limpio
y el fresco de la mañana
mira tus ojos ambos
como pozo de estrellas
todas.

(De Solenostemon.)


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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.