el silbo de la mañana
que se abre gris, es decir, lleno de matices,
con las alas de la tórtola
borboteando en el plumón
mullido del aire no ausente
de ti.
Y un especial interés
domestica mis sienes juntas en su ojo
de aprendiza de la verdad del amor
a esta edad tan serena
como el mar grisáceo de la tarde
sureña en la playa de invierno.
bienvenidos tus jamelgos
juntos y ataviados
de lo que no sé vestirme,
porque una insignia de rosas
cuelga de tus dedos
que duermo en mis labios.
Y callo para no entoldar
semejante acervo de bien
y venida de tu sien
en esta mañana gris
de septiembre.
Tweet |
Frente a la grisura de los comportamientos de ciertos seres humanos, reivindiquemos el gris de las sienes de la bondad y la experiencia humana. Me gusta tu poema.
ResponderEliminarPerfecta reivindicación del gris en este otoño que ha comenzado.
ResponderEliminarUn abrazo.