sábado, 10 de octubre de 2009

Los mirlos

Título de la fotografía: Los mirlos


Los mirlos

Y ahora resulta que el alba se deposita y extiende sobre este lecho conformado escritura,/
curva de mis sienes desde allá por los mares inciertos de la infancia,/
cuando la senectud llama a mi puerta para asomarse serena, convenciéndome/
con tan sólo su mirada,/
de que la franquicia aplaude los longevos textos hechos manos,/
caricias de amor comprometido sobre el verbo/
que levantan y soliviantan este pecho que un día parió la que hoy casi sin nombre figura./

Junto a los mirlos entoné mi canto abrazándome a tu tronco,/
palmera, encina o nocturna madre./

Porque un árbol es tan sólo un árbol./
Qué o cuánto importa su nombre si bajo él depositamos nuestro cofre del tesoro,/
lo conquistamos a horcajadas sobre la infancia o lo podamos buscando la insondable sima del Misterio./
Un árbol es tan sólo un árbol./
Mas, ¿qué sería de nuestro abrazo si no dispusiéramos de tierra donde un día,/
tal vez el primero del mundo, pudiéramos sembrarlo?/
Quién sabe dónde se aquilatan nuestras huellas/
cuando, hurgando bajo el manto, nuestros vecinos los hongos/
abren, vencidos ante la luz, su fresco y carnoso parasol para avisarnos de que allí,/
sólo allí, nuestro paso no ha encontrado aún posada ni sendero./
Quién sabe qué sería de las tejas si los mirlos/
no las habitaran saltando profundidades y cárcavas calinas/
bajo el sol recién nacido./
Quién sabe qué sería de los árboles si no supiéramos llamarlos,/
o, sencillamente,/
qué sería de nosotros, aves pasajeras,/
aves con apenas canto ni salto,/
si no pudiéramos cicatrizar su abismo cosiéndonos al verbo./


Sofía Serra, octubre 2009 (Curvas de nivel)

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