viernes, 28 de septiembre de 2012

El silo

El silo
Mis poemas traicionan
el futuro del pasado
pero no el horizonte.


Espejos buscaba la muñeca ansiosamente,
espejos donde sentirse atrapada
víctima de la luz y de las otras muñecas
que rondaban a su paso por la estela
que las flores dibujaban, un manojo
sobre la yerba verde de día y plateada
de noche como otro espejo
o sol inventado

llega amor rondando por
por la fría acera.
llega amor enervando
aristas de pan duro.
en masa tierna
y blanca, kaolín
de gurumelos,
la espantada se asienta.

¿y a este paso, a esta hora
tendré que renegar de todos
y cada uno de mis versos?
mi dios único e ineluctable,
mi cárcel y mi congoja,
mi tren marcha
abordo ha de mí misma
¿hasta cuándo me cansarás,
harás fritada de las esquinas,
esas en las que te busco como
cierva con los ojos fuera de sus órbitas?

Yo soy creyente de mi hermano,
¿hasta cuándo se eternizará mi apostasía?

Dueña de la más ciega de las luces,
fiel de la religión que se construye
realizando constante repudio:
la fe que se proclama
en la más humana
de las paciencias.

Galileo sin torquemadas,
poesía blanca para la más perfecta de las noches.
poesía roja para el hogar encendido
de las claras esferas.
poesía crujiente para mi risa.
poesía espléndida para todos.
poesía verde como el aire de la ortiga
y la numismática de un día de primavera.
¿A dónde irá la fuente si no tiene piernas?
Y sin embargo, se mueve.

El silo, ¡el mar!,
¡el mar!...
Y tu alegría.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

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