lunes, 19 de abril de 2010

A vueltas con un poema

Ojalá pudiera llegar hoy exactamente a AHÍ. 

Dicen que siempre caminamos como en espiral, parece que andando sobre lo mismo sino que en órbitas unas encima de  otras, y yo te rozo, te rozo, pero no te abarco, y la frustración me prende y ardo antes de haber sido pasto de las llamas...como si me hubiera volatilizado y aún me observara en ese cuerpo muerto desmadejado sobre la yerba ya sin capacidad para el movimiento por mucha voluntad de la que yo intente infundirlo Dos planos distintos, separados, ¿tan diferentes?...dos órbitas, y en una nueva me hallo, pero tan sin sentido... tan torpemente estando...


Canto de nihilismo total



No soy nada./
Ni siquiera puedo decir que soy nada, pues la nada posee el don de la inefabilidad, no la simiente ejecutable del alma humana./
Y si ella es inefable, yo soy sondable, circunscribirle, nombrable, por cuanto que de ella ni puedo hablar./
Si al menos fuera Dios…/
Si fuera Dios, podría nombrarla,/
pero entonces ya dejaría de ser La Nada para conformarse en piedra, árbol u hombre./
Como yo lo soy, que no soy nada./
Por mucho que me nombren./
Por poco o mucho que haga./
Por más que la vida me muerda o yo la cante./
Por más que me tutee con la insondable, ni La Nada soy./


Navegar bajo los cuatro oscuros manteles, dormir y callar, o permanecer como ella por siempre inmersa en su misma presencia, por si la luz, se hace./
Inmóvil y en estado de alerta./
Sin el son, ni el paso ni el desvarío de mi propio ser de Hombre,/
sin intentar nombrar, por no deshacer su inmutable ausencia./
¿Hablar para qué?, ¿para descomponer?/
Mejor callar. Mejor, ni ser...mejor cantar:/
Canto para poder romperme, para poder habitarme,/
canto para hallar lo que sé inencontrable./
Canto para sumirme en mi mismo ente que no puedo abarcar,/
gemelo íntegro mío que sin consuelo me vives haciéndome la vida imposible y mi creer ya muerto,/ ya vida, ya todo, ya La Nada.../
Ya, lo inefable./


Será que han muerto los tiempos creadores, la engañosa presencia de la luz como quimera hacedora de bondades y extraños fueros./
Será que la iluminadora, con su gesto de abandono, termina por cerrar sus ojos también ante la auténtica presencia del ser como la nada,/
como un último canto de sí mismo antes de lograr vivir lo inviable./
Como un incoloro, informe y ausente canto de paz con Dios y su misma Nada./


...Que por no quedar ya, ni queda, ni falta que hace, la palabra./

Sofía Serra, poema final de "El paraíso imperdible" (primera parte de la trilogía "Canto para esta era") , Junio 2009

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