martes, 12 de marzo de 2013

Abrir los ojos

Abrir los ojos

A dormir, corazón,
cantaba la canción.


Posar mis ojos en tu instante,
descubrir que el mundo
no se hizo en un día sino
en tus cuatro extremidades,
solventar aritmética de relojes
y gusanos universales horadando
las paralelas estancias que habitamos,
remedar sin pausa la lentitud de la flor
al abrirse, el remero de las olas
al habituar al mar
con su vehemente persistencia
y comunicar que no somos
dioses sino
algarabías devaluadas
por nuestra especialidad
en menospreciarnos,
y, así,
decaer nuestras manos
hasta que el otro no las halle.

Eso he vuelto a descubrir
hoy, nuevo hoy, el abismo
de nuevo, tu soledad.

Sofía Serra (De Suroeste)


6 comentarios:

  1. Me gusta esa realidad que citan tus versos: "...no somos
    dioses sino
    algarabías devaluadas..."
    Un abrazo en la noche Sofía.

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  2. Bellísimo, Sofía. Me lo quedo. Todos los besos

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  3. Pasaba por aquí; Sofía; los teléfonos están lejos; qué difícil es el silencio en medio del ruido que excede tantas veces. Los árboles, como en tu foto, brillan bastante menos a la no luz de la luz artificial que poco enciende; qué poco enciende el artificio..

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  4. Iba yo a comprar el pan esta mañana; la referencia es literaria; uno escribe como los burgueses gentilhombres hacen prosa, sin pensar demasiado; cuando me dio por hacer cábalas sobre si el papa nos convenía a la esfera católica y a los países hispano hablantes de mayoría no protestante. Por de pronto, casualmente dos días antes, buscando una generalización de los números primos de Fermat y de Mersenne, caí sobre esto: 117 que es el número de los cardenales electores, un número divisible por tres dos veces; es además la diferencia de dos cubos, el de cinco y el de dos y reparé en que la mayoría necesaria en la elección consistía en obtener 77 de los 117 votos; que son exactamente 77/ 117 = 66 % del total; una vela a Dios y otra al Diablo por si acaso. Notese que 117*(2/3) = 78 (ya no es 77) y que 78/ 117 = 67 % (ya no es 66).

    Seguí cavilando sobre si el hecho de que hablara español, nos universalizaría más o lo contrario y empecé a dudar si el ser argentino, en vez de hacerlo más cosmopolita y general no lo convertiría al contrario en más provinciano. Después pensé que siendo jesuita, el riesgo era que nos saliera guevarista y localista en vez de reflexivo, equilibrado y universal y que no fuera a hacer estallar la iglesia católica en mil pedazos como los independentistas vascos de trasfondo claramente jesuítico y religioso, en uno de los lejanos Nortes de la España democrática, abierta a las diferencias regionales, lo impulsaban con pobreza, egoísmo y cortedad de miras. Y finalmente, Sofía, leí tu retrinar de twitter sobre un papa rosa y pensé que porqué odiarán tanto a los hombres los que no desean o no pueden serlo;todos los que reducen la generalidad,lo universal a su problema propio, interesado y corto.

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    1. La envidia, Robín, la envidia y la pereza, ambas productos del miedo... el miedo, Robín, el miedo, la desconfianza en el otro, la más grosera y onerosa cadena que la humanidad soporta desde que el hombre fue hombre.

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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.