jueves, 20 de agosto de 2009

Valmedades


Título de la fotografía: Vélame





Dicen que para un pintor, o un fotógrafo, cualquier autor que use la representación figurativa más o menos idéntica o no visualmente de un entorno sin apenas presencia concreta humana, el hecho de enfrentarse a un paisaje es una especie de salto en el vacío, porque el mismo, casi automáticamente llegará a formar parte de la legión de "símbolos" o imagos sobre los que puede dibujar su alma. De ahí la tan recurrente y conocida intitulación de muchas series fotográficas, exposiciones pictóricas etc con el título de paisaje interior, paisajes del alma etc.
Se trata de alguna forma, de la nada más absoluta con respecto al propio espíritu del autor como ser humano, y de ahí la connivencia añadida que su representación conlleva.
Esta es la explicación "racionalista" de un proceso que no se sabe nunca, al menos en mi caso, de donde llega. Sólo sé de mis fotgrafías y mis poemas cuando los termino. Y como en toda alma humana todo está relacionado, de ahí la dificultad que siempre siento a la hora de categorizar o distribuir mis fotgrafías, aunque haya realizado series estructuradas mediante "otras" coordenadas. Terminaré, si no es que lo hecho ya, haciendo lo mismo que con los poemas, presentándolas sobre un continuum (excepciones raras hechas) porque es así en realidad como adquieren sentido y congruencia desde el punto de vista interno, que es de donde parte el acto creativo, y por tanto, externo.
Esta fotografía es de Sevilla pero no es de Sevilla, el poema es sobre ella pero también soy yo, las velas sevillanas (los toldos con los que se ensombrecen sus calles en época estival) son los velos que yo adoro y hasta venero, la luz, por otros anhelada, a mí me sobra, por conocida. Buscar, y encontrar los matices con esta dura luz del sur resulta tarea tan ardua como a veces frustrante. Una sombra no es una sombra solamente, una sombra es la propia vivencia de la luz sobre las cosas. El amor a la luz no es amor a lo verdadero. El amor sólo se manifiesta cuando la luz consigue atravesar el opaco y entonces provocar la sombra y nosotros somos capaces de ver en ella lo verdadero.
Esta canción forma parte de mi alma, sin lograr entender del todo su letra por más que lo he intentado. Sevilla también, los velos y las sombras, la luz y el amor y por más que me nombren yo nunca sé qué soy mas que lo que voy haciendo.
Y creo tanto en el devenir y en el libre albedrío y la voluntad de los hombres como en el sino, así que, resumiendo, no sé ni lo que soy ni en qué creo, pero sí en quiénes creo, aunque sólo fuera por un instante, y aunque mi "continuum" me lleve a seguir haciéndolo por toda la eternidad.

Yo, Sofía, para mis seres queridos, que, aun sin nombrarlos, cada uno puede saberlo por sí mismo.



Velada (Váleme)

Te prefiero así, más velada que viva,
Más honesta en tu leve penumbra que agigantada sobre la luz con sus indisolubles ausencias.
Enclavada en tu particular destino de ente corporativo allende los mares,
Que son azules,
Como el orgiástico cielo bajo el que sucumbes
Deshecha, levemente deshecha,
Amando al suelo caliente y a los cuerpos frescos, a través de
Las genuinas luces de mis ojos, cálidos órganos que recitan, pausados,
La melodía del amor bello, la suerte en penumbra, la extensión liviana y ambigua,
Mi yo diluido como aceite de quinta, o sexta, esencia pura,
Perfume en mi piel de hembra, velada
Para mi sombra cautiva de la más bella acometida humana:
Esperanza en que, por no percibirte estática, te iluminan todas las almas.
Amor de velos, amor de emblemas, amor de carne viva.


Sofía Serra, agosto 2009


(para los amantes del dato, que yo también soy, la fotografía es de la calle Alcaicería, parte del continuum que formaba el ¿cardo o decúmana? siempre me lío, la principal calle orientada de Este a Oeste en las ciudades romanas, que termina en la conocida como la Plaza del pan , antiguo y primitivo lugar mercantil de Sevilla, allá por hace muchos siglos, cercana a su primera mezquita mayor y posterior Basílica del Salvador, hoy recién restaurada.
Un dato más, dejo de luchar contra el Word, claudico y a partir de hoy mis poemas irán escritos con mayúscula en el comienzo del verso. El hecho de los diferentes formatos (blogs, redes, páginas del word) hace que todos mis esfuerzos por señalar el corte del verso acaben frustrados, así que comprendo que la opción más viable es la de la mayúscula que el mismo word admite por defecto, aunque eso signifque renunciar a algo bastante importante para mí como es el hecho de lo correcto gramaticalmente hablando. Hay que adaptarse, aunque "aún no se ha dicho la última palabra en el debate entre los hombres de esa clase y los que obedecen al ideal interior que los mueve a deshacerse de esas ventajas para intentar realizarlo, semejantes a ese respecto a los pintores, a los escritores, que renuncian a su virtuosidad[...] sin que muchas veces la realidad recompense su noble esfuerzo, [...]" En busca del tiempo perdido, 2. A la sombra de las muchachas en flor. Marcel Proust)

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