miércoles, 19 de enero de 2011

Sobre la voz y el oído y el silencio y las palabras y la nada y la mudez.

Tres de hace pocos días que se me han enlazado con dos que tenía escritos del anterior poemario. 
Nota aclaratoria: cada vez que incluyo un trío de asterisco, "hablo" de que lo que viene a continuación es un poema aparte. Cuando llevan título, prescindo de incluirlos. Quisiera recordar que este blog, como indico en "sobre mí brevemente", es para mí como un segundo cuaderno de trabajo. Miles son las ocasiones en las que me sobrevienen la necesidad de  cerrarlo, este cuaderno, seguir a puerta cerrada. Pero miles son las ocasiones también en que acierto a ver que ése no es el camino, al menos el mío. Si me equivoco es que ése también lo será, el del error en la decisión.




El contable

Estoy haciendo balance.
Escribía, comía, reía.
perdí amigos.
Escribo, como, lloro.
Hago amigos.
Estoy haciendo balance.


No tengo palabras.


La mujer cubista

Ni mucho menos
desecho en los versos.
Cúbicamente me llegan
cuando cierro los ojos.
Será que lo que veo grita demasiado
y se me desplazan anatomías
camino del volumen por comprobar
si en el plano,
oído, boca y dedo índice
se hacen compañía.

(Nueva Biología, Diciembre, 2010)


Orbe I

Difícil acostarse a descansar.
Déjenme a solas,
soy el tribunal y la mentira,
el fiscal y la memoria,
déjenme a solas descansar
sobre estos hombros inquietos bajo el frío de  la ventana
abierta
déjenme a solas.
Mal-decir hasta que los oídos revienten,
el único asomo de duda
que me queda
sin duda
a solas
se despeja.

Orbe II

Carta reblandecida sin palabras
de vuelta
en estas manos  sobre el delantal.
Aquí, 
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa, aquí,
en este bolsillo cabe,
en este pequeño hueco
puro, virgen y casto bolsillo lleno de mudo aire.

Orbe III

Ando o nado
cosiendo a hurtadillas  de las palabras.
Se amontonan en el canal de mi cuello
se asoman al pretil de mi hombro,
se iluminan con la salvaje honestidad del contraluz
clavando su mirada
ora en el tejido de seda,
mudas de asombro,
ora en el perfil de mi barbilla,
por si ella, la detonación batiente de que su momento llega,
se mueve o se aviene a la costura mental,
pronunciando,
recogiendo verbalmente  el tejido
de mis neuronas.
Se ensimisman esas prendas del agua,
las palabras  asomadas a mi hombro
sobre los hipocampos que las hebras han tramado.
Recuerdan el mar.
Creo que es mi oído el que brama como caracola.

* * *

Se queda sola la duda de si sólo tú.

(Sofía Serra, enero 2011)

(edito para decir esto que acabo de escribir en mi muro de Facebook como cuando siempre suelo hacer incluyo mediante enlace la última entrada que hago aquí: Este FB es la releche. Acaba de bloquearme la introducción de un enlace a mi blog, como siempre suelo hacer cada vez que publico poemas, por estimarlo OFENSIVO. Me dice que ha sido denunciado. Si alguien quiere leerlos, puede ir a mi blog, es la última entrada)

3 comentarios:

  1. Me encanta este blog "de trabajo", aunque debo confesar que al leer el título de esta entrada me asusté. Bastante tengo con mi cruz camino del silencio. Veo que tú no has caído en la trampa, por suerte.
    FB debe andar hoy tontorrón, esta mañana me dió algún problema de ese tipo...
    Bs

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  2. Jeje, Jose, ya hablamos sobre el discurrir sobre mismos parajes, caminos del calvario :D...Tu cruz, la comparto, no creas, si trampa, siempre caemos abriendo la puerta.
    Creo que es sólo eso, ahora en serio, contemplamos como trampa lo que sólo es puerta..algo así como la muerte, la resurrección y la vida la otra, ya te hablo de cachondeo para seguir hilando con lo de arriba, jaja...por cierto, ¿cuánto queda para Cuaresma?...:D
    Besos muchos

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  3. Sofía, parece que me describes en Orbe I, solo cambiar vista por oído y ya soy yo, noctámbula como la que más, buscando el silencio y el frío de la noche cuando abro el mirador para respirar cuando me ahoga algún fragmento de cuadro o los vapores de la trementina.

    "Navegar" entre tus poemas implica abandonar el timón y dejar que el barco elija su propio rumbo hacia lugares inhabitados con resonancias de momentos sí vividos. Ahí me quiero ir.

    Un saludo para Jose, un beso para tí.

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